"Los serbios tienen las armas y nosotros el coraz¨®n"
Los guerrilleros del ELK se organizan en los pueblos abandonados por sus familias para hacer frente a los serbios
Los guerrilleros del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK) en la regi¨®n en torno a Pec, la segunda ciudad m¨¢s grande de Kosovo, situada 100 kil¨®metros al oeste de Pristina y 50 de la frontera con Albania, sufren desde hace d¨ªas los ataques de la polic¨ªa militarizada serbia, armada con veh¨ªculos blindados, que emplea morteros y granadas. Los combatientes del ELK, en conversaci¨®n con este peri¨®dico repiten, como en una letan¨ªa, todos a una: "No tenemos nada que perder, no somos terroristas, defendemos nuestro pa¨ªs y estamos dispuestos a morir".La carretera principal de Kosovo, la que une Pristina con Pec, est¨¢ cortada a causa de la guerra. Lo mismo ocurre con el ferrocarril, que ya no circula entre las dos ciudades. La segunda ruta m¨¢s corta entre las dos ciudades, al sur de Kosovo, tambi¨¦n ha quedado cortada. La ¨²nica posibilidad de llegar de Pristina a Pec, sin excesivos problemas, es a trav¨¦s de Montenegro, con un recorrido el doble del normal y a trav¨¦s de desfiladeros de monta?a. Para llegar desde Pristina a Pec hay que superar siete retenes policiales, cinco serbios y dos montenegrinos. Los de Montenegro se limitan a permitir pasar al automovilista. En los serbios, todo es posible, seg¨²n el humor y la arbitrariedad del polic¨ªa de turno. Alguno permite pasar sin problemas. Otro se permite largar una perorata, para explicar que los problemas de Kosovo son los mismos que los de todo el mundo, "como en Espa?a con los vascos, que se quieren separar, o con los irlandeses".
En las cercan¨ªas de Pec, los combates entre la polic¨ªa serbia y el ELK fueron intensos los ¨²ltimos d¨ªas. Ayer reinaba una cierta tranquilidad en la zona, pero se palpaba la guerra. Al mediod¨ªa, las calles del centro de Pec se encontraban casi vac¨ªas. La tierra temblaba como consecuencia de las explosiones en las cercan¨ªas. En una casa de una familia que acogi¨® a 25 refugiados, los ni?os lloraban. Los j¨®venes partieron a pie hacia Montenegro y llamaron por tel¨¦fono 10 horas m¨¢s tarde, para decir que hab¨ªan llegado bien.
Los barrios de las afueras hacia el sur de Pec han quedado convertidos en una ciudad fantasma, de casas abandonadas por sus habitantes. Manzanas enteras vac¨ªas que causaban angustia. Un hombre anciano y su mujer hu¨ªan a bordo de un carromato, tirado por un caballo, en el que transportaban todos sus enseres: sof¨¢s de tela, colchones y electrodom¨¦sticos incluidos. En direcci¨®n a Lodje, un pueblo de 2.500 habitantes, circulan civiles serbios armadas con metralletas. S¨®lo han quedado all¨ª dos familias albanesas, que explican que los serbios todav¨ªa viven all¨ª, se han quedado y no tienen problemas con ellos. Relatan que el s¨¢bado pasaron por all¨ª delante 14 veh¨ªculos blindados serbios y camiones. Las huellas de los blindados se aprecian sobre la carretera. En el ret¨¦n de polic¨ªa serbio, a la salida de Pec hacia Lodje, los polic¨ªas explican que es muy peligroso adentrarse m¨¢s all¨¢ y, por supuesto, de ning¨²n modo con un coche con matr¨ªcula de Belgrado. Un jeep blindado, de un grupo de periodistas, permite entrar en la zona de nadie. A medio kil¨®metro, un disparo obliga a detenerse al jeep. Tras una tensa espera, ante una barricada que se divisa a unos 100 metros, de donde parti¨® el disparo, llegan dos j¨®venes con los uniformes del ELK. La barricada se encuentra a solo 500 metros del puesto de polic¨ªa serbio.
Uno de los guerrilleros se llama Rexhep, de 27 a?os, trabaj¨® en Alemania, donde todav¨ªa vive un hermano, y estudi¨® hosteler¨ªa. El joven habla alem¨¢n con correcci¨®n y explica que lucha por defender su tierra. En Lodje, Rexhep ten¨ªa una taberna, dos hect¨¢reas de tierra, dos coches y una casa. Ahora todo ha quedado destruido. Hace dos meses, el joven ha tenido su primer hijo, var¨®n, que se llama Betim. Naci¨® en el hospital de Pec y su mujer, junto con el resto de la familia, abandon¨® la regi¨®n por el peligro reinante, "ahora se encuentra en una zona liberada". Una hermana de Rexhep se qued¨® en el pueblo y trabaja en la cocina.
A su lado, Shala, un economista de 26 a?os, explica en ingl¨¦s: "Estamos en nuestro pa¨ªs y tenemos que luchar. Estamos preparados para morir". Rexhep no sirvi¨® en el Ej¨¦rcito serbio y dice que aprendi¨® a usar las armas "en el nuestro", el ELK. Sobre la calidad del armamento, se lamenta el joven de que "a veces las cosas funcionan y otras, no". Lleva el guerrillero un fusil ametrallador AK 47 y granadas de mano en la cartuchera. Despu¨¦s de una media hora de conversaci¨®n, llega por fin un comandante del ELK, la ¨²nica persona que puede autorizar el paso. Habla un ingl¨¦s aceptable y explica que no se f¨ªa de nadie. Seg¨²n el comandante, "los serbios tienen las armas, pero nosotros el coraz¨®n. Todos los serbios que vienen aqu¨ª est¨¢n drogados". Como despedida, el comandante dice: "Es posible que los serbios vengan y disparen sobre nosotros. Me importa un pito. S¨®lo se muere una vez".
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