Josef Koudelka
Koudelka es un exiliado permanente. De su pa¨ªs, Checoslovaquia, en el que naci¨® en 1938 -sus im¨¢genes de la invasi¨®n rusa de Praga fueron el testimonio de una ¨¦poca- de su trabajo, de su vida. Relataba excepcionalmente con la c¨¢mara el mundo gitano y, de tanto mirar, ¨¦l mismo se convirti¨® en un n¨®mada. Tiene una inmensa capacidad para narrar el caos, la violencia, la desesperanza y, sin embargo, sus fotos no son ca¨®ticas ni violentas. Al rev¨¦s, sus fotos desvelan una lectura sosegada del desorden, una inteligente y extra?a mirada que nos induce, con libertad, a que cada cual entienda los conceptos primarios que encierra su peculiar manera de mirar. Atra¨ªdo en su exilio por Andaluc¨ªa vino muchas veces en los a?os 70 y nos dej¨® im¨¢genes tan rotundas como ¨¦sta realizada en 1974. Una calma tensa con nubarrones grises, la violencia del contraste hombre-mujer, a caballo y a pie, de frente y de espalda, de la diagonal al centro. Un detalle: las margaritas contrastadas sobre el mant¨®n, casi pegadas nos demuestra toda la ternura de las im¨¢genes de Koudelka. La anarqu¨ªa de los postes de luz, el barullo de cables y las casas que surgen de la duna marcan una escenograf¨ªa violenta. Las miradas de las mujeres nos las confirman. La referencia en off de estas miradas al fot¨®grafo lo sit¨²an como testigo de excepci¨®n. Siempre lo ha sido.
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