El personaje Bay¨®n
Le¨ª la secci¨®n El personaje, que firma F¨¦lix Bay¨®n, dedicada a Jos¨¦ Luis Blanco. Vuelve el autor a acertar, tambi¨¦n como otras muchas veces, en el perfil general de la situaci¨®n y s¨®lo en parte sobre el actor concreto que protagoniza sus comentarios. Es, por otra parte, normal que as¨ª suceda, pues el af¨¢n del escritor Bay¨®n no duda en estas colaboraciones en sacrificar la justeza de lo dicho en pos de una cierta bandera de iron¨ªa, perspicacia o quien sabe qu¨¦ otras virtudes para su texto. Lo que me mueve, sin embargo, a escribirle no es valorar los trabajos del se?or Bay¨®n -s¨®lo podr¨ªa hacerlo en mi condici¨®n de lector asiduo-. Lo hago a causa del comentario que ha desliz¨® acerca de mi persona y en el que se mezcla alguna referencia atinada -as¨ª las alusiones a mi no integraci¨®n en grupos, grup¨²sculos o facci¨®n alguna del socialismo gaditano-, con un importante caudal de desconocimientos acerca no s¨®lo de cu¨¢l fue mi talante en la actividad p¨²blica -entre otras cuestiones, por ejemplo, debe ignorar que fui yo quien decidi¨® renunciar a renovar mi acta de diputado regional- como muy especialmente es obvio que lo desconoce todo acerca de mi actividad profesional actual. Se?or director, d¨ªgale al se?or Bay¨®n, no s¨®lo que no he desaparecido, sino que nadie puede ser m¨¢s f¨¢cilmente localizado que yo, pues desde el siguiente d¨ªa de mi salida de la vida pol¨ªtica volv¨ª a ser el catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana de la Universidad gaditana que ya era, antes de asumir responsabilidades en el primer gobierno Chaves. Si el "s¨ªndrome Su¨¢rez Jap¨®n" consiste en abandonar la actividad pol¨ªtica, retornando a sus habituales ocupaciones profesionales -enti¨¦ndase bien que sin abdicar un ¨¢pice de mis convicciones ideol¨®gicas- y apart¨¢ndose de las conspiraciones diversas que suelen programarse cada d¨ªa para obtener una cuota de poder org¨¢nico que ni me interesa ahora ni me interes¨® antes, pues bienvenido sea este s¨ªndrome. ?No es ¨¦ste el comportamiento que tan frecuentemente demand¨¢is los periodistas a la clase pol¨ªtica? ?Ser¨ªa m¨¢s l¨®gico -como forma de evitar ser analizado en t¨¦rminos como los que tan desafortunadamente utiliza el se?or Bay¨®n- seguir apareciendo en los mentideros donde se conspira y se aspira, con la mano tendida en demanda de una nueva ocupaci¨®n en el entramado de la cosa p¨²blica? En fin, son preguntas que como el autor no se las ha hecho cuando deb¨ªa, es decir, cuando escrib¨ªa la "gracieta ingeniosa" que tocaba, pues no es tampoco esperable que se las haga ahora y, mucho menos, que las trate de contestar. Bien mirado, tampoco me importa demasiado.-
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