?Hoy en d¨ªa, casi todas las orquestas suenan de la misma manera?
Krystian Zimerman (Zabrze, Polonia, 1956) dice que no es mani¨¢tico, pero desde 1989 s¨®lo ofrece recitales con sus pianos. Tambi¨¦n asegura que desconf¨ªa de aquellos artistas cuya meta en la vida es hacer cosas ?diferentes?, pero nunca repite un repertorio. Jam¨¢s admitir¨¢ que le llamen perfeccionista, pero graba todos sus conciertos y encarga a sus alumnos que apunten las notas que se salta para corregirse despu¨¦s. Tampoco cree ser un problema para su sello discogr¨¢fico -Deutsche Grammophon, con el que colabora desde hace 25 a?os- pero ha hecho repetir alguna grabaci¨®n al mism¨ªsimo Herbert von Karajan porque se sent¨ªa descontento con el resultado. Es toda una garant¨ªa para el p¨²blico. Hoy toca en el Auditorio Nacional de Madrid dentro del ciclo de Grandes Int¨¦rpretes organizado por la revista Scherzo .Zimerman da la impresi¨®n de observar el mundo desde la atalaya de la ¨¦lite pian¨ªstica mundial. Es uno de los mejores. El mejor, dir¨ªan muchos. Heredero de su compatriota Arthur Rubinstein, del que fue amigo ¨ªntimo al final de su vida, Zimerman confiesa pasi¨®n por quien ha sido considerado el mayor int¨¦rprete del siglo. ?De Rubinstein aprend¨ª a tratar personajes de los que s¨®lo hab¨ªa o¨ªdo hablar en los libros como si fuesen personas pr¨®ximas. Era un n¨¦xo con la historia. Desde que me habl¨® de Stravinski, por ejemplo, no volv¨ª a tocar sus piezas de la misma manera, le sent¨ª m¨¢s pr¨®ximo gracias a ¨¦l?.
El pianista polaco ofrece cerca de 50 conciertos al a?o, no m¨¢s, porque a su af¨¢n perfeccionista, que le hace ensayar por lo menos tres veces antes de cada actuaci¨®n, une terror al avi¨®n. Vive en Suiza, un pa¨ªs c¨¦ntrico , para poder desplazarse en coche a los auditorios de toda Europa. All¨ª tambi¨¦n da clases, en Basilea, donde reside. ?Dar clases me gusta hoy mucho m¨¢s de lo que nunca imagin¨¦?. Para sus cursos selecciona a cinco alumnos de entre 100.
Despu¨¦s, en el trabajo con sus elegidos, toca desde la partitura a las relaciones p¨²blicas, la comunicaci¨®n con el auditorio y las negociaciones con las discogr¨¢ficas. ?Un pianista sobre todo es un artista, alguien creativo, pero debe saber m¨¢s cosas. Debe abarcar disciplinas de las que depende nuestro ¨¦xito. No se puede ser un gran int¨¦rprete si no se sabe ac¨²stica o si no dominas la t¨¦cnica del instrumento?.
Zimerman habla pausado, a veces amenaza con sus profundos ojos azules y a veces endulza la mirada con medias sonrisas maliciosas. Lleva un traje beige y pajarita a juego con su color de pelo, que delata haber sido de un rubio intenso hace veinte a?os. Est¨¢ obsesionado con la profesionalidad pero no considera lo suyo un trabajo. ?Me divierto, hago lo que me gusta?, dice, ?y me pagan por ello?. A su regodeo por la profesi¨®n suma un gusto por que las cosas salgan bien digno de un artesano. Siempre toca con alguno de sus pianos. ?Esto siempre crea muchos problemas y muchos costes adicionales pero tengo mis pianos preparados y afinados para cada repertorio?, asegura. Para el concierto de hoy en Madrid, adonde acude habitualmente, hab¨ªa pensado en interpretar piezas de Beethoven y Scriabin. ?Al final descart¨¦ Scriabin porque para hacerlo habr¨ªa sido necesario que trajera dos pianos diferentes?, explica.
Desconf¨ªa de aquellos artistas cuya meta es hacer algo diferente pero calificarle de conservador ser¨ªa imposible, injusto. ?Hay una obsesi¨®n en ciertos artistas por ser rompedor. Yo aconsejo a mis alumnos que hagan las cosas a su manera y si as¨ª resulta que sale diferente, pues entonces bienvenido sea?, cuenta ¨¦l, que tiene alergia a repetir los programas, por eso ensaya y prepara piezas variadas a conciencia. Y aun as¨ª, dice, ?s¨®lo toco el diez por ciento de lo que preparo?.
Con su repertorio es el mayor inconformista y huye despavorido del ¨¦xito f¨¢cil. Se empe?¨® hace diez a?os en preparar los Preludios de Debussy. Fue aclamado. Los grab¨®. Le llovieron premios, dijeron que era un trabajo hist¨®rico, pero no qued¨® contento. Desde entonces no ha vuelto a interpretarlos en p¨²blico. ?Por qu¨¦? ?Me gusta probar cosas nuevas, simplemente?.
Tampoco es amigo de los discos. ?Lo que grabo lo escucho meses m¨¢s tarde porque la discogr¨¢fica no me lo manda inmediatamente y entonces pienso que lo har¨ªa de manera completamente distinta?.
Parece un insatisfecho permanente en busca del santo grial de la m¨²sica. Pero no s¨®lo es al¨¦rgico a los estudios. ?ltimamente tambi¨¦n huye de las orquestas. Es mister exigencias . Como m¨ªnimo pide tres ensayos antes de cada actuaci¨®n y eso, muy pocas orquestas est¨¢n dispuestas a hacerlo. ?Hoy en d¨ªa, casi todas las orquestas suenan de la misma manera?, dice, ?tienen un sonido que yo llamo mid- atlantic y est¨¢n obsesionadas por la b¨²squeda de lo mejor. Para m¨ª lo mejor no es importante. Yo lo que busco es la belleza y no me importa nada que sea la mejor ?, asegura con esa constancia inigualable para desmitificar y desmontar cliches .
De todas formas, lo que tambi¨¦n le molesta a Zimerman es la falta de sensibilidad de algunos m¨²sicos en las orquestas. ?Por ejemplo, cuando est¨¢s en mitad de una pieza y alguien se levanta y dice: "es la hora del caf¨¦". Es como si alguien en una pareja cuando est¨¢ haciendo el amor, para y le explica a su amante: "es la hora del t¨¦"?.
Sin embargo, en 1999 va a hacer una gira con conciertos de Chopin para piano y orquesta para los que ¨¦l seleccionar¨¢ a los m¨²sicos y los guiar¨¢ en escena, pero no dirigir¨¢. ?Trataremos de hacerlo como hac¨ªan las orquestas m¨¢s o menos en la primera mitad del siglo pasado?, dice. ?La gira abarca m¨¢s de 30 conciertos en las principales capitales del mundo y esperamos venir a Espa?a?, concluye.
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