El asalto a los ayuntamientos
Xos¨¦ Cui?a, de 46 a?os, presume de ser un hombre paciente. Tras una larga escalada pol¨ªtica desde la alcald¨ªa de su pueblo, Lal¨ªn (Pontevedra), y tras haber salido airoso de algunos momentos muy comprometidos -especialmente las acusaciones de haber utilizado el cargo en favor de los negocios familiares de suministros para construcci¨®n- parece que est¨¢ dispuesto a esperar lo que Fraga y el destino decidan. Hace ocho a?os se le empez¨® a se?alar como delf¨ªn del presidente, y desde entonces cuenta con la hostilidad de Romay y Rajoy y de la direcci¨®n nacional del PP.Cui?a se ve en una posici¨®n ventajosa y trata de no desgastarse en la batalla. Cree que, llegado el momento de relevar a Fraga, el partido le apoyar¨¢ como colaborador m¨¢s cercano del presidente. Por eso, aseguran en su entorno, no va a intentar acelerar el curso de los acontecimientos, ya que su intenci¨®n es demostrar la fidelidad al l¨ªder. Como medida de cautela, el secretario general se ha impuesto no replicar, al menos de momento, a los ataques indirectos de Romay.
Pero eso no significa que Cui?a est¨¦ de brazos cruzados. El pasado verano, en v¨ªsperas de las auton¨®micas de octubre, sell¨® su alianza con los barones Cacharro y Baltar, y entre los tres lograron purgar de elementos inc¨®modos las candidaturas a los comicios.
En los ¨²ltimos meses, Cacharro y Baltar fueron acusados de enchufar a decenas de militantes del PP en las diputaciones de Lugo y Ourense. Los seguidores de Cui?a creyeron ver la larga mano de Romay en la difusi¨®n de esas denuncias, y as¨ª lo expresaron dentro del partido. Lejos de sufrir el desgaste de la pol¨¦mica, Cui?a y sus aliados salieron como los grandes vencedores de un congreso extraordinario que Fraga convoc¨® sin explicar muy bien para qu¨¦.
El triunfo del secretario general tendr¨¢ un reflejo inmediato en las listas de las municipales. Cui?a quiere promover una importante renovaci¨®n que incluir¨ªa el probable apartamiento de los actuales alcaldes de Vigo, Manuel P¨¦rez; Pontevedra, Juan Luis Pedrosa, y Ourense, Manuel Cabezas. Romay intenta evitar con su pulso al secretario general que ¨¦ste haga lo mismo en A Coru?a.
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