Alfam¨¦n recuerda al sacerdote guerrillero
"Los quintos de mi t¨ªo, sus compa?eros de seminario, el pueblo entero... no sabes lo que es esta casa desde por la ma?ana". Mari Carmen P¨¦rez tiene 23 a?os, es hija de Paco, el ¨²nico hermano del cura P¨¦rez. "Mi t¨ªo", cuenta Mari Carmen, "era una persona excepcional". Ayer, el padre de Mari Carmen, el alcalde socialista, de Alfam¨¦n (Zaragoza), no pod¨ªa articular palabra. A Paco se le ha ido parte de su vida en una llamada telef¨®nica que le anunciaba el lunes la muerte en febrero, por enfermedad, de su hermano, el cura Manuel P¨¦rez, Poliarco, jefe del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), el segundo grupo guerrillero de Colombia.En la tarde del lunes, esa llamada ech¨® por tierra los sue?os de Manuel para cumplir su deseo: regresar tranquilamente al pueblo. Pero el cura guerrillero, un santo para la mayor¨ªa de los habitantes de este pueblo de apenas mil vecinos, no regresar¨¢.
Los P¨¦rez recordaban ayer cuando, tras el primer viaje a Colombia, nada m¨¢s salir del seminario, las autoridades del pa¨ªs le deportaron por apoyar una huelga de estibadores en Cartagena de Indias. "Pas¨® casi un a?o en Alfam¨¦n, pero volvi¨®. Nadie que haya conocido la aut¨¦ntica pobreza y sea bueno como ¨¦l lo era podr¨¢ olvidar a los suyos". Cuando regres¨® nunca m¨¢s volver¨ªa a Espa?a. Ayer, su hermano ped¨ªa disculpas por su emoci¨®n para hablar. "Recuerdo las fechas, los viajes, las cartas, pero le recuerdo sobre todo a ¨¦l. Ya murieron Domingo y Jos¨¦ Antonio, y ahora es Manuel el que se ha ido". Esta vez es en serio. Tantas veces se le dio por muerto que hasta que no lleg¨® la confirmaci¨®n, avalada por un mensaje de hace meses donde se aseguraba que estaba muy enfermo de hepatitis, nadie se lo cre¨ªa.
Otros recuerdos discurren definiendo la potente personalidad de un hombre que cuando estuvo en el seminario le anunci¨® a su madre que ven¨ªa el obispo a comer. Herminia sac¨® la mejor cuberter¨ªa de la casa de agricultores, que han sido y son los P¨¦rez, y prepar¨® todo. A la mesa se sentaron vagabundos que no ten¨ªan nada que echarse a la boca. "Mi abuela guardaba escondidas las mejores mantas, porque mi t¨ªo, cuando las encontraba, se las daba a los pobres", relataba Mari Carmen.
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