?In-soportable?
Se hac¨ªa presente Jesul¨ªn y le dec¨ªan: ??nimo, Jesul¨ªn, en dos palabras: im-precionante?. Respondi¨® con otras dos: "in-soportable". No era lo mismo es obvio.No s¨®lo estuvo insoportable Jesul¨ªn. Sus compa?eros de terna tambi¨¦n, la corrida entera.
Se empieza a barruntar que va a ser imposible ver un toro en condiciones. Nunca, desde que la fiesta existe -ech¨¦mosle 200 a?os- hicieron falta ni adjetivos ni circunloquios: se dec¨ªa toro y todo el mundo entend¨ªa que se trataba de un hermoso animal, imponente de l¨¢mina, precioso de estampa, poderoso y fiero. Ahora, en cambio, se dice toro y hay que dar explicaciones.
Los taurinos han inventado la estupidez esa del toro artista, el equ¨ªvoco del toro de vacas, la demagogia del toro que sirve y unas cuantas mentiras m¨¢s para justificar el toro que no es toro porque no impone su l¨¢mina, ni gusta su estampa, ni tiene poder y, adem¨¢s, se comporta como un borrego.
Valdefresno / Aparicio, Jesul¨ªn, Puerto Toros de Valdefresno (uno rechazado en el reconocimiento, otro devuelto por inv¨¢lido), muy desiguales de presencia, inv¨¢lidos, varios amodorrados
3? sobrero de El Sierro, con trap¨ªo, flojo. 6? de Sep¨²lveda, discreto de presencia, manejable. Julio Aparicio: a paso banderillas, dos pinchazos, otro hondo atravesado, pinchazo, metisaca bajo y descabello (bronca); a paso banderillas, pinchazo en la paletilla, dos pinchazos bajos, estocada corta ca¨ªda y rueda de peones (bronca). Jesul¨ªn de Ubrique: bajonazo descarado y rueda de peones (silencio); aviso antes de matar, dos pinchazos bajos y descabello (bronca). V¨ªctor Puerto: bajonazo (divisi¨®n y saluda); tres pinchazos y estocada corta ladeada (palmas). Plaza de Las Ventas, 21 de mayo. 16? corrida de abono. Lleno.
Se dice ahora toro y todo el mundo entiende que se trata de un pobre animal, qui¨¦n sabe si sometido a viles manipulaciones, vapuleado, claudicante, aborregado y modorro.
De tal guisa salieron los de la corrida ferial y no constituy¨® novedad alguna pues as¨ª son todas. Salieron cada uno a su aire -bien pidiendo guerra, bien buscando hierba- y a los pocos minutos se igualaban en comportamiento, en gustos y aficiones, en calambres y suspiros, en cuitas y sinsabores.
Expresado de otra manera: que les entraban temblores, que perd¨ªan el equilibrio, que hocicaban, que ca¨ªan de hinojos. Y tiempo adelante, pasado el tr¨¢mite de las varas, la mayor¨ªa se quer¨ªan morir. Principalmente se quer¨ªan morir los de Jesul¨ªn de Ubrique cuando la emprend¨ªa a derechazos y se pon¨ªa ?in-soportable?.
Hubo un torero bullidor -s¨®lo uno- y ¨¦se fue V¨ªctor Puerto, que intent¨® las ver¨®nicas, cuaj¨® alguna de buena factura, mulete¨® animoso y en cierta manera sac¨® partido a los toros que le correspondieron, por cierto los menos tullidos de la funci¨®n.
Curiosamente ninguno de ellos pertenec¨ªa a la anunciada ganader¨ªa de Valdefresno. El primero -que hizo tercero-, hierro El Sierro, sali¨® sobrero en sustituci¨®n de un inv¨¢lido y result¨® de media arrancada; el segundo -que hizo sexto-, hierro Sep¨²lveda, entr¨® en lugar de uno de la divisa titular rechazado en el reconocimiento, y embisti¨® boyante.
Le falt¨® a V¨ªctor Puerto ligar los pases. No ya en su primer toro, que se quedaba corto y resolvi¨® valent¨®n el problema, sino en su segundo. Darlos y rectificar terrenos, como hac¨ªa, estar¨¢ de moda, pero eso no legitima semejante manera de torear. Tambi¨¦n hubo hace a?os la moda saco, y a ver qu¨¦ mujer ser¨ªa capaz de ponerse aquello.
La moda saco era un adefesio, como adefesio es el toreo moderno, ¨¦se que consiste en meter pico, aflamencar la figura, emprender una carrera en cuanto se ha rematado el muletazo. V¨ªctor Puerto realiz¨® su segunda faena junto a los bullangueros tendidos de sol -que por mor de la tormenta estaban a la sombra- y la vecindad se la jale¨® entera, en tanto el resto de la plaza sosten¨ªa distinta opini¨®n.
Exactamente a la sombra no estaban los tendidos de sol: estaban en la oscuridad de la noche, pues ven¨ªa la hora de cenar. He aqu¨ª otra de las caracter¨ªsticas del toreo moderno: no se acaba nunca, es pesad¨ªsimo; principalmente si torea Jesul¨ªn.
Con Julio Aparicio depende. Julio Aparicio tra¨ªa el prop¨®sito de evitar que se le estropearan los alamares de su fino terno mar austral bordado en azabache, y al primer inv¨¢lido que le correspondi¨® no quiso ni verlo, mientras al amodorrado cuarto le merode¨® derechazos. A ambos los acuchill¨® armando una escabechina.
Y Jesul¨ªn se puso a pegar derechazos. Muchos al inv¨¢lido segundo, infinitos al moribundo quinto. El animalito no pod¨ªa m¨¢s, mugi¨®, y consultado el manual ??Quiere usted aprender a mugir en 15 d¨ªas??, se supo que ped¨ªa, ?por amor de Dios!, que le quitaran de encima a semejante man¨ªaco del derechazo. El presidente envi¨® un aviso, Jesul¨ªn pinch¨® los bajos al comatoso toro y lo fulmin¨® a traici¨®n de un certero descabello. La afici¨®n se indign¨®. Mas no s¨®lo por la matanza sino porque no se puede ser tan pelmazo.
Babelia
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