Alcal¨¢
Querido Cervantes: Me llamo Nacho Viana. Estudio filolog¨ªa hisp¨¢nica. Mis novias me catalogan de golfo, mentiroso, arrebatado y noctambulario. Falacias. Me estoy haciendo mayor de repente: ayer cumpl¨ª 21 a?os. Nac¨ª en Madrid; la amo. Pero no aguanto su actual tufillo a sacrist¨ªa. Me matricul¨¦ en Alcal¨¢ huyendo de los cirios. Acert¨¦, se?or, porque aqu¨ª respiro. Alcal¨¢ es un tesoro. Ha estado dormida m¨¢s de un siglo. Con la democracia, Complutum se ha puesto las pilas y ha conseguido que canten las piedras. De nuevo es punto de referencia esencial en la cultura. Por derecho. Adem¨¢s, hay muchos bares (l¨¢stima que tiren tan mal la cerveza de barril), carne fresca para todos los gustos y bullicio sosegado por las calles del casco hist¨®rico.Soy sinverg¨¹enza, algo canalla y guaperas, don Miguel. Lo lamento, pero esto es lo que hay. Su ciudad natal est¨¢ aportando a mi talante una brisa cl¨¢sica y estoica, sosiego vertiginoso, fusi¨®n de Dios y Luzbel. Me explico: bebo menos (pero intensamente) y leo m¨¢s.
Sigo siendo viperino. Sigo abusando de la lengua para menesteres inconfesables. Sigo sacando la lengua a los est¨²pidos. Sigo enganchado al emblema de los Rolling Stones. Pero la filolog¨ªa y las piedras de Alcal¨¢ me han seducido. Insulto como se hac¨ªa en el Siglo de Oro; enamoro fusilando al arcipreste de Hita; timo como el busc¨®n don Pablos; intrigo como Quevedo; aguanto penurias como usted, don Miguel. Y cuando arrecia la melancol¨ªa, me escondo en un rinconete del convento de las monjas cistercienses y hablo con Dios, a quien desconozco.
Antes viajaba por la ruta del bakalao; ahora prefiero la ruta de la merluza, el cabrito y la palabra. Y como hay extranjeras ilustradas, las encandilo con la Biblia Pol¨ªglota Complutense. En definitiva, he ganado un mont¨®n en calidad de vida.
Madrid es una ensalada chulina, chuleta; Alcal¨¢ es un chulet¨®n. Madrid tiene mucha mano, pero Alcal¨¢ tampoco es manca, dicho sea sin maldecir de Lepanto, don Miguel, mano de oro.
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