Callos con garbanzos en el parque del barrio
La Junta Municipal de Hortaleza convoc¨® a 4000 personas para comer unos de los platos t¨ªpicos madrile?os
Las 4.000 raciones de callos con garbanzos que se repartieron ayer en el Pinar del Rey, un parque del barrio de Hortaleza, las tuvieron que cocinar los miembros de una agrupaci¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra. Desde las cinco de la ma?ana, un buen pu?ado de soldados estuvo cocinando para que los madrile?os, y sobre todo los vecinos de esta zona de Madrid, comieran el d¨ªa de San Isidro uno de los platos m¨¢s t¨ªpicos: garbanzos con callos. Un men¨² que podr¨ªa resultar un tanto pesado para una de las ma?anas m¨¢s calurosas de esta primavera. Sin embargo, como en las dos ediciones anteriores de esta gran comilona, los garbanzos se terminaron. La Junta de Hortaleza es la responsable de esta iniciativa, que va camino de convertirse en tradici¨®n. No falta en esta cita el organillo. Ni las parpusas (gorras en castizo), los claveles rojos, los safos (el pa?uelo blanco que lucen los hombres), ni los trajes de chulapa. Pero, a diferencia del gran cocido que todos los a?os se celebra por estas fechas en la plaza Mayor, esta comida es un acto de barrio: todo el mundo parec¨ªa conocerse porque todos se saludaban."Se trata de celebrar el d¨ªa del patr¨®n con una comida t¨ªpica", coment¨® Rub¨¦n Caballero, jefe de la unidad de cultura de este distrito, mientras los soldados (hab¨ªan acudido 30 m¨¢s 4 oficiales), vestidos de camuflaje, no paraban de servir raciones en los platos de pl¨¢stico blanco que se repartieron entre los comensales. Un total de 450 kilos de garbanzos y 450 de callos consumi¨® esta gran comida, unas cantidades que, una vez cocinadas, se repart¨ªan bajo tiendas de campa?a militares. Esta vez, las labores de cocina se han realizado en el propio cuartel. Los garbanzos han llegado ya preparados en dos camiones militares. Y en esta ocasi¨®n, los comensales opinaron, en su mayor¨ªa, que baj¨® la calidad.
"Otros a?os ha estado mejor. Parece como si los garbanzos hubieran cocido poco", dijeron un grupo de se?oras. Hubo otra queja: esta vez la bebida no fue gratis, como sucedi¨® en a?os anteriores.
Hacerse con una raci¨®n de garbanzos no fue un problema grave: las colas apenas duraban cinco minutos. Pero s¨ª hab¨ªa que aguzar el ingenio para decidir d¨®nde comerlos, pues no se instalaron mesas como otros a?os, lo que criticaron varios vecinos. Las escaleras del parque, el c¨¦sped, un banco de madera, incluso un contenedor de basura pod¨ªa convertirse ayer en una buena mesa. Luego estaba el tema de la sombra, que muchos solucionaron con paraguas que luego servir¨ªan para la lluvia o con hojas de peri¨®dico convertidas en improvisados sombreros.
Una de las m¨¢s avispadas fue Josefa Ar¨¦valo, que, con un buen grupo de amigos del barrio, acudi¨® al parque a comer garbanzos provista de una mesa plegable. "?Una raci¨®n m¨¢s? Pero si antes de comer me he tenido que comer un Almax [pastillas para paliar la acidez de est¨®mago]. Yo vengo a pasar un rato con los amigos. Aqu¨ª nos juntamos todos los del barrio", coment¨® esta mujer, que hablaba bien orgullosa de los 11 a?os que lleva en este barrio. "Cuando yo llegu¨¦, el edificio de la junta municipal era entonces el cabaret Villarrosa", explic¨® en la tertulia de la sobremesa. A esa hora, decenas de personas yac¨ªan por todos los rincones del parque. Se impon¨ªa una siesta tras la pesada comida.
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