Una copia de Barcelona, en ba?ador
El Club Nataci¨® Barcelona (CNB) parece, a primera vista, un apacible refugio para jubilados. Bien es verdad que no lo es, pero alrededor de su piscina de agua salada toma el sol todas las ma?anas la colecci¨®n de jubilados m¨¢s sanos de Occidente. En el per¨ªmetro de la piscina hay, a cada paso, una tertulia de veteranos que gastan un humor de primera y lucen una gama de tostados s¨®lidos y profesionales como s¨®lo es posible obtener con el esmero, la dedicaci¨®n y la constancia que ejercitan todos los d¨ªas a la orilla del mar. Todo ello responde a algo que figura en el dec¨¢logo del club y no hay socio que se lo salte: la sociedad es humanista y l¨²dica, lo cual quiere decir que aprecia por un igual la amistad y el sentido del humor. Los cenebistas -de CNB- son dignos depositarios del esp¨ªritu del fundador del club, Bernat Picornell, hombre entregado en cuerpo y alma a los placeres de este mundo, a quien "le gustaba comer bien y sab¨ªa hacerlo", seg¨²n exalt¨® la publicaci¨®n editada por el club en 1982 para conmemorar su 75? aniversario. Con este antecedente, no es casualidad que entre mediod¨ªa y la hora del almuerzo no quepa dar en la l¨ªnea de la costa con una muestra m¨¢s saludable, animada y co?ona que la que se encuentra a pie de piscina. Son cenebistas Francisco Gonz¨¢lez Ledesma, Joan Manuel Serrat, Pepe Rubianes, Toni Clap¨¦s, Jaume Figueres, Juan Antonio Samaranch, Joan Jan¨¦, Salvador Escamilla, Pasqual Maragall y otros muchos con ocupaciones conocid¨ªsimas. Lo han sido Rom¨¤ Cuy¨¤s, Joan Capri, Felip Puig, Ernest Lluch y una lista interminable. Todos han debido acatar la norma no escrita m¨¢s importante de cuantas se respetan: el ba?ador y el albornoz nos hacen a todos iguales. Eugeni Asencio, portero internacional de waterpolo a finales de los a?os cincuenta y primeros de los sesenta, ¨¢rbitro internacional en el mismo deporte y socio desde los 13 o 14 a?os, recuerda que "el albornoz estropeado era una especie de imagen de democracia interna". "Ser socio del club era signo de democracia durante el franquismo", sostiene Asencio, que pone como ejemplo la famosa pareja de pelotaris que formaron un bombero y un socio que acud¨ªa cada d¨ªa a su cita con el front¨®n al volante de un Mercedes. "Puede decirse que es la ciudad en ba?ador, porque el club es muy interclasista", dice Antoni Puig, gerente del CNB. Puede que as¨ª sea: hasta hace 25 a?os, cuando alguien dec¨ªa que iba al club, todo el mundo entend¨ªa que se refer¨ªa al CNB, igual que cuando alguien se refer¨ªa al partido se daba por sentado que ¨¦ste era el comunista. Ahora hay m¨¢s competencia y el personal puede escoger. Ser del club es casi un culto. El caso de Agust¨ª Brugu¨¦s, presidente de la Federaci¨®n Catalana de Pelota, es muy com¨²n: "Casi nac¨ª aqu¨ª dentro, y eso me ha dado una cultura sana". Y reitera la idea: "Cuando nos ponemos el ba?ador, todos somos iguales". Este Brugu¨¦s tiene buena memoria para los d¨ªas de gresca de la pe?a que formaban el propietario del restaurante El Canari de La Garriga, el torero Pedrucho, a veces Capri y otros que se apuntaban. "Aqu¨ª he tenido la suerte de conocer a gente de una cualidad incre¨ªble", dice Brugu¨¦s. Entre los grupos m¨¢s recordados se cuenta uno que se adjudic¨® el nombre de Treballadors Units, SA (TUSA), cuyo objetivo m¨¢s importante era tomar el sol en la playa, no dar un palo al agua y comentar la vida social, de todo lo cual se dio cumplida cuenta en la revista del 75? aniversario. Las sociedades sucesoras de TUSA son abundant¨ªsimas, aunque carecen de nombre propio: hay pe?as muy consolidadas en el front¨®n, la petanca, el windsurfing -son gente joven- y, naturalmente, la nataci¨®n y el waterpolo. Joan Llobet y Puig lleva 58 a?os siendo socio, y dice que siempre ha sido as¨ª: "Si no estuvi¨¦semos a gusto, no vendr¨ªamos, y yo vengo todos los d¨ªas. Tengo el carnet 124 y espero llegar pronto al 100 para no pagar". Jaume Bellavista, con 53 a?os en el culto cenebista, a?ade su voz a la de Llobet: "Aqu¨ª hay un ambiente especial de camarader¨ªa, aunque ahora