"El misterio de mi ni?ez es la alcoba cerrada de mi madre"
El escritor cuenta su infancia y adolescencia, marcadas por la muerte materna, en el libro 'Adi¨®s, luz de veranos...'
Jorge Sempr¨²n describe en su ¨²ltimo libro, Adi¨®s, luz de veranos..., una infancia y una adolescencia marcadas por la p¨¦rdida de su madre y la derrota de la Rep¨²blica espa?ola. Exiliado en Par¨ªs, el joven de 16 a?os da cuenta de la ruptura de su mundo familiar y social y se inicia en el conocimiento, en la pol¨ªtica y el sexo, mientras asiste a la agon¨ªa de la Rep¨²blica y a los proleg¨®menos de la segunda guerra mundial. El escritor y ex ministro de Cultura, afincado en Francia, dice que esa etapa adolescente muestra ya lo esencial de una personalidad sometida posteriormente a todo tipo de avatares y a?ade que est¨¢ escribiendo su primera novela en castellano.Pregunta. ?Su libro es el ¨²ltimo tramo autobiogr¨¢fico que le quedaba por cubrir?
Respuesta. No es el ¨²ltimo posible, pero no s¨¦ si habr¨¢ otro. Es verdad que entre los libros netamente autobiogr¨¢ficos y los recuerdos y referencias personales incluidos en las novelas-novelas he ido reconstruyendo mi vida, pero quedan huecos como los 10 a?os de vida clandestina en Madrid y la etapa que va desde mis estudios de Filosofia en Par¨ªs hasta la deportaci¨®n, pasando por el maquis.
P. ?Hasta qu¨¦ punto su literatura se inspira y nutre del activismo y la vida pol¨ªtica?
R. Mi literatura se ha ido alimentado no s¨®lo del activismo pol¨ªtico, sino tambi¨¦n de la experiencia vital en un sentido m¨¢s amplio que el de la pol¨ªtica. Dicho sin cinismo ni pretenciosidad, que yo tuviera 13 a?os cuando estall¨® la guerra civil, que viviera luego el exilio, la Resistencia, los campos de concentraci¨®n y la cladestinidad, me sit¨²a en un marco objetivo de la Historia, aunque todos los pasos que uno da responden a decisiones subjetivas.
P. ?Literatura y activismo fueron incompatibles?
R. S¨ª, porque tratar de escribir tras haber pasado por los campos de concentraci¨®n conduc¨ªa directamente al suicidio. Tal y como hicieron miles de deportados, la terapia adecuada era tratar de olvidar, censurar la memoria, buscar a trav¨¦s del activismo pol¨ªtico una v¨ªa de escape. Mi caso no es excepcional. Pude escribir mi primer libro El largo viaje cuando mi voluntad del activismo pol¨ªtico se agotaba. S¨®lo cuando hubo un distanciamiento radical de la aventura comunista resurgi¨® en m¨ª la posibilidad de escribir. Con la poes¨ªa es distinto: es m¨¢s la expresi¨®n de un momento.
P. ?Adi¨®s, luz de veranos... es un libro de ruptura e iniciaci¨®n?
R. S¨ª, pero en este libro yo he descubierto que lo esencial lo llevaba puesto ya entonces. Era hijo de una familia burguesa y aunque mi padre era republicano y liberal, tambi¨¦n muy cat¨®lico, as¨ª que cualquiera sabe lo que yo hubiera sido sin la guerra civil y el exilio, sin esa ruptura total de la familia y de la sociedad. Al contrario que Cioran, lonesco y otros yo no renunci¨¦ en Par¨ªs a mi lengua y, a pesar de mi posterior instrumentalizaci¨®n y adhesi¨®n al PC, yo ya era entonces un rojo republicano.
P. La p¨¦rdida de la Rep¨²blica y la p¨¦rdida de la madre est¨¢n tan presentes en la primera parte del libro que sugieren la existencia, incluso, de una comunicaci¨®n entre ambas. ?Es as¨ª?
R. As¨ª es, la escena primitiva de la que hablan los freudianos se produce, en mi caso, a los 7 a?os, el 14 de abril de 1931. Veo a mi madre colocar banderas republicanas en el balc¨®n de nuestra casa. Asisto a la escena con admiraci¨®n y con temor porque a los ni?os no les gusta que se hagan cosas conflictivas. El sonido de las contraventanas de los vecinos, cerr¨¢ndose una tras otra, es un recuerdo auditivo extraordinario que conservo perfectamente, al igual que esa imagen tan fuerte de mi ma dre, joven, hermosa y cari?osa, mostrando la bandera que la burgues¨ªa no quer¨ªa ver.
