Un profesional del sacrificio perpetuo
Ayer, 20 de mayo, tocaba elegir decano del Colegio de Arquitectos de Madrid (Coam).Tomo la pluma con la intenci¨®n de escribir algo positivo sobre lo que puede enriquecer la vida y la actividad de los arquitectos, el que reflexionemos y cambiemos con valent¨ªa unas reglas de asociaci¨®n que datan de principios de siglo (dentro de un par de a?o diremos "de principios del siglo pasado"), cuando todo era muy distinto, empezando porque el colectivo profesional era de pocos cientos con unos intereses comunes muy claros en vez de bastantes miles y muy diversos se mire como se mire; y mientras trato de imaginar c¨®mo el monstruoso colegio unitario, que m¨¢s que unirnos nos tiene atados a la fuerza, puede organizarse como un paraguas de asociaciones menores, de arquitectos con intereses comunes, abandonando con prudencia, pero con decisi¨®n, el imposible papel de defensor a ultranza de los intereses gremiales, que en su constante batallar en pro de las conveniencias de algunos arquitectos olvida con demasiada frecuencia la arquitectura y la ciudad en que vivimos.
?No hay suerte! Suena el tel¨¦fono, no para m¨ª, que afortunadamente ya estoy en la lista negra de los exentos de llamada, sino para alguno de los compa?eros de estudio:
-Oiga, soy la secretaria del decano del Colegio, quer¨ªa saber a qu¨¦ hora le mando al motorista a recoger el sobre del voto.
Todos los arquitectos de Madrid est¨¢n recibiendo esta llamada, que se repite si no se dejan "recoger el sobre" o no protestan airadamente; la llamada me cambia de carril el pensamiento, y al tiempo que pongo t¨ªtulo al art¨ªculo, vuelvo al cutre presente.
Ocupar un cargo corporativo supone un sacrificio personal importante, que, salvo en los turbulentos a?os setenta, s¨®lo estaban dispuestos a hacer profesionales ya consagrados y consiguientemente de cierta edad, y ello s¨®lo durante un tiempo limitado, ya que un cargo quema mucho, y en otros tiempos, el trabajo profesional adem¨¢s se resent¨ªa considerablemente. Ahora las cosas han cambiado y florecen los profesionales del oficio y adem¨¢s con vocaci¨®n temprana; nuestro actual decano, don Luis del Rey, nada m¨¢s terminar la carrera ya empez¨® a sacrificarse en "tareas colegiales", con tanto empe?o que en seis a?os, antes de que muchos tuvi¨¦ramos conciencia de que exist¨ªa, lleg¨® a decano, en ello sigue desde el 86 m¨¢s o menos, y la cosa lleva visos de perpetuidad.
Cabe preguntarse: ?por qu¨¦ alguien se sacrifica por los dem¨¢s durante tanto tiempo y adem¨¢s pone tal empe?o (y tanto dinero) en seguir haci¨¦ndolo?, y la pregunta sim¨¦trica: ?c¨®mo una profesi¨®n puede reelegir una y otra vez para que la represente a un ciudadano a quien s¨®lo se le conoce precisamente porque ocupa el cargo para el que es reelegido? (incluso sus ocasionales roces personales con la justicia tienen relevancia s¨®lo porque es decano).
La respuesta real a la primera pregunta s¨®lo la podr¨ªa dar el interesado y poca gente m¨¢s, a los dem¨¢s s¨®lo nos queda admirar su infinita y perpetua capacidad de sacrificio y suponer que la interminable serie de fotograf¨ªas suyas que adornan las publicaciones del Coam con todo tipo de personajes (incluida una reina de Oriente Medio cuyo nombre suena a sopa instant¨¢nea y que por una extra?a raz¨®n parece apreciar mucho a los arquitectos madrile?os) halaga suficientemente su vanidad como para que le compense (l¨ªbreme Dios de dar cr¨¦dito a otras versiones que circulan en este pa¨ªs de maledicentes).
En cuanto a c¨®mo es reelegido cada vez, no es dif¨ªcil de entender: imag¨ªnense que el sistema electoral espa?ol permitiera que el presidente de Gobierno de turno tuviera ej¨¦rcitos de telefonistas pidiendo "el sobre de votar" a cada ciudadano y apuntando si se lo dan o no, que adem¨¢s controlara el aparato que debe supervisar todo el trabajo profesional de todos los ciudadanos, y encima tuviera su propio sistema de justicia escogido por ¨¦l mismo, y para que nada falte hiciera correr la voz de que es vengativo (no necesitar¨ªa ni molestarse en serlo).
Debo aclarar que dada la liberalidad del voto "por correo", el problema de la perpetuidad es com¨²n a muchos colegios profesionales y no faltan los dirigentes que llevan sacrific¨¢ndose desde tiempos del "anterior jefe del Estado", y no hay m¨¢s porque algunos se han muerto.
Jugar con el miedo en lugar de con las ilusiones es imperdonable, pero hasta ahora ha resultado eficaz y rentable, y si adem¨¢s se agitan fantasmas pol¨ªticos cada vez que alguien se atreve al quijotesco empe?o de intentar competir con las secretarias cl¨®nicas, y se a?ade, utilizando la prensa af¨ªn, que pensar en cambiar de decano, o en que se le exijan responsabilidades, es "dinamitar el colegio", mejor a¨²n.
Un grupo de arquitectos conocidos, encabezado por Eleuterio Poblaci¨®n, con un amplio respaldo en todo el espectro profesional, y aun pol¨ªtico, si es que ello importara, se ha prestado a la ingrata tarea de dar el paso necesario anterior a la ilusi¨®n pero imprescindible en la actual situaci¨®n del Colegio de Arquitectos: establecer unas nuevas reglas de juego que impidan la perpetuaci¨®n en los cargos, y convocar nuevas elecciones que esperemos se diriman por la ilusi¨®n de los programas y no por la coacci¨®n m¨¢s o menos descarada del mayor n¨²mero posible de votantes. Ep¨ªlogo, por el momento.
Entre el env¨ªo y la publicaci¨®n de estas reflexiones se ha producido, al parecer, la suspensi¨®n de las elecciones por parte del Consejo Superior de Colegios al ejecutar una sentencia de inhabilitaci¨®n que pesaba sobre nuestro personaje y su junta de gobierno.
El origen de la inhabilitaci¨®n es una acci¨®n desaforada y demag¨®gica para protestar de algo razonable: la desproporci¨®n entre la aportaci¨®n econ¨®mica del Colegio de Madrid al Consejo Superior (en proporci¨®n al n¨²mero de colegiados) y su voto, igual que el de los colegios peque?os.
No ser¨ªa el primer caso (no quiero mencionar paralelos desagradables) en que el destino emplea curiosos vericuetos, y temas menores probados tienen m¨¢s efecto que desafueros indemostrables; veremos qu¨¦ pasa. La reacci¨®n, previsible, de nuestro decano es la de no aceptar la liberaci¨®n, exprimir algo m¨¢s su inagotable capacidad de sacrificio que le lleva ya a la excelsa condici¨®n de m¨¢rtir, y ya que est¨¢ inhabilitado, dentro de su l¨®gica lo que toca es ahorrarse las elecciones y desde luego seguir, cabe suponer que clonando nuevas secretarias para reiniciar con renovados br¨ªos su sinfon¨ªa de llamadas en cuanto vuelva a darse la luz verde al proceso electoral.
Habr¨¢ que darse de baja del tel¨¦fono.
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