La ley del deseo
Reconozco que las declaraciones de Cela sobre el homenaje a Lorca me pillaron desprevenida, pues hall¨¢bame estudi¨¢ndome el claustro materno, que acaba de ser anatemizado -no s¨®lo el m¨ªo: el de todas- por Ricard Maria Carles, arzobispo y cardenal de Barcelona, como ?el lugar m¨¢s peligroso para un ni?o?. Qu¨¦ cl¨¦rigo tan ideal. Este hombre igual desmonta las acusaciones de la Mafia que casa -con el mismo ¨¦xito- a una infanta. En su venenosa virulencia contra el nuevo supuesto que se pretende sacar adelante para a?adir a la ley del aborto -no es que los tres supuestos en vigencia le parezcan bien, desde luego-, mantiene tambi¨¦n que ?con semejantes leyes, a pesar del terciopelo, de las moquetas y del ambiente noble del Congreso de los Diputados, aquel sal¨®n no es ajeno a los cubos de desperdicios de ciertos quir¨®fanos, a donde van a parar los restos de los no nacidos?. Eso es: acabemos para siempre con la hidra atea parlamentaria. Supongo que lo de Videla le parece al monse?or (no le he o¨ªdo condena alguna al respecto, y no olvidemos que la Iglesia argentina permaneci¨® junto a la dictadura) mucho m¨¢s cat¨®lico: lo de permitir que las subversivas vivieran lo suficiente como para apoderarse de sus hijos. Y siempre con un cura de guardia cerca, no lo olvidemos. Velando por las almas.Qu¨¦ idea tan atroz tienen algunos del derecho a la vida y, sobre todo, qu¨¦ crecidos y soliviantados andan los brujos. Why I do say this?, se preguntar¨¢n ustedes, sin duda apegados al estilo ret¨®rico con que el presidente Aznar sazona su ingl¨¦s (l¨ªbreme Dios de criticarle, el m¨ªo no es mucho mejor; sin embargo, ?no ser¨ªa m¨¢s astuto que, en sus contactos exteriores, usara int¨¦rpretes, para poder escudarse en un oportuno ?no lo entend¨ª bien? cuando le conviniera?). Pues lo digo ( Let's put it in this way) porque la mayor congregaci¨®n protestante norteamericana, los baptistas del sur -no confundir con los Gemelos del ?dem, que acompa?aban a Mar¨ªa Dolores Pradera con sus art¨ªsticos ponchos-, acaban de declarar, reunidos en Salt Lake City (seg¨²n informa mi amigo y corresposal de La Vanguardia, Xavier Mas de Xa x¨¤s) que ?la esposa debe someterse cort¨¦smente al liderazgo de su marido, igual que la Iglesia se somete voluntariamente al liderazgo de Cristo?. Me priva lo de cort¨¦smente.
El otro d¨ªa o¨ª, desde la cocina, que por la tele anunciaban: ?Aqu¨ª tenemos a Cristo, en exclusiva para Antena 3. Baj¨¦ el volumen del grifo y escuch¨¦ a Cristo lamentarse de que el mundo no sabe qu¨¦ es amor? . Corr¨ª al sal¨®n y, claro: era Stoichkov hablando de Guillermo Amor. Pero como les dec¨ªa, andaba yo atareada examin¨¢ndome el claustro y barajando la posibilidad de hacerme una liposucci¨®n que se llevara la grasa asesina cuando compareci¨® ante las masas el sutil acad¨¦mico utilizando, sin cortes¨ªa ninguna ni exactitud, el don de la palabra que se le supone. Pues, ?por qu¨¦ llama Cela culo a su propio ello? Puede llamarlo asiento, puede incluso bautizarlo popa, pues place a la Marina. Mas, ?culo? El culo es otra cosa. Como bien saben quienes, por el simple hecho de ser homosexuales, no enloquecen detr¨¢s de cualquier ello . Pese a las esperanzas que subyacen bajo ciertas actitudes de heterosexuales en est¨¦reo que desprecian la ley del deseo.
Todo esto ocurre porque en Madrid, que a¨²n manda mucho, han vuelto a ponerse de moda los autos de fe de Calder¨®n de la Barca dirigidos por Jos¨¦ Tamayo, ¨²ltima conquista -por ahora- de la recuperaci¨®n cultural que promete conducirnos hasta el primate: de Norma Duval al Planeta de los Simios, cueste lo que cueste y pasando por las estaciones reglamentarias. Unido a que, all¨¢ en la periferia, los escolares catalanes han dejado de consumir verduras suficientes (seg¨²n una reciente encuesta, confunden la jud¨ªa verde con Dana Internacional-El A?o que Viene en Jerusal¨¦n), lo que crea tremendas perturbaciones atmosf¨¦ricas, como por ejemplo, que Yeltsin estuviera en Alemania, cuando no tendr¨ªa que salir de Mosc¨²; que el padre de Enrique Iglesias se encontrara en Mosc¨² cuando no deber¨ªa salir de Florida, y que Aznar estuviera en Florida, vestido de doctor honoris causa (comprendo que Pujol le ame: parec¨ªa un escolanet del coro de Montserrat), cuando no deber¨ªa, sencillamente, salir.
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