P. ?Ese sue?o que acaba al final del pasillo, ante la puerta cerrada de la alcoba de su madre, tiene gran significado en su vida?,
R. Es el gran misterio de mi infancia. A veces, pienso, incluso, que podr¨ªa escribir un libro entero sobre ese pasillo. Mis padres sal¨ªan con frecuencia por las noches y yo fu¨ª un ni?o angustiado por esa espera, porque no pod¨ªa dormir hasta o¨ªr el ascensor y sentir sus pasos en el pasillo. Luego, esa puerta se cerr¨® a cal y canto. Tras la muerte de mi madre, la habitaci¨®n estuvo clausurada durante a?os, hasta que mi padre volvi¨® a casarse. Era un sue?o reiterativo, una obsesi¨®n, aunque con el tiempo, despu¨¦s de escribirlo, fue apacigu¨¢ndose. Como les ocurre a la mayor¨ªa de los deportados, yo dif¨ªcilmente recuerdo los sue?os. Por esas casualidades que s¨®lo les ocurren a los novelistas, cuando fu¨ª a Madrid para encargarme del Ministerio de Cultura, me dejaron un piso situado precisamente enfrente de la casa de mis padres. Antes de dejar el Gobierno y regresar a Par¨ªs pude comprobar que en la distribuci¨®n original de los pisos el pasillo era largu¨ªsimo, como en mi sue?o.
P. Usted llega a Par¨ªs y, despu¨¦s de un incidente derivado de su acento extranjero, decide hablar perfecto franc¨¦s y guardar su condici¨®n de espa?ol como talism¨¢n secreto. ?Ese desdoblamiento no es ya clandestinidad?
R. No pod¨ªa saberlo entonces, claro, pero s¨ª, aquello fue el germen de una actividad que luego se convirti¨® en habitual y que lleg¨® a resultarme f¨¢cil e incluso placentera. Me acostumbr¨¦ tanto a moverme con identidades falsas que al final el nombre de Jorge Sempr¨²n era el que menos contaba para m¨ª.
P. ?La solidaridad francesa con los inmigrantes espa?oles fue mayor que el rechazo?
R. Me atrever¨ªa a decir que s¨ª, e incluso, que los espa?oles han representado algo muy particular en Francia. La guerra espa?ola, fue un acontecimiento importante para la izquierda francesa, aunque es verdad que ante la llegada de cientos de miles de refugiados hubo reacciones xen¨®fobas. El papel de los republicanos qued¨® marcado, sobre todo, a partir de su masiva incorporaci¨®n a la Resistencia francesa contra los nazis. En el sur de Francia fueron los republicanos espa?oles, que ten¨ªan experiencia militar, los que tomaron la iniciativa, ilusionados con la idea de que de alguna manera luchaban tambi¨¦n contra Franco. La solidaridad en los combates y en la c¨¢rcel cre¨® lazos muy fuertes y construy¨® una especie de prejuicio favorable a los espa?oles, que le vino muy bien a la posterior inmigraci¨®n econ¨®mica.
P. La atalaya de la terraza de Biriatou, en la frontera, es una referencia geogr¨¢fica clave en su libro. ?Desde esa perspectiva, c¨®mo ve a Espa?a un espa?ol franc¨¦s o franc¨¦s espa?ol?
R. Desde Biriatou, lo que sigo viendo es el extremismo, nacionalista y el terrorismo en un pa¨ªs como Euskadi, con el que tengo una relaci¨®n fort¨ªsima entre otras cosas porque yo viv¨ª la guerra en Lekeitio. All¨ª asist¨ª a la creaci¨®n de las milicias, a la escasez del pan blanco, a los primeros bombardeos y a los primeros muertos. Los ¨²nicos hombres en armas que conoc¨ª entonces eran los vascos. Por eso quiero que me entierren en Biriatou envuelto en una bandera republicana.
P. En qu¨¦ trabaja ahora?
R. Estoy escribiendo m¨ª primera novela en castellano, una novela que trata de una familia espa?ola de 1956, en la que pesa mucho el recuerdo de un asesinato ocurrido 20 a?os antes, en los primeros d¨ªas de la guerra civil. Domingo Dominguin es uno de los personajes reales.
P. ?Porqu¨¦ se decide ahora a escribir en espa?ol?
R. He escrito otras cosas en espa?ol, pero nunca literatura novelesca. Me interesaba ese desaf¨ªo, ver c¨®mo se transforma la escritura, c¨®mo cambia la visi¨®n del mundo cuando se escribe en otro idioma que, por otra parte, tambi¨¦n es el m¨ªo. Es m¨¢s, me resulta dif¨ªcil marcar una preferencia, depende de los d¨ªas, de los lugares, de los estados de ¨¢nimo. No s¨¦ si saldr¨¢ bien, pero ahora mismo estoy convencido de que es una experiencia que debo llevarla hasta el final, porque con ella aprendo cosas como novelista, como narrador.
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