Democracia excesiva
Tratamos de hacernos los locos, incluso en nuestras conversaciones m¨¢s ¨ªntimas (es decir, cuando hablamos con nosotros mismos), porque resulta pat¨¦tico y desconsolador reconocerlo, asumir y confesar que hemos sufrido una inmensa derrota en nuestros deseos, siempre defraudados, de libertad y justicia. Pero luego te encuentras por ah¨ª con queridos amigos, colegas, gente normal que todav¨ªa no ocupa poltrona ni est¨¢ en el machito, ni se ha dejado hibernar del todo. Compartes una copa con ellos, caray, Fulanito, cu¨¢nto tiempo sin verte, siglos sin saber de ti, ?qu¨¦ haces?, y a poco que te descuides surge la confidencia, explota la amargura. Pues resulta que algunos son v¨ªctimas del sistema, est¨¢n "cesantes", como en tiempos de Gald¨®s (con la diferencia de que estos represaliados modernos cobran sus honorarios en casa y sin dar golpe en contra de su voluntad, qu¨¦ suerte para ellos, s¨ª, peor ser¨ªa haberse quedado en la calle, pero qu¨¦ vergonzoso despilfarro de dineros y talentos), por no poseer el carn¨¦ de turno, el papelito oficial con membrete y sello, el parentesco que abre las puertas a la sinecura. Otros son meros espectadores de la conjura que no cesa, el pacto contra la solidaridad gregaria y obediente, la caradura institucional. Espa?a no va tan bien, Espa?a padece un hondo y creciente d¨¦ficit democr¨¢tico. Y cuando ocasionalmente nos topamos con esos queridos amigos y colegas, y nos papamos juntos una copa o incluso dos, sale a relucir la com¨²n desconfianza, la compartida preocupaci¨®n por el porvenir de nuestro pa¨ªs.Pero aqu¨ª se habla de ¨¢rboles, ?le?e!, aunque pronto tendr¨¦ que cerrar esta tienda arb¨®rea por los calores que ya nos asedian y dedicarme, hasta que vuelvan el dorado oto?o y los sayones de la talapoda, a otros temas municipales de no menor enjundia. Quiz¨¢ porque el ¨¢rbol es considerado por esta gente una futesa, ajena a las convergencias y los ¨¦xitos europeos de nuestros gobernantes, en el ¨¢mbito medioambiental madrile?o hallamos una democracia excesiva, contraria, ?mira t¨² por d¨®nde!, al respecto que deber¨ªamos merecer los propios ¨¢rboles y los "chalaos" que intentamos a¨²n defenderlos. Esta carambola funciona as¨ª.
El departamento de Parques y Jardines se considera a s¨ª mismo como una especie de "moderador" en el asunto de la poda. Se la autoadjudica en los parques y paseos emblem¨¢ticos (como el del Prado), pero los barrios corrientes y molientes caen bajo la autoridad de las juntas municipales de distrito, asesoradas, ?Dios m¨ªo!, por aparejadores. En caso de que a ¨¦stas les d¨¦ por cortar los ¨¢rboles por la mitad, se supone que el departamento actuar¨ªa como una especie de Tribunal Supremo (?lagarto, lagarto!), pero digo yo que a ver qui¨¦n es el guapo que remienda los ejemplares masacrados y restituye el Estado de derecho a la v¨ªa p¨²blica a posteriori.
Las juntas son, a su vez, tan democr¨¢ticamente permisivas que cuando un vecino (yo supongo que af¨ªn o claramente "enchufado", pero no me consta) solicita la podatala se le concede sin vacilaciones tal gracia, sin reparar en gastos, ni en molestias... ni en la opini¨®n de los dem¨¢s vecinos del inmueble, extremo este que me confirm¨® sin pesta?ear, ante mi infinita sorpresa, el propio don Santiago Romero, jefe del departamento de Parques y Jardines. No sin a?adir, muy serio, que esto s¨®lo se hac¨ªa "previo informe t¨¦cnico". "?Quiere esto decir que s¨®lo se podatalan los ¨¢rboles enfermos?", pregunt¨¦ yo. ?l me respondi¨® categ¨®ricamente que s¨ª; yo le asegur¨¦ que los ejemplares de que habl¨¢bamos estaban san¨ªsimos (si lo sabr¨¦ yo, ?eran los que daban sombra y solaz desde hace 30 a?os al portal de mi casa!), encogi¨¦ndose de hombros.
Otros¨ª digo: ?Qu¨¦ atribuciones punitivas posee el departamento, las juntas o quien corresponda sobre los autopodataladores compulsivos, que tanto abundan en ciertos barrios de la capital, desde la Concepci¨®n hasta Campamento, desde Moratalaz a las colonias de la Prosperidad o Municipal? En muchos casos, no s¨®lo se han "podaescarallado" los ¨¢rboles de la comunidad de vecinos, sino los de la v¨ªa p¨²blica. ?Qu¨¦ penas, multas, destierros, se han impuesto hasta ahora? Lo que yo digo, un exceso de democracia, una porquer¨ªa.
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