Todo tiene un l¨ªmite

Desde mi humilde opini¨®n, he considerado siempre que la publicidad contamina, y lo hace porque lo que pretende es siempre ajeno al lugar en el que se encuentra; como un neum¨¢tico viejo en la arena de una playa: un extra?o.?ltimamente los espectadores de algunas series de televisi¨®n venimos siendo objeto de una publicidad que pretende pasar inadvertida formando parte del paisaje, como si nos quisieran hacer creer que las naranjas brotaran de los ¨¢rboles con la marca de un refresco sin gas impresa en su c¨¢scara. Me refiero a esas series de producci¨®n propia que desde hace alg¨²n tiempo han proliferado en la peque?a pantalla.

Estas productoras aceptan que sus protagonistas paseen delante de la c¨¢mara un tetrabrick muy determinado, que pidan una pizza por tel¨¦fono o que la marca de la cafetera el¨¦ctrica que ocupa un lugar predominante en la cocina mida cinco cent¨ªmetros m¨¢s de lo normal. Pero lo ¨²ltimo, lo que ha colmado el vaso de mi dignidad como consumidor de televisi¨®n ha sido ver c¨®mo en la emisi¨®n de la serie Periodistas, de Tele 5, el pasado d¨ªa 7 de abril, uno de los personajes habla con el ministro portavoz del Gobierno como si de un viejo amigo se tratara, y, para m¨¢s inri, el perro de los Aznar se convierte en uno de los protagonistas del episodio -ser¨ªa muy descarado que hubiese sido la se?ora Botella- Ya sab¨ªa que nuestros gobernantes tienen que vender su imagen como sea, convirti¨¦ndose en dicharacheros y graciosos personajes del telefilme; tambi¨¦n sab¨ªa que las productoras han de sacar dinero de donde buenamente puedan (o buenamente les paguen) a cambio de hacer p¨²blica la imagen de un producto, sea cual sea la naturaleza de ¨¦ste. Lo ¨²nico que falla aqu¨ª es que alguien ha olvidado que faltan dos a?os para las pr¨®ximas elecciones generales.

A los del PP esta vez no les pillan por sorpresa.-