Sin desborde ni fantas¨ªa
Mereci¨® m¨¢s, pero jug¨® mal. El poder agresivo de Espa?a fue de m¨¢s a menos. El des¨¢nimo por no marcar fue da?ando el esp¨ªritu del equipo. Mereci¨® ganar: dispuso de la pelota y cre¨® m¨¢s situaciones de gol. Pero no jug¨® bien.Adivinaron. Los dos entrenadores dise?aron sus equipos pensando en resolver las necesidades que efectivamente el juego plante¨®. Espa?a se arm¨® para tener una circulaci¨®n m¨¢s prolija, m¨¢s aseada, m¨¢s fluida, y para atacar por los costados. Paraguay se prepar¨® para evitar que el rival juegue y luego contraatacar. Uno obtuvo lo que buscaba y el otro, no.
Ollas nocivas. Cuando uno ataca por los costados, que para eso estaba el partido, tiene dos opciones: desborde y pase hacia atr¨¢s o enviar centros desde la altura del ¨¢rea grande. Y compensa un acierto entre diez intentos por la primera v¨ªa que satisfacer la ansiedad por la segunda y forzar que la pelota llegue al ¨¢rea de cualquier manera. M¨¢s vale llegar menos, pero con peligro. Espa?a adoleci¨® en exceso de este defecto.
Falt¨® atreverse. El partido tambi¨¦n estaba para la acci¨®n personal de alg¨²n jugador. Cuando el circuito colectivo no encuentra la llave, los equipos se entregan a la inventiva de alguno de sus componentes. Pero en Espa?a ninguno se atrevi¨® a buscar la fantas¨ªa individual. Debi¨® aparecer el futbolista que se saliera del proyecto y dijera este problema lo resuelvo yo.
El entrenador, inocente. Espa?a no jug¨® bien. Pero es conveniente diferenciar el proyecto de la realidad. Clemente utiliz¨® los recursos adecuados, qued¨® a salvo. Sus respuestas fueron las mismas que se percib¨ªan necesarias desde fuera: Aguilera por Ferrer, Amor por Nadal, el ingreso de Morientes y Kiko, Celades por Hierro, Hierro por Abelardo... A la hora de escoger los componentes de su dibujo t¨¢ctico, Clemente siempre privilegi¨® lo que ten¨ªa que ver con la posesi¨®n y el ataque. Tal vez debi¨® retrasar a Hierro antes.
Gran Zubi. Minuto 13. Hay un tiro libre de Ben¨ªtez, donde los paraguayos fueron al rebote que imaginaban seguro, pero que Zubi no concedi¨®. Esa sensaci¨®n de fiabilidad la extendi¨® durante el resto del juego. El clima anterior al partido, resalta su actuaci¨®n.
Era su partido. Chilavert fue el jugador m¨¢s importante de Paraguay. Resolvi¨® las escasas ocasiones que gener¨® Espa?a y fue el sost¨¦n an¨ªmico de su equipo. Pero el efecto de sus mensajes tambi¨¦n lleg¨® a los rivales. Transmiti¨® una sensaci¨®n de invulnerabilidad que tuvo mucho que ver en la desaz¨®n final del ataque espa?ol.
Ben¨ªtez. Encontr¨® un espacio del campo donde recibi¨® con comodidad y finaliz¨® con agresividad. Le falt¨® compa?¨ªa m¨¢s significativa a su lado.
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