La c¨¢mara y los ni?os

Lo dif¨ªcil en fotograf¨ªa es mirar. Saber t¨¦cnicas, trucos y dem¨¢s avatares har¨ªan de cualquiera un fot¨®grafo profesional. Saber mirar lo har¨ªa sencillamente excepcional. Un ejemplo cotidiano: los ni?os. En vacaciones nuestras c¨¢maras les disparan cientos de fotos con resultados irregulares. La culpa ni la tiene el maravilloso paisaje en donde los situamos, ni el grupo escult¨®rico delante del cual los colocamos, ni la luz que agoniza al atardecer. No es la culpa pero s¨ª la causa. Lo mejor: "olvidarnos" de la escenograf¨ªa, ponernos a su altura, esto es, tirarse al suelo, arena de playa o hierba de pradera, colocar la c¨¢mara que llevamos al nivel de sus ojos y, cercano a ellos, disparar pocas veces, jugando en la medida de lo posible, a vivir el momento en el que atrapamos sus miradas, sus cansancios, sus risas... esa esquina rara y extra?a donde confluye la magia del instante que se acaba. Si nos situamos al ras de suelo y observamos su revuelo por encima de nuestra c¨¢mara los convertiremos en unos Ciudadanos Kanes muy particulares. Quiz¨¢s acertemos en la nueva visi¨®n de peque?os grandes hombres, sobre todo si no olvidamos que el fondo, generalmente, es m¨¢s claro. Deber¨ªamos abrir un poco el diafragma del objetivo porque si no, nuestros chicos en vez de Hearts se parecer¨¢n a Lubumba. La postura contraria, la c¨¢mara por encima de sus cabezas, no deber¨ªa ser recomendable a no ser que queramos ningunearlos. Pero todo esto, a gusto del consumidor.