42 espa?oles salen de Yakarta rumbo a Singapur en una operaci¨®n de rescate preparada por la UE
El ejecutivo Carlos Gast¨®n, su mujer, y sus dos hijos, de dos y cinco a?os, durmieron anoche ya en Singapur, tras haber esperado hasta el ¨²ltimo momento para abandonar Yakarta, la ciudad que de la noche a la ma?ana se convirti¨® en una hoguera. Gast¨®n habla con tensa pasi¨®n por su tel¨¦fono m¨®vil desde Singapur, adonde lleg¨® ayer con otros 41 espa?oles, pr¨¢cticamente la mitad de la colonia espa?ola en Yakarta, en una operaci¨®n de rescate preparada por la Uni¨®n Europea con la colaboraci¨®n de la KLM holandesa, la l¨ªnea a¨¦rea de bandera del pa¨ªs que fuera la potencial colonia de Indonesia.
Los Gast¨®n llevaban dos a?os y medio en la capital indonesia, y para ellos hab¨ªa sido como vivir en el para¨ªso. Ayer lloraban por haberlo perdido, aunque la evacuaci¨®n fue perfecta y todos los que participaron en ella se deshac¨ªan en elogios al calificar el papel desempe?ado por la Embajada y la responsable del consulado de Espa?a, Alicia del Moral.?Lo que ha pasado ha sido horroroso?, relata el hombre de negocios, que ha tenido que dejar a toda prisa amigos, casa y oficina, aunque hac¨ªa meses que algunas compa?¨ªas ten¨ªan preparados planes de evacuaci¨®n. Su familia viv¨ªa en el aparthotel Ascott, que ayer ten¨ªa protegidas con grandes placas de madera las cristaleras del vest¨ªbulo, en donde se hab¨ªan recogido las alfombras para protegerlas de posibles asaltos. Para llegar hasta la entrada misma del Ascott hab¨ªa que salvar antes una barrera reforzada con alambres de espino.
?Lo horroroso empez¨® el mi¨¦rcoles, despu¨¦s de la muerte de los estudiantes. Hab¨ªa mucha tensi¨®n. Se sab¨ªa que algo iba a pasar, pero no se sab¨ªa qu¨¦. El jueves se desmadr¨® todo?, recuerda Gast¨®n. ?A eso de las doce nos llamaron a las empresas y nos dijeron que cerr¨¢semos y nos fu¨¦semos a casa. Lo ocurrido es inenarrable. El edificio donde viv¨ªamos estaba como preparado para un asedio. Y una vez dentro se acrecent¨® la sensaci¨®n de p¨¢nico. Desde las ventanas de los pisos altos se ve¨ªan incendios por todas partes, como si estuv¨ªeramos rodeados. Adem¨¢s, la sensaci¨®n de incomunicac¨®n. De saber s¨®lo los rumores que contaba el de al lado. Fue un susto horroroso?.
?Nos anunciaron que hab¨ªan asaltado el Millenium, un hotel que est¨¢ al lado, y que tambi¨¦n hab¨ªan atacado otros hoteles. Ya se sabe que todos los hoteles buenos son propiedad de los chinos?, agrega Gast¨®n, al referirse a la comunidad que sirve de chivo expiatorio de las frustraciones de los indonesios. ?Tard¨¦ cuatro horas en traer a casa al ni?o desde el colegio, un recorrido que se hace en 45 minutos. La noche del jueves al viernes fue de angustia y miedo. La situaci¨®n se hac¨ªa inostenible, pero no sab¨ªamos qu¨¦ hacer. Empezaron a evacuar a los norteamericanos, a los canadienses, a los tailandeses, a los filipinos. Hubo incluso un avi¨®n que sal¨ªa para Argentina. Primero nos apuntamos para salir en ¨¦l, pero luego nos borramos. No quer¨ªamos marcharnos, ¨¦ste es un pa¨ªs que te engancha, con una gente magn¨ªfica?. ?La madrugada del viernes al s¨¢bado ya se empez¨® a hablar de que se facilitar¨ªa la salida a los europeos que deseasen marcharse, y por fin nos decidimos. Todav¨ªa estoy abrumado. Salimos con l¨¢grimas en los ojos. Creo que volveremos?, dice el ejecutivo espa?ol, de 35 a?os, que define los dos a?os largos que ha vivido en Indonesia como una gran satisfacci¨®n personal y profesional.
?xodo afortunado
Aunque vuelva, la p¨¦rdida es irreparable. ?Indonesia no ser¨¢ la misma porque la crisis econ¨®mica se agudizar¨¢?, augura. ?La comunidad de los residentes extranjeros no se va a recuperar: muchos se han ido para siempre. La calidad de vida no ser¨¢ la misma: antes hab¨ªa una gran seguridad y se pod¨ªa andar con toda tranquilidad a cualquier hora del d¨ªa o de la noche. Y la confianza en el pa¨ªs ya no puede ser la misma: ahora uno piensa que en cualquier momento le pueden dar otro disgusto?.Pero aun as¨ª, los Gast¨®n se consideran entre los afortunados de este ¨¦xodo. ?Los que salieron el jueves lo pasaron mucho peor. A unos amigos franceses les golperon el coche y tuvieron que tirar dinero por las ventanillas para distraer a los atacantes. A uno de nuestros clientes chinos lo he visto con la cara llena de moratones, de los golpes que le dieron?.
Ya no hay m¨¢s salidas a la desesperada desde la capital indoensia. Ahora Singapur se ha convertido en una peque?a Yakarta. Los hoteles est¨¢n abarrotados de extranjeros evacuados, que deben esperar a que se pueda poner algo de orden en el caos del aeropuerto antes de poder volar a sus pa¨ªses de origen. Gast¨®n calcula que eso llevar¨¢ dos o tres d¨ªas. Con los otros espa?oles rescatados piensa que no lejos, mirando al sur, queda Yakarta. ?Estamos melanc¨®licos?, confiesa desde Singapur.
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