Francia 98 devuelve el f¨²tbol a la cordura
Varios d¨ªas antes del comienzo del Mundial el centro de prensa de Par¨ªs era un lugar hirviente desde el que se acced¨ªa al mundo. El Campeonato de los Medios de Comunicaci¨®n, esa m¨¢quina infernal que factura informaci¨®n, ya se hab¨ªa empezado a jugar. El matrimonio entre f¨²tbol y televisi¨®n consagraba as¨ª su relaci¨®n en el acontecimiento futbol¨ªstico m¨¢s importante del mundo. Hab¨ªa empezado el Mundial de los Medios. F¨²tbol comercio, f¨²tbol negocio, f¨²tbol empresa. F¨²tbol antes de que empezara el f¨²tbol. Al final casi todas las selecciones se enfadaron con el periodismo de su pa¨ªs. Problemas de abundancia.
Los tres s¨ªndromes
Primero. Las selecciones menores mejoran, los jugadores no, se?al de que la evoluci¨®n est¨¢ concentrada en la preparaci¨®n f¨ªsica y la organizaci¨®n colectiva. Casi todos son equipos ingenuos en las dos ¨¢reas, como si a¨²n no tuvieran suficiente informaci¨®n gen¨¦tica para que el instinto resuelva los problemas graves a la velocidad de la luz. De modo que todas ellas mostraron un d¨¦ficit com¨²n: son buenas hasta tres cuartos de campo. Llegados a ese punto la jugada parece caerse por un precipicio.Segundo. El desprecio al centro del campo. Algunos porque no quieren y otros porque no saben, lo cierto es que esa zona se pis¨® poco. De nuestra ¨¢rea salimos largo porque hay que alejar el peligro, al ¨¢rea contraria hay que llegar con pelotazos para sorprender. El medio de la cancha, donde se manejan los partidos, pas¨® a ser un lugar secundario. Tercero. La manifiesta incapacidad para jugar con el marcador a favor. Todos quer¨ªan cuidar el gol por el m¨¦todo del retroceso y ¨¦se es el mejor modo de ponerlo en peligro.
Abrir la cancha. Los equipos que intentaron jugar (Nigeria, Brasil, Francia, Holanda, Marruecos, M¨¦xico...) ocuparon todo el ancho del terreno como hac¨ªa muchos a?os que no ocurr¨ªa. Algunos con extremos tipo Overmars, otros con mediocampistas tipo Henry, otros con carrileros tipo Jarni, y finalmente con laterales tipo Roberto Carlos. O estacionado adelante o llegando desde atr¨¢s, lo cierto es que las rayas de banda estuvieron ocupadas y eso permiti¨® darle amplitud a los intentos atacantes. Sin eso la jugada se asfixia.
Cambio generacional. Si el Mundial de Estados Unidos despidi¨® a Maradona, marc¨® la plenitud de Zubizarreta, Stoichkov, Baggio, Romario, Hagi, Valderrama y, sobre todos, Romario. Francia98 los despidi¨®. Aparecieron muchos j¨®venes que le han dado un nuevo aliento al f¨²tbol. Este Mundial le dio la bienvenida a Ronaldo, Del Piero, Henry, Vieri, Ortega, Ra¨²l, Kan¨², un tal Nakata, tambi¨¦n Zidane (su primer Mundial), Overmars, los mexicanos Blanco y Arellano, los ingleses Owen y Scholes... La generaci¨®n 2000 se present¨® en sociedad en Francia.
Las hist¨®ricas se cayeron aferradas a sus t¨®picos. Sobre todo Italia, otra vez con la figura del l¨ªbero que, como un ancla, tira para atr¨¢s a todo el equipo. Desde el 82 que no ganan, y de divertir ni hablar, pero no revisan su cultura. Alemania careci¨® de t¨¦cnica y un jugador que le pusiera cerebro a tanto m¨²sculo. Nos dej¨® la impresi¨®n de estancamiento. Argentina tiene el problema contrario, se fue del Mundial sin la pelota, l¨ªnea de flotaci¨®n de su historia. El triste debate entre tradicionalismo o modernismo termin¨® en un h¨ªbrido irreconocible. Argentina s¨®lo es el color de la camiseta, el car¨¢cter de todos, y Ortega el ¨²nico jugador que se pareci¨® al barrio y a la historia.