es un club m¨¢s familiar. La mala intenci¨®n est¨¢ prohibida". La verdad es que cada deporte ha forjado su propio ambiente, pero los m¨¢s habituales coinciden en que los frontones son la expresi¨®n m¨¢s genuina del buen rollo cenebista: "El front¨®n tiene un tipo de humor muy peculiar, un poco ampurdan¨¦s", le parece a Eugeni Asencio. Miquel B¨¢denas, que lleva 35 a?os de pelotari vocacional, lo analiza en otros t¨¦rminos, pero llega a una conclusi¨®n parecida: "La convivencia y la simpat¨ªa siempre han sido las mismas; la pol¨ªtica siempre nos ha resbalado". Con el franquismo fue as¨ª y las cosas siguen igual con la democracia: "?ste es un club apol¨ªtico", resalta B¨¢denas; "todos sabemos c¨®mo somos, pero ni entramos ni salimos". El censo de socios acredita la heterogeneidad; la secuencia de un d¨ªa cualquiera tambi¨¦n: hasta las dos, veteranos relucientes; a la hora de comer, profesionales que acuden a relajar el cerebro y los m¨²sculos; a media tarde, deportistas de diferentes edades que deben entrenar; los fines de semanas, gentes de todas clases, a veces familias enteras, que s¨®lo aspiran a pas¨¢rselo bien. "Creo que en el club nunca nadie se las ha dado de persona importante. La verdad es que si se presentara alguien con humos, lo pasar¨ªa mal, porque la mayor¨ªa le saca punta a cualquier cosa", asegura Joan, a punto de cumplir medio siglo en el club, y recuerda a Mari¨¤ Trigo como prototipo del talante cenebista: era una persona muy educada y, al mismo tiempo, un bromista muy ingenioso, contrario a la ostentaci¨®n, como correspond¨ªa a su condici¨®n de integrante de la recordada TUSA. No pod¨ªa ser de otra manera en una sociedad que incluye en su declaraci¨®n de principios-dec¨¢logo las palabras austero, tolerante y entra?able en letra negrita para llamar m¨¢s la atenci¨®n, y en la que el modesto ta-ka-ta es su expresi¨®n menos protocolaria. "El juego, si bien se mira, no es gran cosa, pero r¨ªase usted del Tenis Barcelona", dice un esforzado jugador de mediana edad que asegura no perderse ning¨²n torneo social. Lo del tenis va por la pelota que se utiliza y porque se juega por parejas, como en los partidos de dobles; en cambio, la red es la del balonvolea, palmo arriba palmo abajo, y el terreno de juego, dos rect¨¢ngulos marcados sobre la arena con cinta de pl¨¢stico, uno a cada lado de la red. El ta-ka-ta es una de las grandes aportaciones de la Barceloneta a la cultura occidental; la otra es el propio club. El universo cenebista cambi¨® por completo en 1986, cuando los socios aprobaron mediante refer¨¦ndum la admisi¨®n de mujeres. Hasta entonces, s¨®lo pod¨ªan ser socias las ni?as menores de 14 a?os y las nadadoras que compet¨ªan. Hoy, el 25% de los 7.000 socios del club son mujeres, algunas tan importantes y respetadas como Merc¨¨ Sabat¨¦, nonagenaria, socia desde 1988, que todos los d¨ªas del a?o, con calor o sin ¨¦l, se sumerge en el mar para mantenerse en forma. Mar¨ªa Solans, cenebista desde 1986, y su marido, Enric Cabedo, socio desde 1965, acuden todas las ma?anas. "Yo encajaba bastante mal la situaci¨®n", recuerda ella. "?l ven¨ªa con los chicos y yo me quedaba en casa; era bastante injusto". "A m¨ª me gustaba que no hubiese mujeres", reconoce Enric, "pero ahora comprendo el punto de vista femenino y al club le ha ido muy bien porque ahora pueden venir las familias". La convivencia en ba?ador de hombres y mujeres ha generado dos de las escasas prohibiciones que figuran en los estatutos cenebistas: est¨¢n proscritos el top less y el tanga. La incorporaci¨®n femenina al censo ha rejuvenecido el club: la media de edad era de 53 a?os, pero 12 a?os despu¨¦s ha descendido hasta los 42,8 a?os, m¨¢s o menos la media de la ciudad. Para muchos socios, el rejuvenecimiento debe continuar, hay que poner manos a la obra para disponer de nuevas instalaciones y ofrecer nuevos servicios para evitar el envejecimiento. -?Puede resentirse la personalidad del club? -?ste es un riesgo que hay que correr -dice Eugeni Asencio-. El deporte por el deporte no tiene futuro.
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