Captar la vida
Cada uno busca su gato es una de esas colecciones de tranches de vie, de esas indagaciones en lo real que constituyen una de las mejores tradiciones del gran cine franc¨¦s. Rodado en el barrio de Bastille, en el coraz¨®n de un Par¨ªs mestizo y popular, el filme parte de una an¨¦cdota m¨ªnima, lo que le ocurre a una joven maquilladora, atractiva aunque t¨ªmida, cuando deja en manos de una vecina a su adorable gato para poder irse unos d¨ªas de vacaciones a la playa.Que el gato se perder¨¢ lo sabemos ya de buen comienzo y que en su b¨²squeda participar¨¢ medio barrio, empezando por un magreb¨ª ocioso, enamoradizo y un tanto retrasado, y culminando por una verdadera cofrad¨ªa de viejitas viudas o solteras, metementodos aunque adorables, lo sabremos pronto. Pero lo que s¨®lo se dibuja a medida que el filme avanza es que la desaparici¨®n del minino es s¨®lo una h¨¢bil estratagema de guionista inteligente para colarnos de rond¨®n el tema central del filme, que no es otro que la soledad, en ocasiones angustiante, de la joven, su vida de relaci¨®n, el trabajo, sus frustradas expectativas amorosas... As¨ª, con un movimiento circular de la trama, nos vemos de repente metidos de lleno en un h¨¢bitat que la c¨¢mara de Klapisch horada hasta en sus rincones m¨¢s remotos, en un deseo de captar esa huidiza apariencia de las cosas que llamamos vida cotidiana.
Cada uno busca su gato
Chacun cherche son chat. Direcci¨®n y gui¨®n: C¨¦dric Klapisch. Francia, 1996. Int¨¦rpretes: Garance Clabel, Zinedine Soualem, Ren¨¦e Le Calm, Olivier Py. Estreno en Madrid: Ideal Multicines.
Cuenta, en su exploraci¨®n, con la ayuda inestimable de un grupo de actores profesionales h¨¢bilmente confundidos entre la gente del barrio, en una mezcla que funciona siempre bien.
De esta forma, la pel¨ªcula termina siendo una c¨¢lida radiograf¨ªa de joven extra?ada, de ciertas formas de vida vividas con absoluta naturalidad. Pero tambi¨¦n una mirada cr¨ªtica sobre una ciudad cambiante, que se va convirtiendo en otra no por la l¨®gica evoluci¨®n de la sociedad, sino a golpe de especulaci¨®n; en la cual sus amables habitantes tambi¨¦n tienen un rinconcillo en su interior para criar con esmero al racista que muchos llevan dentro, y en la que, a la postre, el amor se encarna no en quien parece el m¨¢s claro objeto del deseo, sino en el m¨¢s insospechado, an¨®nimo vecino.
Divertida, tierna, sensible, Cada uno busca... es la prueba de que la tradici¨®n realista en el cine franc¨¦s goza de excelente salud. Pero es tambi¨¦n la confirmaci¨®n del talento de Klapisch para captar el curso de las cosas, para retratar a personajes de carne y hueso.
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