Angelopoulos cierra el concurso con un hondo viaje dentro de la muerte
Loach, Trier, Moretti, Hartley y Boorman, en la lista de favoritos
De las tres pel¨ªculas finales del concurso, s¨®lo La eternidad y un d¨ªa , dirigida por Theo Angelopoulos, logr¨® una buena acogida un¨¢nime. La argentina Coraz¨®n iluminado , dirigida por H¨¦ctor Babenco, fue abucheada, y la estadounidense Velvet Goldmine, de Todd Haynes, cort¨® en dos al personal: los menos sacaron las manos y los m¨¢s los colmillos. La eternidad y un d¨ªa -bellamente escrita por Tonino Guerra e interpretada por el gran actor Bruno Ganz- insiste en la escena ritualizada caracter¨ªstica del estilo de Angelopoulos y emprende un bello y hondo viaje sin billete de vuelta dentro de la conciencia de un poeta en el umbral de su muerte.No es frecuente en un festival donde todo est¨¢ medido que la ¨²ltima pel¨ªcula del concurso d¨¦ un vuelco en los pron¨®sticos, pero en parte La eternidad y un d¨ªa lo hizo ayer aqu¨ª, como hace 15 a?os el Sacrificio de Andr¨¦i Tarkovski, con la que el filme griego tiene puntos de contacto, ya que, sin su exquisitez, afronta complejidades comparables y sale de ellas elev¨¢ndose y alcanzado condici¨®n de ceremonia tr¨¢gica, aspiraci¨®n constante en Angelopoulos desde El viaje de los comediantes a La mirada de Ulises , pasando por Paisaje en la niebla . Hay en su nueva pel¨ªcula insistencias y acordes enunciados en las otras tres, por lo que el cineasta cuadrangula su c¨¦lebre tri¨¢ngulo de obras mayores.
Cr¨ªticos del mundo
Esos pron¨®sticos suelen ser un reflejo de los paneles de puntuaci¨®n que medio centenar de cr¨ªticos de todo el mundo confeccionan en las tres revistas que durante el festival se editan. Dos punt¨²an con el sistema de estrellitas , pero Moving pictures ofrece una puntuaci¨®n de cada filme de 0 a 10, lo que permite extraer matizaciones. De ah¨ª que los aficionados a las quinielas de los premios acudan a este panel como un referente.Si concursasen Inquietud y Doctor Akagi , dos obras maravillosas del portugu¨¦s Oliveira y el japon¨¦s Imamura, no habr¨ªa caso. Pero estos dos viejos cineastas han venido aqu¨ª a dar su impagable lecci¨®n sin pelear por un premio y han dejado el campo libre a los disc¨ªpulos. As¨ª que, dejando un margen para la sorpresa o el susto, el citado panel ofrece este a?o una lista de pel¨ªcuas premiables en la que ninguna destaca como indiscutible.
La m¨¢xima puntaci¨®n, un 8, la alcanza ¨²nicamente Mi nombre es Joe , dirigida por Ken Loach. Tras ella, con 7 puntos, hay siete pel¨ªculas: La vida so?ada de los ¨¢ngeles, de Erick Zonca; Abril , de Nanni Moretti; Los idiotas, del dan¨¦s Lars von Trier; El general , de John Boorman; Henry Fool , de Hall Hartley; Las flores de Shanghai, de Hou Hsiao Hsien, y La fiesta, de Thomas Vinterberg.
Todas ellas son defendibles, pues cada una aporta su gota de aceite al engrase del lenguaje del cine evolucionado. Pero el vuelco lo pueden dar, en forma de sorpresa, la divertida Illuminata , realizada por el actor norteamericano John Turturro; la emocionante La vida es bella , una preciosa audacia del italiano Roberto Benigni, y la tierna Baila sobre mi canci¨®n , dirigida por el australiano Rolf de Heer. Y el susto puede venir de la competent¨ªsima, rigurosa y magn¨ªficamente rodada, pero como espect¨¢culo literalmente nauseabundo, El agujero , tercera aportaci¨®n a la desertizaci¨®n de las salas del taiwan¨¦s Tsai Ming-Liang, que ayer recibi¨® el Premio Fipresci de la cr¨ªtica y que ya triunf¨® hace dos a?os en Berl¨ªn con El r¨ªo, una delicadeza consistente en visualizar, magn¨ªficamente por cierto, la sodomizaci¨®n de un padre a su hijo oligofr¨¦nico mientras la mam¨¢ se masturba. Ahora, en El agujero , ofrece escombros, basuras y vomitonas.
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