El s¨ªntoma es Sampaio
Brasil gana con comodidad a Chile, pero su juego provoca decepci¨®n
Como no hay respeto por la historia, Brasil depende de las faltas, los rechaces y los goles de C¨¦sar Sampaio. Todo un s¨ªntoma. Sampaio, medio matraca de toda la vida, se gan¨® las alubias con dos goles que pusieron la proa al partido. Algo no funciona cuando el h¨¦roe del partido es el futbolista menos brasile?o del mundo, cuando los goles se producen en tiros de falta y cuando nadie es capaz de dar dos pases.Aqu¨ª hay un problema o una estafa. Brasil promete una cosa que no cumple. Est¨¢ m¨¢s dispuesto a publicitarse que a jugar al f¨²tbol, porque los partidos que quiere la gente los disputa en el descanso, en el c¨¦lebre anuncio del aeropuerto, donde se ven taconazos, ca?os, sombreros, alegr¨ªa y todo lo que representa la vieja identidad de esta selecci¨®n. No se puede entregar todo al mercado y neg¨¢rselo al p¨²blico. Es una falta de honestidad. Poco importa la sencill¨ªsima victoria frente a Chile si a cambio se vende mercanc¨ªa averiada, la clase de juego especulador y mediocre que nunca se espera de un equipo brasile?o.
Si C¨¦sar Sampaio es un s¨ªntoma, Junior Baiano es una provocaci¨®n. Por razones desconocidas, revent¨® todos los balones de los que dispuso. En cada metrallazo hab¨ªa una negaci¨®n con la historia, con un estilo que a todos nos hizo brasile?os. ?Por qu¨¦ esta traici¨®n? ?En nombre de qu¨¦? A Brasil no le hace falta jugar mal para ganar. Esa cultura puede estar firmemente instalada en Italia, pero el f¨²tbol brasile?o siempre ha representado lo contrario. Y con esas se?as de identidad ha conquistado cuatro Mundiales y ha dejado un reguero de jugadores inolvidables. En este plan no recordaremos ni a Ronaldo, espectador pasivo -y as¨ª y todo marc¨® dos goles y lanz¨® dos remates contra los palos- de un desprop¨®sito que caus¨® malestar en los aficionados brasile?os. Como no pod¨ªan abuchear a un equipo que muy pronto marc¨® dos goles, tiraron por la tangente, que en este caso es Denilson. Pidieron su ingreso durante todo el primer tiempo, cansados del pedregoso partido de su equipo.
Sobre C¨¦sar Sampaio, autor de los dos primeros goles, hay que decir que s¨®lo atraviesa el medio campo para rematar alg¨²n c¨®rner o falta. Es un medio de acompa?amiento que protege a Dunga para que no se le vean los a?os. A Sampaio le discute todo el mundo y con raz¨®n. Juega en la Liga japonesa y nadie le echa de menos en su pa¨ªs, pero ha marcado tres goles y ya es alguien en su selecci¨®n. Qui¨¦n lo dir¨ªa.
A Brasil le ayud¨® la asombrosa ingenuidad de los chilenos, que amagaron un poco al principio y se deshicieron con los goles. El partido les sali¨® cruzado, demasiado esquivo para un equipo que necesita del entusiasmo en proporciones exageradas. Por cada gol sus jugadores disminu¨ªan de manera perceptible. El caso m¨¢s evidente fue el de Sierra, un zurdito con maneras que desapareci¨® con las primeras malas noticias. El papel de Zamorano y Salas tambi¨¦n fue limitado. Su equipo no encontr¨® la manera de conectar con ellos y fue una pena porque Salas apunt¨® cosas interesantes en varios enganches, paredes y salidas r¨¢pidas. La falta de armon¨ªa de Brasil fue desesperante en el primer tiempo, cuando hab¨ªa partido. Contra lo que puede esperarse de ellos, su principal enemigo es el bal¨®n, o por lo menos la forma de construir el edificio del juego. Sampaio es un guardaespaldas, Rivaldo es un esp¨ªritu libre que se desconecta permanentemente de la elaboraci¨®n colectiva y Leonardo es un lateral izquierdo que juega de extremo derecho. As¨ª no hay manera. Otra cuesti¨®n es la capacidad de algunos jugadores para ganar partidos.
Roberto Carlos se sali¨® del apagado perfil de su equipo para protagonizar media docena de llegadas, muy agradecidas por la hinchada que no par¨® hasta que Zagalo meti¨® a Denilson. Era la forma de decir al veterano entrenador que as¨ª no, que Brasil es otra cosa y que con la historia no se juega.
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