Un modelo desequilibrado y poco solidario
El autor critica la reforma del IRPF porque no mejora las finanzas de la Administraci¨®n ni la equidad social, al tiempo que se mantiene las ventajas de los que no pagan lo suficiente e introduce incertidumbres en el futuro del Estado social
El Gobierno del Partido Popular nos dice que Espa?a ir¨¢ mejor si el Estado recauda menos impuestos. Las opiniones contrarias a este dogma son arcaicas, est¨¢n caducas y ajenas a Europa. Para el Gobierno y sus avalistas ideol¨®gicos, la bondad de este principio se basa en el presunto encadenamiento entre la rebaja de la fiscalidad, el ahorro, la inversi¨®n y el empleo. Una relaci¨®n fallida en la pr¨¢ctica en demasiadas ocasiones.La realidad les es indiferente. No les importa que en Espa?a haya bastante menos presi¨®n fiscal en conjunto que en el resto de Europa. Olvidan el detalle de que s¨®lo el 1% de todos los contribuyentes al impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas (IRPF) est¨¢ afecto al tipo m¨¢ximo y que un trabajador medio aporta entre seis y diez pesetas de cada cien ingresadas, porcentaje en ning¨²n caso desmesurado. Insoportable presi¨®n que tampoco pueden esgrimir los empresarios individuales (base declarada de 1.100.000 en 1994).
De igual manera, obvian que el impuesto de sociedades tiene un tipo efectivo de los m¨¢s bajos de la Uni¨®n Europea (24% de los ingresos declarados).
Desde la seguridad que les proporciona ser propietarios de la verdad absoluta, han presentado un proyecto de reforma del IRPF que, seg¨²n ellos, beneficia a todos, especialmente a la familia, y nos convierte, tambi¨¦n autom¨¢ticamente, en modernos.
Su propaganda olvida algunos detalles significativos. Los tres millones de declarantes con rentas del trabajo inferiores a 1.250.000 pesetas no recibir¨¢n una sola peseta de rebaja. Sencillamente es imposible: ya no pagan nada. Todo ello sin olvidar que los m¨¢s desfavorecidos ni siquiera aparecen en las estad¨ªsticas del IRPF y el sector p¨²blico no puede ayudarles a afrontar sus cargas familiares.
Podr¨ªan explicar c¨®mo se reparten las rebajas. Los propietarios de las plusval¨ªas consolidan su privilegiada posici¨®n.
Obviamente, los 30 billones de pesetas acogidos por los Fondos de Inversi¨®n Colectiva no son propiedad s¨®lo de los m¨¢s pudientes, pero todo apunta a que los m¨¢s ricos tienen mayores posibilidades de ahorrar y, por tanto, disfrutar¨¢n de un mayor porcentaje de esos activos con fiscalidad privilegiada. Todas las plusval¨ªas, con independencia del nivel de renta de su propietario, pagar¨¢n el 20%. No parece ¨¦ste el mejor modo de retribuir el esfuerzo.
Las rentas m¨¢s bajas pagan m¨¢s de lo que les corresponde (su tipo normal es del 18%) y las m¨¢s altas obtienen sustanciosos beneficios (su tipo impositivo para el resto de las rentas es del 48%). La libre circulaci¨®n de capitales dentro de la Uni¨®n Europea no justifica esta decisi¨®n. Quien tiene residencia fiscal en nuestro pa¨ªs e invierte en Luxemburgo, pa¨ªs comunitario en el que sus residentes no pagan impuestos por las rentas de capital, tiene la obligaci¨®n de tributar en Espa?a cuando repatria los rendimientos. Si no lo hace as¨ª, aprovechando la falta de informaci¨®n entre pa¨ªses, est¨¢ defraudando. Y no es tan f¨¢cil cambiar la residencia fiscal.
La propaganda del Gobierno olvida explicar tambi¨¦n los efectos de algunas modificaciones del nuevo IRPF. La rebaja de todos los tipos impositivos, por supuesto m¨¢s en los altos que en los bajos, resulta m¨¢s beneficiosa para las rentas m¨¢s altas, que aprovechan la disminuci¨®n de todos los tramos.
El curioso concepto de "renta discrecional" (m¨ªnimo personal y familiar) se limita a cambiar las deducciones en cuota por deducciones en base. Un concepto m¨¢s regresivo con el que coinciden incluso los expertos del Libro Blanco (p¨¢gina 127), aunque con ello incurran en contradicci¨®n con sus propias propuestas.
Este peculiar concepto de medida del esfuerzo realizado por los ciudadanos para vivir y sacar adelante a los hijos, en el que se atribuye una cuant¨ªa id¨¦ntica a todos sin tener en cuenta sus ingresos, tiene como consecuencia l¨®gica un beneficio superior para las personas con ingresos m¨¢s elevados.
El motivo es simple: a mayor renta pueden aprovechar al m¨¢ximo las m¨²ltiples deducciones en la base imponible, mientras las rentas m¨¢s bajas mueren por sobreacumulaci¨®n (la base imposible no puede ser negativa). Con el singular aditamento para los m¨¢s ricos de rebajar en mayor medida su aportaci¨®n al impuesto al estar afectados por un tipo impositivo m¨¢s elevado (48% con la propuesta).
