Clamor por Barenboim
Parec¨ªa imposible, pero Daniel Barenboim super¨® su triunfo del pasado martes en el recital del jueves en Madrid a beneficio de Juventudes Musicales y de las becas que sostiene. En una sala repleta y entusiasta se estableci¨® de nuevo ese raro contacto de Barenboim con su audiencia, que incluye bravos, interminables ovaciones, peticiones y di¨¢logos.Se trataba de Liszt en dos obras capitales: el cuaderno suizo de los A?os de peregrinaci¨®n y la Sonata en s¨ª menor . Despu¨¦s, casi una hora de aplausos y propinas. Barenboim ofreci¨® al p¨²blico, adem¨¢s de varias p¨¢ginas de Chopin, el Bailecito de Jos¨¦ Resta -un italiano trasplantado a Buenos Aires que el pianista recuerda con cari?o desde los d¨ªas de su infancia-, la Jota de Laregla (evocaci¨®n de Alb¨¦niz), la indigenista Comparsa, de Lecuona, y Mariposas , del polaco Moritz Rosentalh. Con artistas como Barenboim, las propinas adquieren la licitud de lo aut¨¦ntico. Claro que una cosa es la propina como f¨®rmula y otra la obra fuera de programa como expresi¨®n vital de un deseo: el de que la actuaci¨®n no tuviera fin. Por otra parte, si el ¨¦xito clamoroso se produce a trav¨¦s de dos obras de tanto calado y trascendencia como las programadas por Barenboim, bien podemos celebrar esos ?regalos?, de los que hace primorosas creaciones.
Daniel Barenboim
Concierto extraordiario de Juventudes Musicales Madrile?as. Daniel Barenboim, pianista. Obras de Liszt. Auditorio Nacional. Madrid, 30 de abril
S¨ªmbolos rom¨¢nticos
Los a?os de peregrinaje van mucho m¨¢s lejos de las impresiones recibidas por Liszt en Suiza el a?o 1835-1836, ya que el compositor ?deviene una parte de lo que le rodea?, como dice Byron en la cita con la que Liszt encabeza Las campanas de Ginebra . Y si se alza como una pieza maestra El valle de Obermann, no es menos genial el interior trenzado con el que Liszt hace unidad de los nueve trozos contrastados que van desde la grave Capilla de Guillermo Tell al paisaje ac¨²stico de Las campanas , pasando por el an¨ªmico de la nostalgia y la nueva respuesta a una serie de s¨ªmbolos rom¨¢nticos: el manantial, lo pastoril, el lago y la tormenta. Cuanto hace Barenboim no es mera interpretaci¨®n, sino reviviscencia. Asume el mensaje pret¨¦rito y nos lo devuelve intacto en sus emociones musicales a trav¨¦s de un virtuosismo tan alto que parece no existir.En la Sonata en s¨ª menor , dedicada a Schumann y anticipadamente wagneriana, el director Barenboim parece dictar al pianista Barenboim unos conceptos orquestales subyacentes en la concepci¨®n de Liszt. La din¨¢mica no parece tener l¨ªmite ni perder entereza ni belleza tanto en los fuertes como en los pianos. Nos lleg¨® as¨ª meridianamente claro cuanto de complejo encierra la monumental obra, cuyo pensamiento, forma y procedimientos encontr¨® en su momento cierta resistencia. Obtuvo en cambio el definitivo aplauso de Wagner. Despu¨¦s de escucharla en Londres a Richard Klindwort (1830-1916), escribe a Liszt: ?La sonata es bella m¨¢s all¨¢ de toda expresi¨®n: grande, profunda, noble y sublime como t¨² mismo?. Poner en claro cuanto contiene una obra as¨ª es cosa reservada a muy pocos, pero Barenboim es uno de esos elegidos o predestinados. Entonces, fue l¨®gico el desbordado entusiasmo del p¨²blico.
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