Olvidos concentrados
El fin de semana se agolparon, sin oportunidad para verdaderas celebraciones, las efem¨¦rides ambientales. Un mes m¨¢s tarde al calendario que a los campos, lleg¨® la primavera. Ese mismo d¨ªa era el que con toda coherencia se ha querido dedicar a los bosques. Recordemos que los ¨¢rboles trabajan incesantemente, como la primavera, para renovar lo importante: aires, aguas, suelos, climas locales, bellezas y varios millones de especies de animales y plantas. Todos los emboscados son a su vez portadores de ingentes materias primas y cumplidores de servicios b¨¢sicos para la continuidad de la vida.Una jornada despu¨¦s entramos en el D¨ªa Mundial del Agua. Se trataba de reflexionar sobre que el esencial elemento no s¨®lo es mucho m¨¢s que un recurso, sino tambi¨¦n mucho m¨¢s que escaso: despreciado. Otro paso m¨¢s y el 23 de marzo est¨¢bamos en el D¨ªa Mundial de a Meteorolog¨ªa. Pocas evidencias tan claras sobre que resulta crucial conocer la din¨¢mica del clima, ya que casi todo depende de los pr¨¦stamos de la atm¨®sfera. Una espectacular concentraci¨®n de d¨ªas mundiales que en su mayor parte se sald¨® con sucesivos olvidos de los expendedores de acontecimientos, y m¨¢s en Espa?a, por aquello del puente. Tampoco se lleg¨® a relacionar los tres eventos con el desastre que s¨ª fue noticia. Porque a la vez se consolidaba el incendio forestal m¨¢s extenso y devastador de un bosque tropical. La selva de Roraima (Brasil) lleva ardiendo m¨¢s de dos semanas y seguir¨¢ haci¨¦ndolo al menos otras tantas, dejando tras de s¨ª una extensi¨®n de cenizas que en el peor de los casos ser¨¢ tan extensa como Portugal y en el mejor como B¨¦lgica. Estamos de nuevo ante una cat¨¢strofe que poco o nada tiene de natural y que, sumada a los incendios, tambi¨¦n provocados, de inmensos bosques en Australia, Malaisia e Indonesia, convierte al 98 en el peor a?o para las arboledas tropicales: los ecosistemas m¨¢s complejos y cruciales han sufrido una merma del 50%.
Las cifras de la devastaci¨®n son elocuentes. Un mill¨®n de ¨¢rboles caen diariamente en esas selvas, de los que el 90% no son sustituidos. El ritmo de desaparici¨®n de las selvas, que estaba entre el 1,6% y el 1,8% anual, se va como m¨ªnimo a triplicar. Todo ello cuando, en el periodo 1981-91, Brasil e Indonesla perdieron respectivamente 3,7 y 1,2 millones de hect¨¢reas de bosque. La tenaz carcoma de la deforestaci¨®n no queda compensada ni remotamente con los leves aumentos de la superficie arbolada en los pa¨ªses desarrollados. Canad¨¢ y Rusia pierden bosque incluso a mayor velocidad que los pa¨ªses ecuatoriales.
Las causas que han favorecido que el D¨ªa Forestal Mundial coincida con el peor momento de los bosques hay que relacionarlas con los err¨¢ticos zarpazos de un clima que este a?o est¨¢ resultando especialmente duro en amplias regiones tropicales. Se dan demasiados casos de sequ¨ªa extrema y de lluvias torrenciales, asociados al fen¨®meno de El Ni?o, m¨¢s intenso que nunca. A su vez, apenas se duda ya sobre que la incursi¨®n de los contaminantes en las transparencias de la atm¨®sfera radicaliza tales extremos. La presencia y la falta de agua resultan cada vez m¨¢s imprevisibles en m¨¢s de la mitad del planeta.
Como todo bosque es un inmenso lago disfrazado, como cada ¨¢rbol es agua en m¨¢s de un 90%, y como por la cuenca orinoco-amaz¨®nica circula casi la mitad del agua dulce libre, es decir, no helada del planeta, no podemos por menos que considerar que tampoco el vital l¨ªquido est¨¢ para celebraciones. Menos a¨²n cuando sigue su despilfarro, la contaminaci¨®n y se a?ade la amenaza de la privatizaci¨®n, mayor enemigo que la sequ¨ªa. Sin olvidar que pierde aceleradamente a esos perfectos administradores de su ciclo que son los bosques. Sumemos que cada d¨ªa la meteorolog¨ªa resulta m¨¢s determinante para casi todas las actividades y parece l¨®gico que llame la atenci¨®n esa confluencia de efem¨¦rides y de sincr¨®nicos desastres. Agua, clima y bosque no est¨¢n desde luego en primavera.
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