En el l¨ªmite
Cuando el Defensor del Lector se ech¨® a la cara la primera p¨¢gina de EL PA?S del viernes 26 de junio, se apercibi¨® de inmediato de que la fotograf¨ªa que la ilustraba era una de las llamadas a crear pol¨¦mica y, que no era descartable que provocara la perplejidad, el descontento o incluso el rechazo entre no pocos lectores. La imagen del cuerpo semidesnudo del concejal del Partido Popular en Renter¨ªa, Manuel Zamarre?o, yaciendo entre dos coches tras ser asesinado por esbirros de ETA, se situaba en esa zona estrecha y de contornos indefinidos en la que no pocas veces se superponen o chocan el derecho de la sociedad a estar informada y los derechos individuales de la persona.Efectivamente, algunos lectores se pusieron desde el primer momento en contacto telef¨®nico con el Defensor del Lector para expresar su protesta -en alg¨²n caso su indignaci¨®n- por la publicaci¨®n de la fotograf¨ªa. Otros lectores, m¨¢s reflexivamente, recurrieron al correo electr¨®nico para argumentar su desacuerdo con consideraciones dignas en todo caso de ser analizadas. De todas ellas destacan tres: la fotograf¨ªa desprende morbo y sensacionalismo, vulnera los derechos a la intimidad y a la imagen de las personas y realza la actuaci¨®n criminal de los terroristas. "Gracias por obsequiarnos con una buena dosis de morbo para acompa?ar el horror de la noticia del d¨ªa", afirma Ana Hidalgo. "Manuel Zamarre?o ten¨ªa derecho a que respet¨¢semos su propia imagen, incluso despu¨¦s de muerto, y todos aquellos que le conocieron en vida ten¨ªan derecho a recordarle de pie y no como uno de los macabros trofeos de ETA", se?ala por su parte Sandra Lozano, de Madrid. Y desde Los Arcos, Navarra, Mariola Urrea muestra su sorpresa por la publicaci¨®n de una fotograf¨ªa del "m¨¢s puro estilo sensacionalista que, lejos de a?adir un ¨¢pice de informaci¨®n al titular, viola sin pudor alguno el derecho a la intimidad de una persona y de toda su familia". Del mismo tenor era el resto de los mensajes llegados a esta secci¨®n. Por su parte, Jes¨²s Mar¨ªa Echevarr¨ªa, de Madrid, tras mostrarse "convencido de que los criminales se habr¨¢n sentido euf¨®ricos al ver el resultado de su acci¨®n y lo guardar¨¢n como un trofeo", recuerda que este peri¨®dico se mostr¨® p¨²blicamente en contra de publicar la ¨²ltima imagen de Diana de Gales.
Hasta aqu¨ª, muy resumidas desde luego, las reflexiones que les ha suscitado a estos lectores la publicaci¨®n de la fotograf¨ªa del concejal asesinado por ETA. Como es l¨®gico en estos casos, el Defensor del Lector pidi¨® al director de EL PA?S, Jes¨²s Ceberio, que explicara a los lectores el proceso de reflexi¨®n que llev¨® al peri¨®dico a decidirse por la publicaci¨®n de una fotograf¨ªa que, en principio, pod¨ªa resultar controvertida.
He aqu¨ª la respuesta del director de EL PA?S: "A la luz de las cartas recibidas, creo que fue un error publicar esa fotograf¨ªa. La visi¨®n directa del cad¨¢ver, con el a?adido de su desnudez, ha tenido para muchos lectores un efecto agresivo insoportable que anula su alto valor informativo".
