Moles de oro negro
Responsables de la refiner¨ªa La R¨¢bida muestran el sistema de descarga de crudo desde petroleros en alta mar
Acercarse desde el peque?o Otani al inmenso Fernando Tapias es un ejercicio involuntario de humildad. La mole -267 metros de eslora, 152.000 toneladas de peso- del petrolero propiedad del armador espa?ol lleva dos d¨ªas pl¨¢cidamente anclado a 7 millas (10 kil¨®metros) de la costa onubense. El pasaje de Otani, un grupo de periodistas que mayoritariamente ha optado por la biodramina a pesar de la ausencia total de olas, mira con prevenci¨®n la escala real que les llevar¨¢ a la cubierta de la mole. "Es un petrolero medio" aclara Jes¨²s Prieto, jefe de seguridad del Fernando Tapias. O sea que los hay a¨²n mucho m¨¢s grandes: "los superpetroleros tienen 545.000 toneladas". Los inconvenientes de estas reservas petrol¨ªferas gigantes de nombre griego o noruego es que sus dimensiones les impiden pasar por el canal de Suez o por ejemplo, fondear a 7 millas de la costa onubense. "Tienen demasiado calado", explica el director de la refiner¨ªa La R¨¢bida, Juan Manuel D¨ªaz Cabrera. Esta refiner¨ªa del Grupo Cepsa es el destino de las 130.000 toneladas de oro negro que el Fernando Tapias ha transportado en sus inmensas tripas desde Nigeria. "Tenemos muy claro que estamos en una actividad con una alta potencialidad de riesgo y nuestra tarea es transformarlo en m¨ªnima probabilidad", subraya el director de la refiner¨ªa. La sombra del vertido t¨®xico de Aznalc¨®llar y el viaje alucinante de la nube radiactiva de Acerinox esquivando controles nacionales tamizan las palabras de D¨ªaz Cabrera que se apresta a presentar argumentos: "En 31 a?os de descarga de crudo no hemos tenido ni un s¨®lo incidente". Y remacha: "es una trayectoria de r¨¦cord Guinnes". Cada semana un petrolero como el Fernando Tapias ancla cerca de la boya amarilla - insumergible a pesar de sus 122.000 kilos-, que gu¨ªa a trav¨¦s de un sistema de mangueras el petr¨®leo sin refinar a las instalaciones de La Rabida. 5 millones de toneladas el a?o pasado. Los responsables de la refiner¨ªa de Cepsa despliegan una artiller¨ªa de datos t¨¦cnicos para acreditar la extrema seguridad del sistema. Dos l¨ªneas de 25 mangueras superficiales Dunlop -cada manguera vale 8 millones de pesetas y tiene un doble sistema de seguridad-, llevan el crudo a la boya y all¨ª conectan con otros dos l¨ªneas de mangueras que enlazan con la l¨ªnea submarina. Y de all¨ª a las cinco plantas de la refiner¨ªa. Lo que sale de La R¨¢bida -junto con la de Algeciras, las ¨²nicas en suelo andaluz- depende del calor. El oleoducto gu¨ªa la gasolina a plantas de todo el pa¨ªs, el benzeno y el ciclosan se env¨ªan a plantas petroqu¨ªmicas para convertirse en pl¨¢stico y la parafina se vende para sus m¨²ltiples usos: impedir que los windsurfistas resbalen de sus tablas o convertirse en la cera que arde en los cirios de penitentes. La descarga suele durar unas 48 horas pero malas condiciones en la mar pueden retrasar la tarea durante d¨ªas. "En invierno, el temporal puede hacer que el barco que me trae tenga que volver y a m¨ª no me queda m¨¢s remedio que quedarme en el petrolero hasta que toque tierra", explica Pl¨¢cido Llord¨¦n el capit¨¢n mar¨ªtimo de la refiner¨ªa que supervisa a bordo del Fernando Tapias la operaci¨®n. Llord¨¦n aclara que lo m¨¢s lejos que le han desembarcado es Castell¨®n pero no descarta aparecer un d¨ªa en un puerto de Turqu¨ªa. Como era de esperar, no se puede fumar en la mayor parte de las ¨¢reas del petrolero. Los 20 tripulantes que se bastan para manejar el Fernando Tapias hacen incluso deporte, adem¨¢s de subir y bajar continuamente angostas escalinatas. Una l¨ªnea amarilla marca un recorrido de 500 metros para correr y hay hasta canasta de baloncesto sobre cubierta. "S¨®lo os podemos ofrecer refrescos, a bordo no se bebe alcohol", ofrece el jefe de Seguridad del Fernando Tapias tras un itinerario por empinadas escaleras al coraz¨®n de la mole: un gigantesco motor capaz de hacer desplazar miles de toneladas a m¨¢s de 20 kil¨®metros por hora. La advertencia de Prieto no es trivial. El ¨²ltimo gran desastre en el sector -marzo de 1988, Exxon Valdez en las costas de Alaska-, se debi¨® a que el capit¨¢n y la tripulaci¨®n tomaron demasiadas copas para apercibirse de la proximidad de un gigantesco arrecife. "Los accidentes no se deben a fallos t¨¦cnicos", asegura un responsable de la refiner¨ªa.
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