Bill Clinton y Bor¨ªs Yeltsin deciden ahondar en la reducci¨®n de sus arsenales nucleares
No todas las consecuencias de los cinco ensayos at¨®micos indios de la semana pasada han sido negativas. Los presidentes de Estados Unidos y de Rusia, Bill Clinton y Bor¨ªs Yeltsin, decidieron ayer proseguir y ahondar la reducci¨®n de sus arsenales nucleares. ?Creo que, a causa de las pruebas nucleares indias, todos nosotros somos a¨²n m¨¢s conscientes de la urgencia de cambiar el debate sobre asuntos nucleares hacia techos m¨¢s altos (...) y de modificar la orientaci¨®n de este asunto?, declar¨® Clinton tras entrevistarse con su hom¨®logo ruso por primera vez desde hace 14 meses.
La reuni¨®n se celebr¨® al t¨¦rmino de la cumbre de los l¨ªderes de las siete principales potencias industriales y de Rusia (G-8). Yeltsin volvi¨® a prometer a su interlocutor norteamericano ?hacer todo lo que est¨¦ a su alcance para lograr la ratificaci¨®n del tratado START II en la Duma (Parlamento)?, seg¨²n se?al¨® el propio Clinton. ?Y hemos decidido ponernos a trabajar cuanto antes en el START III, en cuanto est¨¦ ratificado el tratado anterior?, a?adi¨®. ?START III se puede conseguir en poco tiempo porque ya hemos hablado mucho de ¨¦l estos ¨²ltimos a?os?.Las promesas de Yeltsin corren el riesgo de caer en saco roto. La Duma, en manos de ultranacionalistas y comunistas, se resiste a ratificar un tratado que prev¨¦ reducir, de aqu¨ª al 2003, a tan s¨®lo 3.500 las 6.000 cabezas nucleares que poseen EE UU y Rusia. El START III supondr¨ªa una nueva reducci¨®n, hasta 2.000 cabezas por pa¨ªs, en el 2007.
En la reuni¨®n de Birmingham Clinton ha sufrido un rev¨¦s -no logr¨® todos los apoyos para sancionar a India por sus pruebas nucleares-, pero Yeltsin sali¨® a¨²n peor librado. No pudo colmar su gran ilusi¨®n: ser el anfitri¨®n, en Rusia, de la cumbre de los l¨ªderes mundiales en el 2000, justo antes de que expire su segundo mandato. Tampoco consigui¨® que Clinton se comprometiese a visitarle en Mosc¨² en julio.
El a?o pr¨®ximo ser¨¢ Alemania el pa¨ªs anfitri¨®n de la cumbre y en el 2000 le toca el turno a Jap¨®n. Por eso Yeltsin empez¨® por plantear su solicitud, el viernes, al primer ministro nip¨®n, Ryutaro Hashimoto. Le pidi¨® que le cediese su turno a Rusia. Su interlocutor contest¨® con educaci¨®n que la decisi¨®n deb¨ªa ser colectiva. Yeltsin volvi¨®, pues, a la carga con sus pares, el s¨¢bado por la tarde en el castillo de Weston Park, en los alrededores de Birmingham. Les hizo, seg¨²n palabras del presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, ?un alegato con coraz¨®n y fe? para convencerles de que aceptasen su invitaci¨®n de acogerles en Mosc¨² en el 2000. ?stos le dijeron no, pero, para suavizarlo, envolvieron su rechazo en t¨¦rminos diplom¨¢ticos.
Probablemente malhumorado por la respuesta que obtuvo , Yeltsin no se quiso quedar en Weston Park a ver por televisi¨®n el partido de f¨²tbol entre el Newcastle United y el Arsenal junto al norteamericano Bill Clinton, al brit¨¢nico Tony Blair y al italiano Romano Prodi. Tampoco se uni¨® a Hashimoto y a Jean Chr¨¦tien, Helmut Kohl y Jacques Chirac en su regreso a Birmingham. Volvi¨® solo en su limusina negra. Por la noche no asisti¨® al concierto que varios grupos o cantantes pop -All Saints, Mick Hucknall y el laborista Chris Rea- ofrecieron a los mandatarios. Inmediatamente se desataron los rumores sobre el estado de salud de un presidente de 67 a?os operado de coraz¨®n en noviembre de 1996. ?Va a descansar en su hotel?, afirm¨® su portavoz, Sergu¨¦i Yastrzhembski, intentando salir al paso de las especulaciones. Para ser m¨¢s convincente en sus desmentidos, Yastrzhembski recurri¨® a las bromas: ?Goza todav¨ªa de buena salud (...), no llamen, pues, al hospital de Birmingham?.
Yeltsin renunci¨® tambi¨¦n a dar ayer una conferencia de prensa conjunta con Clinton y ni siquiera la dio solo. Algunas fuentes lo achacan a su disgusto por la negativa del presidente de EE UU a acudir, dentro de unos meses, a Mosc¨². Aunque no lo ha reconocido abiertamente, es posible que el presidente norteamericano condicione su visita a la ratificaci¨®n del START II.
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