James Waston escribe de nuevo
El descubridor de la doble h¨¦lice del ADN anuncia el segundo tomo de su autobiograf¨ªa
Uno no ve todos los d¨ªas a un famoso bi¨®logo bailando desenfrenadamente con una mujer sin ropa. Pero aqu¨ª tenemos indudablemente a Francis Crick, echando la cabeza hacia atr¨¢s muerto de risa, rodeando con sus brazos a una pareja que no parece muy decidida a preguntarle por el ¨¢cido desoxirribonucleico (ADN). La fotograf¨ªa procede del manuscrito de un autor famoso por decir verdades sin tapujos. Se trata de James Watson, colega de Crick en el descubrimiento de la estructura del ADN en 1953. Mientras hojea las p¨¢ginas que hay sobre la mesa de su oficina en el laboratorio de Cold Spring Harbor (EE UU), Watson explica que la bailarina fue enviada hace mucho tiempo por una agencia como sorpresa de cumplea?os. El manuscrito es un segundo volumen de la autobiograf¨ªa de Watson. El primer volumen, La doble h¨¦lice , publicado en 1968, provoc¨® un revuelo porque reflejaba la vida personal de los cient¨ªficos adem¨¢s del descubrimiento biol¨®gico m¨¢s importante del siglo. La segunda parte trata de c¨®mo se descifr¨® el c¨®digo gen¨¦tico. Pero la editorial todav¨ªa no est¨¢ contenta. ?Quieren las reflexiones de mi madurez?, se queja Watson, ?pero lo he escrito a trav¨¦s de los ojos del joven sin experiencia que era entonces?. Honest Jim era el t¨ªtulo de trabajo de su primer libro, que indicaba su ilimitada franqueza sobre casi todos aqu¨¦llos que participaron. Puede que sus amigos tengan que prepararse otra vez, o quiz¨¢ Watson se contenga un poco en esta ocasi¨®n: ?Es muy dif¨ªcil escribir sobre personas vivas?, afirma.
La franqueza es lo contrario del tacto, pero, en una contradicci¨®n que nadie puede explicar del todo, Watson es tan eficaz como un diplom¨¢tico. Ha convertido el laboratorio de Cold Spring Harbor en uno de los centros de biolog¨ªa molecular m¨¢s importantes del mundo. Fue la figura central en la elaboraci¨®n del proyecto Genoma Humano, el ambicioso programa para descifrar los 3.000 millones de caracteres del ADN humano para el a?o 2005.
Por supuesto, a Watson le autoriza la grandeza del descubrimiento que, cuando era un bi¨®logo de 25 a?os, hizo junto con Francis Crick en la Universidad de Cambridge en Inglaterra. A otros bi¨®logos les sobrecoge la fama que va unida a su nombre y algunos dicen que ser¨¢ recordado tanto tiempo como Newton, mientras otros le comparan con Darwin y Mendel.
Pero algunos detractores se quejan de que Watson haya utilizado la fuerza de su celebridad como licencia para decir todo lo que piensa. Algunos bi¨®logos temen discrepar con ¨¦l por miedo a un revuelo en el que se ponga en duda su inteligencia o su cordura. Watson no duda en hacer comparaciones odiosas. Lo que le salva es que, por lo general, la fuerza y la franqueza han sido utilizadas para fines que comparten los colegas de Watson, quien afirma: ?No se trata de promover la biolog¨ªa porque s¨ª, sino porque me interesan las respuestas?.
Cuando era m¨¢s joven, en el departamento de Biolog¨ªa de Harvard en los a?os cincuenta y sesenta, no ten¨ªa compasi¨®n con quienes no pod¨ªan entender que el futuro de la biolog¨ªa est¨¢ en el nivel molecular, no en los estudios tradicionales del animal en su conjunto. El naturalista Edward Wilson segu¨ªa furioso por aquellos ataques 30 a?os despu¨¦s cuando escribi¨® en su reciente autobiograf¨ªa: ?En las reuniones de departamento, Watson irradiaba desd¨¦n en todas direcciones. Evitaba la cortes¨ªa formal y la conversaci¨®n educada, evidentemente porque cre¨ªa que eso s¨®lo servir¨ªa para alentar a los tradicionalistas a seguir en la brecha. Sus malos modales eran tolerados por la grandeza del descubrimiento que hab¨ªa hecho y por sus repercusiones cada vez mayores.... Watson, al haber adquirido una fama hist¨®rica en una edad temprana, se convirti¨® en el Cal¨ªgula de la biolog¨ªa?.
