El tedio y las gaviotas
El domingo amaneci¨® cine fresco y vigoroso de la mano de La primera noche de mi vida, de Miguel Albadalejo, y ayer las cosas volvieron adonde estaban -escaso inter¨¦s, fragilidad de las propuestas a concurso- tras la proyecci¨®n de El faro, deb¨² del catal¨¢n Manuel Balaguer, ex profesor de Psicolog¨ªa y, por lo que aqu¨ª explic¨®, interesado en construir una historia a partir de sensaciones. Una pareja en crisis, un viejo pescador, su joven nieta, un trabajador marroqu¨ª, el hijo homosexual del terrateniente para el cual el marroqu¨ª trabaja son las piezas del puzzle, y los sentimientos, el hast¨ªo terminal de la pareja -Silvia Munt y Mathieu Carri¨¨re, qui¨¦n le ha visto y qui¨¦n le ve, en un papel penoso y excesivo de ornit¨®logo progresivamente enloquecido-, el descubrimiento de la sexualidad por parte de la joven, y los celos del homosexual, el arquet¨ªpico cemento que intenta pegar todas las m¨¢s bien banales situaciones que el filme ilustra.
El problema de la pel¨ªcula, escasamente cre¨ªble a pesar de su excelente factura t¨¦cnica, es que abunda en momentos inveros¨ªmiles. Se le pide al espectador que imagine el porqu¨¦ de la tensa situaci¨®n que viven Munt y Carri¨¨re, pero sin proporcionarle mayores pistas al efecto . Se le pide que se crea un ambiente minuciosamente reconstruido en la isla de Menorca, pero lo que o¨ªmos es un l¨ªmpido catal¨¢n de Barcelona, no el dialecto local; se pretende una met¨¢fora sobre la propia esencia de la isla pero sus te¨®ricos habitantes bien podr¨ªan serlo de cualquier otra isla del mundo.
Ni reflexi¨®n ser¨ªa sobre un entorno, ni cre¨ªble introducci¨®n en los entresijos de un arbitrario foll¨®n sentimental, El faro alza un vuelo mucho m¨¢s alicorto que el de las gaviotas que sirven de constataci¨®n de la propia locura del ornit¨®logo. Es desesperantemente lenta, arbitraria, previsible: es, sencillamente, un error.
Babelia
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