Los argentinos Fogwill y Aira plasman la realidad de su pa¨ªs en sendos libros de relatos
'Cantos de marineros...' y 'C¨®mo me hice monja' han sido publicados por Mondadori
Los dos son argentinos, tienen una afici¨®n parecida por los relatos y por las novelas breves, incluyen elementos autobiogr¨¢ficos en sus narraciones, ambos disfrutan escribiendo y son amigos y admiran el trabajo del otro. Pero aseguran que no hay demasiadas coincidencias entre sus formas de entender la literatura. Los escritores Rodolfo Enrique Fogwill (Buenos Aires, 1941) y C¨¦sar Aira (Coronel Pringles, 1949) acaban de publicar en Mondadori sendos libros de relatos -Cantos de marineros en La Pampa y C¨®mo me hice monja, respectivamente- escritos desde ese peculiar universo en el que cada uno concibe sus obras. Y han viajado a la Feria del Libro de Barcelona para presentarlos.
Cantos de marineros... revisa veinte a?os en la producci¨®n de Fogwill, que prefiere ser conocido s¨®lo por su apellido, en lo que ¨¦l llama una suerte de megaloman¨ªa -"nadie conoce el nombre de pila de Hegel"-. El volumen re¨²ne 10 relatos escritos entre 1978 y 1998 por este ecl¨¦ctico autor con formaci¨®n de soci¨®logo que se ha ganado la vida como publicista durante varias d¨¦cadas y se enorgullece de haber ideado algunos de los esl¨®ganes m¨¢s antiguos a¨²n vigentes en Argentina. La mayor¨ªa de los relatos del libro ha tenido una gestaci¨®n vertiginosa; "escribo mal, pero r¨¢pido", dice el escritor, capaz de dar forma a una novela en pocos d¨ªas. Fogwill encuentra la inspiraci¨®n en el lugar menos pensado, aunque sus historias suelen tener un componente social y pol¨ªtico extra¨ªdo de la realidad y utiliza a veces informaciones confidenciales de primera mano que en su pluma se convierten en sutiles mensajes cifrados. "Al escribir recurro a elementos de la empresa, de la industria, utilizo el sexo de una forma que no es habitual entre los domesticados escritores argentinos", dice al autor, considerado un provocador en su pa¨ªs. ?l, en cambio, no se siente identificado con el calificativo: "Me comporto as¨ª por diversi¨®n. Y mi actitud nunca me ha provocado ning¨²n problema con nadie porque todos tienen miedo de ser mis enemigos".C¨¦sar Aira, situado seg¨²n la cr¨ªtica entre los mejores escritores argentinos actuales, se encuentra pr¨¢cticamente en las ant¨ªpodas del car¨¢cter de Fogwill, una de las primeras personas que leyeron y elogiaron su trabajo. Aira se expresa casi en un susurro y, como si deseara evitar cualquier da?o derivado de sus palabras, medita a fondo antes de hablar. No es as¨ª como nacen sus libros: sin planificar de antemano el argumento, el autor les da forma en la mesa de alg¨²n caf¨¦ de su ciudad, estimulado por "esa apacible mezcla de soledad y compa?¨ªa" que en ellos se respira, y dice no volver jam¨¢s sobre lo ya escrito. Eso s¨ª, crea lentamente, una hora al d¨ªa -dos o tres p¨¢ginas-, siempre novelas cortas, que en Argentina se publican sueltas -y no agrupadas en un volumen, como ocurre ahora en Espa?a- y son distribuidas por editoriales de l¨ªnea underground. "Todos los escritores que yo am¨¦ en mi juventud eran escritores secretos, para iniciados, y mi fantas¨ªa era la de ser uno de esos escritores secretos", dice el autor al respecto. C¨®mo me hice monja agrupa tres de estas novelas cortas. Las tres historias datan de una d¨¦cada atr¨¢s, y tienen el mismo protagonista. "Empec¨¦ a ponerle mi nombre a los personajes de mis novelas como una provocaci¨®n, y ahora todos mis protagonistas se llaman como yo". La obra que da t¨ªtulo al libro, la historia de un ni?o incomprendido y sensible, de entre seis y siete a?os, contiene numerosos elementos autobiogr¨¢ficos. Las otras dos son La prueba, "un homenaje al barrio en el que vivo", y El llanto, escrita en Francia y surgida de la idea de un hombre que se despierta al amanecer presa de un llanto incontrolable que al final acaba por asumir lo feliz que es su vida.
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