La sola presencia de Watson denota un individuo poco com¨²n. Hoy no hace el papel de Cal¨ªgula. Hoy es m¨¢s bien Augusto, pero en cotilla. Dice de un cient¨ªfico que es un ?ladr¨®n? que rob¨® un gran descubrimiento. De otro, administrador de una gran instituci¨®n que llev¨® un obispo a su inauguraci¨®n, dice que es un claro indicio del desfalco que se produjo a continuaci¨®n.
Watson ha desempe?ado un papel crucial en la creaci¨®n del proyecto Genoma Humano, del que fue primer director. ?Era evidente que hab¨ªa que hacerlo?, afirma, y escribi¨® en el informe anual del laboratorio: ?S¨®lo tendr¨¦ una vez la oportunidad de que mi carrera cient¨ªfica provoque un camino entre la doble h¨¦lice y los 3.000 millones de pasos del genoma humano?.
Watson sabe que la biolog¨ªa molecular es una fuerza que podr¨ªa cambiar el mundo. Se r¨ªe de la situaci¨®n embarazosa que al parecer provoc¨® el f¨ªsico Stephen Hawking cuando, hace pocas semanas, habl¨® en una conferencia en la Casa Blanca de la ingenier¨ªa de los humanos. ?Claro que a Hawking le gustar¨ªa mejorar el dise?o humano! Las cejas de Watson se levantan con sorpresa ante la idea de que alguien no pueda entender los anhelos de un f¨ªsico extremadamente inteligente que depende de las m¨¢quinas para hablar y moverse.
Siempre se ha mostrado sensible ante el mal uso de la gen¨¦tica y a la necesidad de que los bi¨®logos mantengan la confianza de la opini¨®n p¨²blica. Cuando, en 1974, los investigadores aprendieron por primera vez a trasladar los genes de un organismo a otro, Watson fue uno de los firmantes de una famosa carta en la que se ped¨ªa una moratoria hasta que se conocieran mejor sus posibles peligros. Una de las primeras cosas que hizo como director del proyecto Genoma Humano fue anunciar que el 3% (ahora el 5%) de sus fondos se reservar¨ªan para estudios sobre sus consecuencias ¨¦ticas y legales.
Watson cree firmemente en la fuerza inminente de la gen¨¦tica para mejorar la condici¨®n humana si se le permite. El a?o pasado escribi¨® en el informe anual del laboratorio: ?Si pudi¨¦ramos prometer honestamente a las parejas j¨®venes que sabemos c¨®mo hacer que puedan tener descendencia de mejor naturaleza, ?por qu¨¦ tenemos que suponer que lo rechazar¨ªan? El sentido com¨²n nos dice que si los cient¨ªficos encuentran formas de mejorar considerablemente la capacidad humana, no se podr¨¢ evitar que la gente las utilice alegremente?.
Este a?o se cumple su trig¨¦simo aniversario en Cold Sprinng Harbor. Ahora es presidente, despu¨¦s de haber delegado las responsabilidades cotidianas en un director, Bruce Stillman. Dentro de poco cumplir¨¢ 70 a?os, pero el acontecimiento tendr¨¢ lugar durante unas vacaciones en Australia, como si no quisiera que nadie le diera demasiada importancia.
Quiz¨¢ porque est¨¢ trabajando en su autobiograf¨ªa piensa frecuentemente en el tiempo que pas¨® con Crick. Algunos de sus comentarios parecen al principio algo mordaces. Habla de su diferente gusto para las amistades. Especula con la diferencia que podr¨ªa haber supuesto para la ciencia brit¨¢nica el que Crick, como ¨¦l mismo, hubiera desempe?ado un papel activo en la pol¨ªtica cient¨ªfica. Crick, que actualmente trabaja en el Instituto Salk de California, ha seguido investigando activamente, sobre todo en temas como el cerebro y, en general, ha evitado el trabajo administrativo.
Pero esto no es m¨¢s que la franqueza de Watson, su costumbre de reunir detalles sobre el comportamiento y el plumaje de la gente como el observador de p¨¢jaros que estuvo a punto de ser. Enseguida parece evidente que habla de Crick con la mezcla de afecto y rivalidad reservada para un hermano mayor. Crick es 12 a?os mayor que ¨¦l, quiz¨¢ su ancla intelectual en gran parte de su descubrimiento, aunque fue Watson el que desentra?¨® c¨®mo encajaban las piezas. ?Francis siempre fue muy amable conmigo?, afirma Watson. ?Nunca intent¨® promocionarse a s¨ª mismo. S¨®lo le interesaba resolver los problemas?.
NYT News Service.
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