Es cierto que una buena parte de los declarantes obtendr¨¢ rebajas, tambi¨¦n los de ingresos m¨¢s modestos, aunque no todos. Pero tambi¨¦n lo es que las rentas m¨¢s elevadas obtendr¨¢n un beneficio desmesurado.
Con los datos de la Memoria Tributaria de 1995, la aplicaci¨®n de la reforma implica que el 1% de los contribuyentes, con rentas superiores a 10 millones de pesetas, recibir¨¢n un regalo de aproximadamente 100.000 millones de pesetas. Una cantidad muy similar a la que como m¨¢ximo se repartir¨¢n los siete millones de declarantes con ingresos inferiores a dos millones de pesetas.
Tampoco est¨¢ mal recordar que mientras las rentas de trabajo m¨¢s modestas no obtendr¨¢n ning¨²n beneficio, s¨ª lo har¨¢n los empresarios individuales que ahora no disfrutan del "m¨ªnimo exento" y con la reforma ver¨¢n reducida de forma general su no demasiado elevada, m¨¢s bien reducida, carga fiscal.
?Ser¨ªa malicioso decir que la reforma se ha hecho fundamentalmente para beneficiar a estos dos grupos, coincidentes en buena parte con la sensibilidad del PP y CiU, y el resto compone el obligado acompa?amiento?
No obstante, hay que trasladar a los ciudadanos otras ideas. Los c¨¢lculos realizados apuntan a una p¨¦rdida de recaudaci¨®n por la reforma de 550.000 millones de pesetas al a?o. Cantidad que aumenta seg¨²n se van solucionando deficiencias graves del anteproyecto (vivienda en propiedad) y atendiendo las peticiones del oyente (ventajas para los seguros de vida, seguros privados de enfermedad y actualizaci¨®n monetaria de las plusval¨ªas).
La p¨¦rdida de recursos se notar¨¢ con toda su crudeza cuando el ciclo econ¨®mico sea menos benigno. Pensar que el fraude se reducir¨¢ a consecuencia de la rebaja de impuestos, sin disponer de medidas adicionales, es una ingenuidad.
Tengo dudas razonables sobre el concepto central en el que se apoya esta reforma, por otra parte coincidente con declaraciones previas del presidente de la patronal: el dinero est¨¢ mejor en manos privadas que en p¨²blicas.
Esta afirmaci¨®n no est¨¢ sustentada en un tama?o excesivo del sector p¨²blico. La presencia de lo p¨²blico en Espa?a es inferior a la del resto de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea, al igual que la presi¨®n fiscal.
La decisi¨®n del Gobierno vuelve a apoyarse simplemente en el dogma. Su reforma, que implica un traspaso de recursos desde el sector p¨²blico al privado repartido de forma desequilibrada, pretende relanzar el consumo y la inversi¨®n aumentando la renta disponible de los ciudadanos. Aunque un poco menos para los asalariados, a los que a cambio de lo percibido se les recomienda moderar su salarios.
Toda una declaraci¨®n de principios sobre su concepto de la fiscalidad directa, a la que lejos de considerarla parte de un contrato colectivo para mejorar la cohesi¨®n social, la consideran parte de los costes laborales de las empresas.
La actual tasa de ahorro espa?ola es suficiente y no est¨¢ mal recordar que el tipo de consumo de las rentas m¨¢s elevadas tiene tendencia a consumir productos de lujo, normalmente no producidos en Espa?a.
Para mejorar el consumo y la inversi¨®n hace falta un planteamiento alternativo.
Es m¨¢s justo y eficaz aumentar la protecci¨®n a los parados de larga duraci¨®n con cargas familiares.
Por ejemplo, con el regalo dstinado a los declarantes mejor situados en la sociedad actual se puede aumentar en 160.000 el n¨²mero de beneficiarios del subsidio (612.360 pesetas / a?o) paliando, por lo menos en parte, el efecto de la ca¨ªda de 17 puntos de la cobertura de desempleo soportada por los menos favorecidos desde 1994.
Complementariamente, otra parte de las rebajas podr¨ªa servir para elevar la inversi¨®n p¨²blica de forma selectiva o para incluir dentro de los Presupuestos Generales del Estado partidas de gasto en este cap¨ªtulo ahora diferidas en el tiempo (obras p¨²blicas a pagar a su finalizaci¨®n). Incluso se podr¨ªa aumentar el esfuerzo de saneamiento de las finanzas p¨²blicas desde una posici¨®n financiera m¨¢s solvente.
Esta reforma no mejora la suficiencia financiera de la Administraci¨®n en un escenario de d¨¦ficit comedidos, ni mejora la equidad social. Mantiene las ventajas de aquellos que no pagan lo suficiente, reparte las rebajas de forma desequilibrada e introduce incertidumbre en el futuro del Estado social.
En todo caso, si se pretende rebajar los impuestos haciendo m¨¢s hincapi¨¦ en las rentas bajas y en las personas con cargas familiares, existen m¨¦todos alternativos m¨¢s justos y menos costosos para el Estado.
La Hacienda p¨²blica debe volver a ser patrimonio de todos y el sistema tributario debe garantizar su suficiencia y la equidad en el reparto de los esfuerzos entre los ciudadanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.