Luis Y¨¢?ez, el peso de la tortilla
S¨®lo las creencias que han echado poderosas ra¨ªces son capaces de convertir en indiscutible lo inveros¨ªmil. S¨®lo la fe hace posible que algo sea a la vez uno y trino o, por poner un ejemplo bastante m¨¢s terreno y cercano pero igualmente incre¨ªble, que Manuel Chaves sea el hombre fuerte de Josep Borrell en Andaluc¨ªa, que era lo que declaraba Luis Y¨¢?ez al diario "Sur" de M¨¢laga poco despu¨¦s de las primarias, dejando claro que los nuevos aires del PSOE no eran tan descastados como para pretender acabar con el sentido reverencial que es propio de la vida partidaria. Militante del PSOE desde 1964 y miembro del selecto "clan de la tortilla", Luis Y¨¢?ez es un veterano socialista que siempre ha estado en puestos de influencia y relumbr¨®n pero nunca de gran responsabilidad. Quiz¨¢ porque a lo largo de su vida le ha acompa?ado una fama de patoso que ya en la prehistoria de Suresnes llev¨® a afirmar a un veterano socialista: "Si alg¨²n d¨ªa hay guerra en Espa?a es que Y¨¢?ez es ministro de Asuntos Exteriores". Al estar al margen de las grandes responsabilidades, Y¨¢?ez ha podido ir bastante a su aire, defendiendo argumentos que nunca se sab¨ªa del todo si eran fruto de la independencia que pod¨ªa permitirse por su "pedigree" o simples ocurrencias lanzadas sin valorar demasiado las repercusiones. Luis Y¨¢?ez fue, por ejemplo, el primer dirigente socialista de relevancia que se atrevi¨® a lanzar cr¨ªticas a Alfonso Guerra cuando ¨¦ste era todav¨ªa todopoderoso e intocable. Por eso no extra?¨® demasiado que en v¨ªsperas de las ¨²ltimas primarias, y en contra de la opini¨®n de los notables socialistas, apoyara a Josep Borrell. Al asunto no se le dio demasiada consideraci¨®n, como si fuera s¨®lo una extravagancia. Sin embargo, cuando despu¨¦s del triunfo de Borrell ¨¦ste nombr¨® a Y¨¢?ez director de su oficina, las piezas fueron encajando. Justo despu¨¦s de las primarias, Y¨¢?ez revelaba que en 1993 le hab¨ªa dicho a Borrell que se preparara para suceder a Felipe Gonz¨¢lez y que un a?o despu¨¦s repiti¨® la misma opini¨®n, por escrito, al propio Gonz¨¢lez. Cuando ya nadie parec¨ªa contar con ¨¦l, Luis Y¨¢?ez reaparece con fuerza y se convierte en el ¨²nico miembro del "club de la tortilla" bien situado en el futuro previsible del PSOE. Sin embargo, ¨¦l niega ser el hombre fuerte de Borrell en Andaluc¨ªa, y dice que ¨¦ste no es otro que Manuel Chaves, afirmaci¨®n que es dif¨ªcil de entender si se tiene en cuenta que Chaves ha sido el dirigente socialista que con m¨¢s fogosidad se opuso a Borrell. Sin duda es un misterio de fe que no se puede entender fuera de la l¨®gica del funcionamiento partidario. Con su vuelta a la primera fila de la pol¨ªtica -o m¨¢s bien a la segunda, siempre un pasito detr¨¢s de Borrell, seg¨²n se ve en los telediarios-, Luis Y¨¢?ez ha experimentado ese lugar com¨²n que certifica las muchas vueltas que da la vida. Este m¨¦dico ginec¨®logo formado en el hospital sevillano de las Cinco Llagas -hoy sede del Parlamento andaluz- ha seguido muy de cerca la pol¨ªtica espa?ola desde el comienzo de la transici¨®n. Y¨¢?ez ha gozado de m¨¢s influencia que poder, del que nunca ha andado muy sobrado. Ha tenido, eso s¨ª, sus a?os negros, que comienzan cuando su partido le nombra candidato a la alcald¨ªa de Sevilla para tratar de detener la hemorragia de votos provocada por el alcalde socialista Manuel del Valle, persona de dudosa eficacia y relacionado con esc¨¢ndalos urban¨ªsticos en la Costa del Sol al que el PSOE sigue pagando los servicios prestados con un puesto relevante en una caja de ahorros. El PSOE vio en Y¨¢?ez el candidato ideal para recuperar los votos que Del Valle les hab¨ªa hecho perder e improvis¨® su candidatura casi a ¨²ltima hora. Hasta entonces, Y¨¢?ez ven¨ªa ocup¨¢ndose de la cooperaci¨®n internacional y de la preparaci¨®n del V Centenario, tareas que le encomend¨® su partido en cuanto lleg¨® al poder en 1982 y que le permit¨ªa un lugar cerca de los centros de decisi¨®n. Al perder las elecciones a la alcald¨ªa de Sevilla, Y¨¢?ez se niega a ser s¨®lo concejal de la oposici¨®n y vuelve a sus tareas como presidente de la Comisi¨®n Nacional para el V Centenario. Sigue su mala racha y hasta se echa una de las reputaciones m¨¢s peligrosas que existen: despu¨¦s de una serie de sucesos fortuitos, como el incendio de un pabell¨®n de la Expo en v¨ªsperas de su inauguraci¨®n o el hundimiento de una nao cuando iba a ser botada, se comienza a correr la voz de que es gafe. Tras los fastos del V Centenario, Luis Y¨¢?ez regresa a la medicina. Por primera vez en veinte a?os, vive al margen de la pol¨ªtica. Pero no estar¨¢ mucho tiempo as¨ª: en 1996 ocupa esca?o en el Congreso de los Diputados. Cuando parec¨ªa casi completamente olvidado, resurge como fact¨®tum de Borrell y, a la vez, reverdece su fama de gafe: sus enemigos le relacionan con las desgracias por las que Borrell viene pasando desde que lo llam¨® a su lado tras vencer en las primarias. Su presencia un pasito por detr¨¢s del candidato socialista para las pr¨®ximas elecciones generales deja claras, al menos, dos cosas: que el candidato no es supersticioso y que la foto de la tortilla sigue pesando hist¨®ricamente.
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