Cinco goles en propia meta (zurdos)
1.Cuando era jovencito y a¨²n cre¨ªa que un objetivo de la prensa era ayudar a mejorar las cosas, escrib¨ª a un programa deportivo de radio y les ped¨ª una campa?a contra la larga costumbre espa?ola de hacer prevalecer en la Liga, en caso de empate a puntos, el mejor coeficiente de goles, entonces llamado goal-average, y en espa?ol "golaveraje". Eso, dije, primaba el juego defensivo, ya que tra¨ªa m¨¢s cuenta encajar pocos goles que meter muchos. Era m¨¢s sensato que prevaleciera la mera diferencia de goles a favor y en contra. Durante unos d¨ªas escuch¨¦ el programa, a ver si se hac¨ªan eco de mi modesta proposici¨®n. Pero ni caso. Lo que ahora cuenta, sin embargo, es lo que yo suger¨ªa entonces, as¨ª que me atrevo hoy con otra propuesta. Si a nadie satisface la eliminaci¨®n por penaltis (menos a¨²n que as¨ª se decida un t¨ªtulo, como en 1994), pero se prefiere al sorteo porque al menos intervienen varios jugadores en esas tandas y el penalti es un lance del juego, tal vez no ser¨ªa del todo est¨²pido que los empates se deshicieran mejor con golpes francos directos. Al ser la frecuencia del gol mucho menor que este lance, deber¨ªa bastar con que un equipo fallase y el otro no para proclamar vencedor a ¨¦ste. Habr¨ªa algo m¨¢s de emoci¨®n y de merecimiento; los 22 jugadores estar¨ªan en el campo, participando de alg¨²n modo en la jugada; ser¨ªa un momento m¨¢s colectivo, esto es, m¨¢s futbol¨ªstico. (Ya s¨¦ que no se me har¨¢ caso. Al tiempo).2.Y ya puestos, me voy a permitir aqu¨ª otra propuesta que nada tiene que ver con el f¨²tbol; o s¨ª, en la medida en que el dinero tiene que ver con casi todo. Ante la cercan¨ªa del uso del euro, y dado que la palabra es inc¨®moda de decir en castellano, con su diptongo, propongo que en el habla llamemos "duro" a esa unidad monetaria. S¨®lo cambiar¨ªamos una letra, y los duros, en cambio, estamos acostumbrados a pronunciarlos. (Est¨¢ bien, no hago ya m¨¢s propuestas).
3.El Mundial est¨¢ a punto de concluir y me veo en un brete personal. En el primer art¨ªculo de esta serie zurda vaticin¨¦ que Francia no ganar¨ªa por su portero Barthez, de perilla y mangas tan innobles que invitar¨ªa a los contrarios a intentar y desear humillarlo. De momento s¨®lo ha recibido dos goles, y uno de ellos de penalti. Su equipo est¨¢ a un paso del t¨ªtulo, y si lo alcanza, mis dotes pronosticadoras, en alza tras profetizar que el Madrid vencer¨ªa a la Juventus, sufrir¨¢n gran desprestigio. El rival es Brasil, cuyo juego no me ha gustado y a¨²n menos la actitud suficiente y levemente desde?osa de sus estrellas. Pero no se puede ser imparcial en una final, eso va contra las leyes del f¨²tbol, y contra la diversi¨®n tambi¨¦n. En principio prefiero a los europeos, por eso, por europeos. Pero el existencialista Barthez y mi vaticinio... Ojal¨¢ jugase Lama, el guardameta suplente.
4.Quiz¨¢ mi capacidad adivinatoria se limite al Real Madrid. Como muchos madridistas, andaba yo preocupado con la contrataci¨®n de Camacho como entrenador, pues incurre a veces en clementinas; y alg¨²n amigo sevillano me lo compar¨®, tras su paso por el Sevilla (aquel equipo que sol¨ªa ser de primera, ?recuerdan?), con el escritor Uss¨ªa (cruc¨¦ los dedos). As¨ª que hace un par de semanas, m¨¢s que nada para tranquilizarme, dije a unos amigos merengues: "No durar¨¢ mucho Camacho". En verdad no esperaba que cesara sin haber empezado. ?Hurra!
5.Con mayor o menor grado de atenci¨®n debo de haber visto el 80% de los partidos de este Mundial. S¨®lo ha habido para m¨ª tres de veras emocionantes: el Espa?a-Nigeria (quiz¨¢ por motivos esp¨²reos), el Argentina-Inglaterra y el Brasil-Dinamarca. Tres de setenta, los que se llevan disputados. El f¨²tbol, ?santo cielo!, empieza a ser como los toros, al menos para los entendidos. Uno de ¨¦stos, mi amigo Alberto Gonz¨¢lez Troyano, peregrina de una plaza a otra dominado por el escepticismo. He visto c¨®mo la tarde en que el p¨²blico sacaba en hombros a un diestro o aun a dos diestros, ¨¦l se la pasaba bostezando o mirando las piernas a las mujeres. Al t¨¦rmino, y al yo preguntarle qu¨¦ tal, me contestaba siempre: "Nada". Y si hac¨ªa concesiones, la respuesta era ¨¦sta: "Cositas. Hubo un momento en que Anto?ete camin¨® bien hacia el toro". O bien: "El capote de Rinc¨®n flot¨® un instante con el mismo vuelo que el de Ord¨®?ez. Nada, un segundito". Detalles. Ser¨¢ que me voy haciendo viejo, pero empiezo a conformarme en el f¨²tbol con un regate, con un pase inesperado, con un gol excelente como los de Owen, Bergkamp y Kiko. Anta?o pod¨ªa uno sentirse satisfecho del conjunto, del partido entero, y eran tantos los detalles a veces que no se hac¨ªa el recuento, ni se atesoraban. Aun as¨ª, como los taurinos corridas, no dejo de ver partidos. No creo que la culpa sea s¨®lo m¨ªa. Tampoco de una atenci¨®n escasa por parte de los medios ni de los espectadores, nunca el f¨²tbol fue tan mimado. Ni del dinero, jam¨¢s se ha gastado tanto ni tanto ha producido este juego. ?De qui¨¦n es la culpa entonces, de esta escasez tan taurina? ?Qui¨¦n empu?a el cuentagotas? Cada vez es m¨¢s estrecho.
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