Las gr¨²as asedian el "glamour"
Un medroso rumor se extiende sobre los manteles m¨¢s caros. Se desparrama con suma reserva, con la misma prudencia con la que, para evitar crear alarma, se hablaba en Muerte en Venecia de la epidemia de c¨®lera: Sean Connery quiere dejar Marbella. Harto de que el desarrollismo gilista asedie con gr¨²as su mansi¨®n, Malib¨² -todo un s¨ªmbolo en el que antes vivi¨® Edgard Neville-, Connery pretende ponerla en venta. El gran actor escoc¨¦s no es el ¨²nico que quiere hacer las maletas. Con la discreci¨®n que los ricos de verdad ponen en las cosas del dinero, hay otros glamourosos y escondidos habitantes de Marbella que buscan destino en los montes de Ronda o en otros pa¨ªses y huyen de las gr¨²as que levantan bloques en zonas verdes aprovechando que todav¨ªa quedan nuevos ricos del Este y capos del narcotr¨¢fico que tienen fortunas por lavar. Se acab¨® el glamour. Hace a?os que Marbella es m¨¢s de Rappel que de Neville o Connery, que las pizzer¨ªas baratas y las tiendas de camisetas tomaron lo que eran baluartes del lujo, que la gu¨ªa Michelin dej¨® de conceder estrellas a uno de los rincones de Espa?a m¨¢s distinguidos por sus inspectores... S¨ªmbolo de los tiempos: un hortera como Bert¨ªn Osborne anuncia en televisi¨®n lo que fue la selecta urbanizaci¨®n Guadalmina, junto a la que ahora se construir¨¢n viviendas de V.P.O. Debe de haber mucho dinero que lavar con cemento en v¨ªsperas del euro. En la org¨ªa especulativa hay sitio para todos: enigm¨¢ticas constructoras compiten con empresas veteranas y hasta con p¨ªas cajas de ahorro como la cordobesa Cajasur. Es raro el d¨ªa en el que la edici¨®n de Marbella del diario Sur no sale con la foto de una tala de a?osos ¨¢rboles. Mientras, la avalancha tur¨ªstica a¨²n no ha llegado y los habitantes de siempre pueden disfrutar de su rutina. Luis Ortiz, el ex-marido y acompa?ante eterno de Gunilla von Bismarck, demuestra que tambi¨¦n es fiel a sus costumbres y sigue comprando papelillo de liar en el estanco de la Venta Los Pacos sin que le importune ning¨²n cazador de famosetes de los que tanto abundan en agosto. Hay un barrunto de cambio en Marbella. Los s¨ªntomas se han dejado ver incluso en la primera fiesta ben¨¦fica del verano, la de una filantr¨®pica asociaci¨®n que se encarga de los animales abandonados y que, caprichosamente, comparte el t¨¦trico nombre de Triple A con el de los escuadrones de la muerte de la Argentina de mitad de los setenta. En la fiesta de la Triple A, los paparazzis no le hac¨ªan ning¨²n caso al alcalde, que estaba solo, sin m¨¢s compa?¨ªa ni aduladores que los que componen su bien pagada cohorte municipal. Gunilla se estren¨® en la fiesta como modelo, siguiendo a sus a?os la estela de Roci¨ªto y de la hermana de Jesul¨ªn, y s¨®lo cosech¨® los flashes justos. La pareja de la noche, que amenaza con convertirse ya en la pareja del verano, era una extra?a pareja: la tenaz concejala socialista Isabel Garc¨ªa Marcos, que nunca antes hab¨ªa acudido a festorrios de este tipo, apareci¨® junto a Carlos Fern¨¢ndez, un edil del GIL que se pas¨® este invierno al grupo mixto y ha llevado a los tribunales al alcalde. Los bailes de la extra?a pareja y las miradas de odio que les dirig¨ªa el solitario Gil fueron la noticia de la noche. M¨¢s que amor, lo de los dos concejales parecen s¨®lo ganas de fastidiar. No les une otra pasi¨®n que la venganza. Para evitar a Garc¨ªa Marcos, Gil dej¨® de ir a los plenos del Ayuntamiento. Ahora se hacen apuestas sobre si la socialista ser¨¢ capaz de jubilarlo de la vida social y llegar¨¢ a ocupar su lugar en las fotos. Algo ganar¨ªan los adictos al papel couch¨¦: adem¨¢s de infinita tenacidad, Garc¨ªa Marcos posee el mejor par de piernas de la pol¨ªtica espa?ola. Est¨¢ rara Marbella. Los ricos veteranos ya no hablan de yates y coches caros, sino de ecolog¨ªa y agobio urban¨ªstico, y una pareja de concejales es m¨¢s fotografiada que la eterna jet.
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