?Existi¨® alguna vez la 'generaci¨®n del 27'?
Ahora que la denominada generaci¨®n del 27 est¨¢ llegando a su delirio divulgativo -por Madrid se la ve hasta en los paneles electr¨®nicos del Ayuntamiento -, todo parece indicar que la f¨®rmula se encuentra ya en la picota. No ha resistido la generaci¨®n del 98, y tampoco parece que vaya a resistir ¨¦sta. La lanz¨® D¨¢maso Alonso desde las p¨¢ginas de la revista Finisterre, en 1948. Quiz¨¢ no era consciente el maestro del servicio que iba a rendir a la historiograf¨ªa franquista al rellenar el hueco que se abr¨ªa desde los a?os veinte hasta la guerra civil. Con el 98 y sus secuelas se llegaba hasta esa d¨¦cada, pero, ?qu¨¦ hacer con ella habiendo producido como produjo la mejor poes¨ªa de este pa¨ªs desde el Siglo de Oro, salvadas tres o cuatro figuras egregias anteriores? La f¨®rmula alonsiana, que pronto encontr¨® eco, apoyada por el inmenso prestigio de su formulador, vino a rellenar el hueco, y as¨ª se estableci¨® una secuencia perfecta: generaci¨®n del 98, generaci¨®n del 27, grupo de la revista Garcilaso con sus poetas falangistas... La inc¨®moda sombra acusadora de Garc¨ªa Lorca quedaba diluida en la as¨¦ptica formulaci¨®n y tambi¨¦n el marbete republicano de la mayor¨ªa de los poetas del 27, incluido Miguel Hern¨¢ndez, a quien D¨¢maso Alonso calificaba de "ep¨ªgono genial" y hueso dificil de tragar, pues no muri¨® precisamente v¨ªctima de la confusi¨®n, como entonces se arg¨¹¨ªa para explicar el asesinato de Lorca. G¨®ngora fue muy importante para este grupo. Desde el remoto XVII ense?aba a fundar la poes¨ªa sobre bases puramente est¨¦ticas, lo mismo que, en definitiva, propon¨ªa la poes¨ªa pura, tan en boga en aquellos a?os. Un genio, adem¨¢s, que se invent¨® una lengua po¨¦tica propia. Todo eran, pues, argumentos para convertirlo en patr¨®n y homenajearlo ruidosamente, como as¨ª lo hicieron en ediciones, fiestas y recitales po¨¦ticos. Lo malo es que no fue el ¨²nico patr¨®n, pues en 1927 se cumpli¨® tambi¨¦n otro centenario, el del nacimiento de fray Luis de Le¨®n, a quien estos poetas homenajearon asimismo, aunque con menos estr¨¦pito. Lo malo es que a partir de 1928 la lecci¨®n gongorina empez¨® a quedar atr¨¢s, y Rafael Alberti invocaba a B¨¦cquer cuando escrib¨ªa Sobre los ¨¢ngeles y desde Francia se colaban los vientos del surrealismo, que quebraron a G¨®ngora la punta de la nariz, como dir¨ªa Lorca, quien en 1930 revisaba sus posiciones sobre el autor de las Soledades y exaltaba por encima de cualquier otro poeta a san Juan de la Cruz. El mismo D¨¢maso Alonso hablar¨ªa por estos a?os de neorromanticismo a prop¨®sito de todo esto.No, 27 no sirve, porque no remite a un denominador com¨²n que incluya al grupo entero. M¨¢s exacto, aunque tampoco ser¨ªa absolutamente preciso, pero m¨¢s exacto, al fin y m¨¢s real, ser¨ªa hablar de la generaci¨®n de la Rep¨²blica; hacerlo de generaci¨®n de la dictadura es una burla para la gran mayor¨ªa de estos escritores, que nada tuvieron que ver con Primo de Rivera. Se han propuesto desde tiempo atr¨¢s otras f¨®rmulas: generaci¨®n del 25, generaci¨®n Guill¨¦n-Lorca... Pero no son satisfactorias. El factor republicano define a la mayor¨ªa de estos escritores: educados en la tradici¨®n liberal, en contacto muy directo con el institucionismo y el krausismo, acogieron con entusiasmo el 14 de abril, algunos incluso militaron en sus campa?as culturales y alfabetizadoras -Lorca, Cernuda, Prados-, casi todos estuvieron del lado del Gobierno leg¨ªtimo cuando la sublevaci¨®n y uno de ellos fue asesinado por los insurrectos. La muerte de la Rep¨²blica fue tambi¨¦n la muerte de aquel grupo de poetas. Grupo, s¨ª; generaci¨®n vale s¨®lo como sin¨¦cdoque, como parte por el todo de una realidad m¨¢s amplia de escritores y artistas: Dal¨ª, Bu?uel, Maruja Mallo, Sender, Ayala...
Amistad
Un grupo, el de estos poetas de la Rep¨²blica, cohesionado fundamentalmente por la amistad, adem¨¢s de por factores est¨¢ticos, por raro que esto parezca en tiempos como los nuestros de tan definido suyismo y tan escasas lealtades. En la exposici¨®n que de manuscritos de Aleixandre, Lorca y D¨¢maso Alonso est¨¢ abierta actualmente en la Biblioteca Nacional, aparte de numerosos testimonios de amistad -dedicatorias, poemas, libros, comentarios-, se exhibe un cuaderno conmovedor de D¨¢maso Alonso, un D¨¢maso ya viejo, que ofrece, recortado, un c¨ªrculo amarillo sobre la cubierta, donde figuran las fechas de la muerte de Guill¨¦n y de Aleixandre. El viejo sabio no olvidaba a sus amigos. Sus grandes amigos en la poes¨ªa, m¨¢s all¨¢ del a?o 27 y las cenizas del tiempo y de la historia.
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