Desde el 82, en donde Brasil jug¨® e Italia gan¨®, los Mundiales pertenecieron a los que no quer¨ªan perder. Cuando los te¨®ricos empezaban a convencerse de que conven¨ªa no usar la pelota para poder ganar, Francia98 devolvi¨® el f¨²tbol a la cordura y llegaron a la semifinal no s¨®lo aquellos que tomaron la iniciativa, sino tambi¨¦n los que creen que la pelota es el punto de partida de este juego. Los amigos del ¨¦xito instant¨¢neo dir¨¢n que el f¨²tbol cambi¨® y son buenos tiempos para la l¨ªrica. Mentira, cambi¨® la suerte.
A las instancias superiores del campeonato s¨®lo accedieron los equipos exportadores de jugadores: Croacia, Holanda, Brasil y Francia. Enganchado este dato a la desilusi¨®n que produjeron las grandes potencias, creo que Italia, Alemania, Inglaterra y Espa?a tienen que ponerse a pensar sobre los devastadores efectos de la codicia.
El factor negro. ?frica no logra dar el golpe definitivo, pero la influencia de lo negro sobre el f¨²tbol es creciente. La final fue la m¨¢s negra de la historia. Miren lo que es Francia: Zidane; Argelia, Djorkaeff y Boghossian: Armenia; Thuram, Henry y Diom¨¨de: Guadalupe; Lizarazu y Deschamps: Pa¨ªs Vasco franc¨¦s; Desailly: Ghana; Vieira: Senegal; Lama: Guayana; Trezeguet: Argentina; Candela: Italia. Es evidente que ¨¦ste no es el equipo de Le Pen.
Holanda fue el equipo que despert¨® una mayor complicidad entre los neutrales. Hab¨ªa algo de sincero, de limpio y de digno en todo lo que intentaban que le daba una grandeza inolvidable. Se qued¨® en la puerta de la final porque le costaba traducir en peligro el tiempo de posesi¨®n de la pelota.
El mundo asocia Brasil a una pelota. Se trat¨® de una selecci¨®n que ten¨ªa indicios de Brasil (jugadores), pero hubo una cierta falta de armon¨ªa a la hora de defender un proyecto que beneficiara a los mejores. Y entre los mejores est¨¢ Ronaldo, un prodigio que le pone acento a los problemas porque el equipo no lo rescata de su confusi¨®n por ese af¨¢n de llegar al gol desde cualquier lugar del planeta en el que se encuentre. A las virtudes porque se trata de un talento superior que en un d¨ªa regular es capaz de ganar el partido solo. Yo dije en un momento que cre¨ªa m¨¢s en Ronaldo que en Brasil. Me falt¨® decir que Ronaldo es brasile?o y eso no es una casualidad. Con uno no alcanza sino hay un equipo detr¨¢s. Ronaldo y Brasil llegaron hasta la final y no merec¨ªan m¨¢s.
Francia se futboliz¨® durante un mes y estuvo volcada hasta donde merec¨ªa un equipo serio, adulto y contenido. Esa pasi¨®n a media asta que siempre tuvieron los franceses con respecto al f¨²tbol aument¨® durante el Mundial, pero la selecci¨®n ten¨ªa todos los defectos de los equipos responsables en exceso y eso no suele ser provocador de entusiasmo. Jacquet rechaz¨® ese gui?o del destino y a lo largo del Mundial modific¨® la delantera (fuera Trezeguet y Henry y adentro Guivarc"h y Karembeu) con el siguiente af¨¢n: quitarle peligro para aumentar el orden. El f¨²tbol de Zidane, necesitado de socios que se sepan mover, se sinti¨® desamparado hasta el punto de que en los ¨²ltimos partidos era dif¨ªcil imaginarse un gol de Francia. En octavos lo salv¨® Blanc (defensa central), en cuartos la loter¨ªa de los penaltis, y en semifinales Thuram (lateral derecho), es justo que la final pasara a Zidane que por una vez us¨® la cabeza para cabecear y no para pensar. Gloria a Holanda, el due?o de la pelota; gloria a Francia, el due?o del Mundial; gloria a Brasil, el due?o del f¨²tbol en el siglo XX y gloria al futbol que va en busca del siglo XXI m¨¢s vivo que nunca.
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