El "efecto San Isidro"
La andadura de Jos¨¦ Borrell hacia La Moncloa comenz¨® ayer en el Parlamento, pero no acort¨® demasiado camino. El candidato socialista a la presidencia del Gobierno lleg¨® al sal¨®n de plenos rodeado de la expectaci¨®n que concita el protagonista de una fiesta. Pero, una vez dentro, se desenvolvi¨® como si bailara un chotis, sobre un azulejo, en vez de ense?orearse del sal¨®n. Su p¨²blico le aplaudi¨® los momentos de coraje en que hizo frente, sin complejo, a su adversario. Pero sus rivales consiguieron con su "escandalera", en expresi¨®n del propio presidente del Congreso, descomponerle el gesto y mostrar que hace falta mucha veteran¨ªa para soportar con aplomo un boicoteo sin perder la hondura en la faena.Despu¨¦s del debate, en los pasillos de la C¨¢mara, Borrell admiti¨® que hubo momentos en los que se sinti¨® muy inc¨®modo debido a la actitud de los diputados populares. "Hab¨ªa una intenci¨®n manifiesta de que utilizar la bulla para conseguir romper la atenci¨®n. El presidente Trillo ha intentado cortarlo varias veces, he contado siete en el acta, pero no les pod¨ªa tapar la boca uno a uno". Para Borrell, pese a todo, lo fundamental hab¨ªa quedado dicho y sus nueve preguntas al Gobierno no hab¨ªan obtenido respuesta.
Cuando abandon¨® su esca?o, a las cuatro de la tarde, para dirigirse a la tribuna de oradores, Borrell dio un apret¨®n de manos a Almunia y un beso a Cristina Almeida, con la que se cruz¨® por el camino, mientras los socialistas lo arropaban con un largo aplauso. Luego, en la tribuna, se encontr¨® con una bronca continuada de los populares para romper su intervenci¨®n y ahogar en el ruido sus cr¨ªticas. Tantas fueron las interrupciones que al presidente de la C¨¢mara, Federico Trillo, se le oy¨®, en lenguaje de tutor de escolares, "silencio, se?or¨ªas ?ya vale!" y exclamar que "nada m¨¢s lamentable que la continua algarada".
La t¨¢ctica de los populares les dio alg¨²n resultado porque Borrell lleg¨® a reconocer en voz alta, y en tono de protesta, que le resultaba "realmente agotador hablar en estas condiciones". Aunque el candidato socialista no desaprovech¨® alguno de los abucheos populares para dar salida a la iron¨ªa y a?adir al derecho a la salud, a la educaci¨®n y a la vivienda "el derecho al silencio".
Los diputados socialistas respondieron a la provocaci¨®n. Cuando Aznar volvi¨® a intervenir y empez¨® por recomendar a Borrell que no siguiera por el camino del "catastrofismo", los parlamentarios del PSOE empezaron a corear: "?Con-tes-ta! ?Con-tes-ta!". Y cuando continu¨® con su intervenci¨®n, sin responder a las siete preguntas que Borrell le hab¨ªa lanzado sobre el desguace financiero de la Seguridad Social, le volvieron a reclamar, a coro, que respondiera. La cosa lleg¨® a tal punto que Trillo, no se sabe si con humor, se dirigi¨® a los diputados para decirles que ya no sab¨ªa si llamarles al orden o llamarles a la seriedad. Para el candidato socialista a La Moncloa estaba muy claro que los populares se hab¨ªan empe?ado en "levantar una nube de ruido para que no lleguen a la sociedad las voces de alarma sobre los peligros" que encierra la pol¨ªtica que est¨¢ aplicando su Gobierno.
Borrell, que empez¨® con empuje y acierto su primera intervenci¨®n, a juzgar por las expresiones aprobatorias de sus compa?eros -Almunia no fue el m¨¢s expresivo-, fue recibido, de regreso a su esca?o por algunos de ellos puestos en pie. Los restantes esperaron, probablemente, mejor ocasi¨®n.
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