"Es una foto sin duda muy impactante, que lo dice casi todo sobre el desvalimiento de aquellos a los que ETA ha puesto en la diana y sobre la extrema crueldad de los terroristas. Pero un lector a?ade con raz¨®n que supone tambi¨¦n una invasi¨®n innecesaria del ¨²ltimo reducto de intimidad de la v¨ªctima. Es un aspecto que no valor¨¦ en su justa medida, aunque s¨ª fue objeto de amplia discusi¨®n. Sucede con frecuencia en los peri¨®dicos que una foto o un art¨ªculo plantean un conflicto entre informaci¨®n e intimidad. En contra del criterio que apliqu¨¦, muchos lectores han sentido que en este caso deber¨ªa haber primado el respeto a la dignidad de la v¨ªctima, puesto que el hecho era lo bastante tr¨¢gico como para necesitar el ¨¦nfasis de una fotograf¨ªa tan dura, que consideran incluso rayana con el sensacionalismo".
"Hoy no elegir¨ªa esa imagen para la primera p¨¢gina del diario. S¨®lo me queda una ¨²ltima duda: el diario Egin, cuya vecindad con los autores del atentado es de sobra conocida, dio en su primera plana una fotograf¨ªa de la v¨ªctima que hab¨ªa sido manipulada inform¨¢ticamente para ocultar su desnudez y su rostro. ?Lo hizo por sensibilidad hacia el concejal asesinado, o porque la imagen directa del fallecido era una mala propaganda para los autores del atentado?".
La explicaci¨®n del director de EL PA?S da una idea cabal a los lectores de lo dif¨ªcil que es tomar decisiones en esa zona fronteriza en la que confluyen derechos como el de la informaci¨®n, sin el cual no hay democracia, y los individuales de la persona. S¨®lo una conciencia profesional vigorosa y alerta puede evitar que se tomen decisiones equivocadas. Pero, a veces, ni siquiera eso basta para impedir el error, sobre todo si la decisi¨®n debe tomarse con la premura que exige el quehacer period¨ªstico.
En este caso hab¨ªa elementos que, en principio, pod¨ªan llevar a no valorar suficientemente los derechos individuales de la v¨ªctima. No es necesario insistir, por haber estado a la vista de todos los que han querido verlo en el escaso tiempo que ejerci¨® como concejal de Renter¨ªa, sobre la dimensi¨®n p¨²blica del compromiso pol¨ªtico voluntariamente asumido hasta la heroicidad por Manuel Zamarre?o. Un compromiso que, por las circunstancias que lo rodearon, fue m¨¢s all¨¢ de la representaci¨®n concreta de los vecinos que le eligieron, para extenderse a todos los ciudadanos vascos y espa?oles que est¨¢n con la democracia como sistema de convivencia y de resoluci¨®n de conflictos, y en contra de la dictadura de los violentos.
La muerte de Manuel Zamarre?o no ha sido, pues, como no lo fue su compromiso pol¨ªtico, un asunto estrictamente personal. Y no s¨®lo y principalmente por el modo en que se produjo. Es una muerte que concierne a todos los dem¨®cratas, que, sin duda, se han sentido identificados con esa imagen casi religiosa del concejal del PP tendido sin vida en el lugar del atentado, como la de alguien que ha sido sacrificado en el altar del odio y de la intolerancia que ETA y sus c¨®mplices se empe?an en mantener levantado en la Espa?a democr¨¢tica.
No otra cosa que sentimientos de solidaridad y de piedad provoca esa imagen en quienes la contemplan. Y de adhesi¨®n ilimitada a los altos ideales democr¨¢ticos de la persona que la encarna. Quiz¨¢ ello explique, m¨¢s que motivos de sensibilidad, ese tratamiento inform¨¢tico de la fotograf¨ªa por parte de Egin al que se refiere el director de EL PA?S.
Pero, aun siendo fundadas estas consideraciones, los periodistas debemos ser conscientes de que existe un reducto ¨ªntimo de la persona -mayor o menor, seg¨²n las circunstancias- que ninguna raz¨®n informativa justifica desvelar. La ¨²ltima imagen de Manuel Zamarre?o debi¨® ser preservada de la mirada p¨²blica. Bastaba con saber que su cuerpo semidesnudo yac¨ªa entre dos coches en el lugar donde los asesinos de ETA le tendieron su trampa mortal.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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