Una puerta en la roca
El Chozo Kindel¨¢n y la Majada de Quila evocan los tiempos heroicos del descubrimiento de la Pedriza
Ocurri¨® durante las fiestas de Carnaval de 1914. Juan A. Meli¨¢ y Jos¨¦ Tinoco, miembros fundadores de la flamante sociedad de alpinismo Pe?alara-Los Doce Amigos, andaban a la saz¨®n reconociendo la zona de los Llanillos con vistas a construir un refugio de monta?a en la Pedriza Posterior, cuando se les vino encima tal tempestad de nieve que se vieron obligados a guarecerse en "un agujero c¨®nico que hay en un murall¨®n de granito, orientado al sur, donde pueden permanecer, sentados o tumbados, hasta tres individuos". As¨ª describir¨ªa cuatro a?os m¨¢s tarde el propio Meli¨¢, en Andanzas castellanas, el covacho de la Majada de Quila.Confiados en que pronto amainar¨ªa el temporal, los dos amigos se holgaban cantando el racconto de Lohengrin, el brindis de Amleto y la Celeste Aida; tocando la ocarina, prepar¨¢ndose con alcohol s¨®lido el five o'clock tea y leyendo en alta voz "un librito franc¨¦s de cuentos no muy espiritual, pero gracios¨ªsimo". Mas pas¨® la tarde, y pas¨® la noche, y al alba, la ventisca, lejos de ceder, hab¨ªa arreciado.
Temiendo por sus vidas, pues la nieve amenazaba con sepultarles en su madriguera, Meli¨¢ y Tinoco salieron embozados en las mantas y, avanzando a locas por toda aquella blancura cegadora y uniforme -disparando sus Browning para advertir al mundo de su err¨¢tica presencia, rodando por las llambrias heladas como peleles zamarreados por el ventarr¨®n...-, lograron llegar cuatro horas m¨¢s tarde, arrecidos y ensangrentados, vivos de puro milagro, a la garganta del Manzanares, cuando en otras circunstancias no les hubiera supuesto la bajada m¨¢s de tres cuartos de hora.
Recorrer el camino de la Majada de Quila es un homenaje a aquellos pioneros de principios de siglo que, arriesgando el pellejo, facilitaron con sus exploraciones el acceso a la Pedriza de mir¨ªadas de madrile?os, incluidos esos pseudomonta?eros que hoy aprovechan las oquedades de las rocas, no para guardarse de la intemperie, sino para celebrar farras nocturnas en las que, a juzgar por los desperdicios, no se bebe precisamente t¨¦ ni se sopla la ocarina. De manera que es tambi¨¦n una vindicaci¨®n de las viejas costumbres.
Llegar al Chozo Kindel¨¢n
Animados por ese doble prop¨®sito, cruzaremos el Manzanares por el puente que cae a levante del aparcamiento de Canto Cochino y seguiremos a la izquierda las se?ales blancas y rojas, pintadas sobre pinos y ariz¨®nicas, del sendero GR-l0, las cuales nos van a guiar por el arroyo de la Majadilla arriba.
En poco m¨¢s de un cuarto de hora, toparemos junto al camino un pino resinero, ya marchito, que, por una extra?a deformaci¨®n en la cepa, creci¨® paralelo al suelo; 50 pasos m¨¢s all¨¢ nace la trocha que sube culebreando rauda hasta el Chozo Kindel¨¢n.
Esta cavidad fue acondicionada como refugio hacia 1912, cerr¨¢ndose con un muro de mamposter¨ªa, y como muestran las fotos de la ¨¦poca, en su interior forrado de madera viv¨ªan regaladamente los hermanos Jos¨¦, Juan y Ultano Kindel¨¢n, protoescaladores de la Pedriza, ataviados todos ellos con pull¨®veres y chaquetas de sport: nada que ver con el nido de ara?as, lleno de mugre y pintadas, en que ha quedado convertido hoy.
Un kil¨®metro m¨¢s adelante, el sendero GR-10 salva la corriente por una pasarela muy cerca del lugar donde se alza, ya en la otra orilla, el Refugio Giner, que data del a?o 1916. Pero nosotros no la cruzaremos, sino que proseguiremos rumbo norte, monte arriba, rastreando a partir de aqu¨ª las marcas blancas y amarillas del sendero PR-2, que remonta el arroyo de los Pollos zigzagueando por su margen derecha -a la mano izquierda del esforzado caminante-, hasta nivelarse en los Llanillos.
A una hora y cuarto del inicio de la marcha, en una encrucijada evidente conocida como Cuatro Caminos, optaremos por el ramal de la izquierda para, en otros diez minutos, desviarnos a la diestra por una veredita, marcada en su arranque con dos grandes hitos, que conduce en un decir am¨¦n hasta la deseada covacha de la Majada de Quila.
Parece chica, pero en ella cab¨ªan monta?eros colosales como Meli¨¢ y Tinoco.
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