La pareja de moda

Era tan bonito que parec¨ªa imposible evitarlo. Hay quien dice que las sucesivas lesiones de Guivarc'h y Dugarry estaban en realidad programadas. Que Jacquet, el t¨¦cnico, para no contradecir a sus cr¨ªticos que le acusar¨ªan de falta de valent¨ªa y de remar siempre a favor de corriente, esper¨® a que pasara lo que deb¨ªa pasar para dar el gusto a toda la afici¨®n, a todos los anunciantes, a todos los amantes del f¨²tbol-fiesta. Al final, era inevitable, la delantera francesa acab¨® siendo Henry-Trezeguet. 40 a?os entre los dos, casi menos que Leighton o Matth?us a solas. Una pareja que hac¨ªa so?ar cada fin de semana a los aficionados del M¨®naco y que hace vibrar, desde la goleada a Arabia Saud¨ª, a toda Francia y parte del extranjero.Entre ambos han conseguido ya cuatro goles (tres a uno, a favor de Henry) y han borrado de las rutinas de la mayor¨ªa esa noci¨®n que hablaba, desde hace muchos a?os, de la debilidad ofensiva de la selecci¨®n francesa.

Han sido los h¨¦roes joviales (felices, relajados, la nota p¨ªcara de ma?tre Aim¨¦) de la liguilla, una fase en que la debilidad general de los rivales (Sur¨¢frica, Arabia, Saud¨ª, Dinamarca) les ha permitido destacar de entrada, pero ahora llegan los momentos serios, la zona del Mundial en que cualquier error no se pude solucionar al d¨ªa siguiente. Les ha llegado el momento de soportar la presi¨®n, de saber Henry que una de sus carreras, o regates o disparos puede ser el arma que marque la diferencia frente a un rival cori¨¢ceo; de saber Trezeguet que aquella bola a la que no lleg¨® por cent¨ªmetros no la volver¨¢ a tener tan cerca.

Los que les conocen dudan a¨²n un poco de su madurez, sobre todo de la de Henry. Pero nadie duda que ha llegado el momento de lanzarles a la piscina, aunque no tenga agua.