El Alav¨¦s condena al Sevilla
Un gol de Pablo oxigena un partido marcado por la ansiedad
Un golpe franco, un mero soplo de suerte, puso tierra de por medio entre el Sevilla y el Alav¨¦s, o lo que es lo mismo, entre el Sevilla y las posiciones de ascenso. El club m¨¢s grande de Segunda es todav¨ªa un extra?o en la categor¨ªa y, a no ser que se enganche a la promoci¨®n a ¨²ltima hora, deber¨¢ residir en ella otro a?o m¨¢s. Por de pronto, ya se ha soltado de la cabeza. El equipo de Vitoria le distancia en diez puntos.El partido se resolvi¨® en un segundo, en una falta al borde del ¨¢rea, y mediante un lanzamiento de un zurdo contumaz, Pablo, que Casagrande no supo prevenir. El portero se coloc¨® justo en el lado donde no deb¨ªa y dio al Alav¨¦s lo que necesitaba: confianza. Hubo un antes y un despu¨¦s de ese gol, en el minuto 63. El antes contempl¨® a dos equipos ansiosos, torpones e inseguros. El despu¨¦s record¨® por qu¨¦ est¨¢n tan distantes ambos en la clasificaci¨®n.
Lo mejor de la temporada en cuanto a juego ya se ha pasado. Ahora ning¨²n equipo arriesga lo m¨¢s m¨ªnimo. Todos prefieren perderse en un reparto de gorrazos antes que ver un bal¨®n cerca del ¨¢rea propia. Hasta el Alav¨¦s, un equipo respetuoso con el f¨²tbol y enemigo de rifar, se ha perdido en esa farragosa idea del juego.
Pero sin ser aquel equipo revoltoso de enero, el Alav¨¦s tiene m¨¢s coraz¨®n que el Sevilla actual y sabe exprimir su escaso bagaje anotador. El grupo de Fernando Castro, en cambio, est¨¢ absolutamente entregado al ingenio de Tsartas. Es demasiado obsesivo. El partido se desarroll¨® en los dominios del jugador griego, a diez metros del ¨¢rea vitoriana. Sin embargo, se atasc¨® ah¨ª. Man¨¦ adelant¨® a Alb¨ªstegui a esa zona y se satur¨® tanto el tr¨¢fico que el bal¨®n s¨®lo circulaba por v¨ªa a¨¦rea. Como es l¨®gico, no hubo f¨²tbol.
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