El lucrativo negocio del tr¨¢fico de hombres
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Los legionarios se restregaron los ojos, at¨®nitos ante la sorpresa que escond¨ªa la cocina del convoy militar reci¨¦n desembarcado en Almer¨ªa. Un marroqu¨ª de 12 a?os sonre¨ªa con picard¨ªa en el interior del cami¨®n con el que acababa de salvar la traves¨ªa desde Melilla. Hay ni?os que se juegan el pellejo, agarrados entre los ejes de camiones, para alcanzar la orilla que imaginan repleta de riquezas. Ni siquiera ellos permanecen inmunes al espejismo migratorio que recorre el ?frica subsahariana y la cornisa del Magreb.El sue?o europeo atrae a miles de africanos que huyen de la guerra, el hambre y la miseria sin calibrar cu¨¢nto de pesadilla encierra su aventura. Las mafias, por el contrario, han calculado con frialdad el potencial econ¨®mico que subyace en el fen¨®meno. Aunque la inmigraci¨®n africana es de las m¨¢s ca¨®ticas y menos organizadas, el control fronterizo ha contribuido a perfeccionar los m¨¦todos. El informe del Fondo para la Integraci¨®n Social de los Inmigrantes sobre La inmigraci¨®n y el asilo en Espa?a advierte que los planes de acogida en Ceuta y Melilla "est¨¢n generando un nuevo tr¨¢fico de inmigrantes ilegales que son conducidos a estas ciudades desde la Pen¨ªnsula o desde otros pa¨ªses europeos para acogerse a estos programas".
Conforme el movimiento migratorio ha ido en aumento, se han sofisticado las redes que viven del tr¨¢fico de hombres. Un pasaje a la tierra prometida, desde Senegal, Angola, Camer¨²n o Nigeria, no baja de 300.000 pesetas para costearse el viaje hasta Marruecos y comprar un hueco en una patera. T¨¢nger, Ujda y Nador, seg¨²n un informe de la Guardia Civil, se han erigido en los principales enclaves de salida de pateras de la costa marroqu¨ª, aunque se estima que existen, al menos, 24 puntos de embarque.
Materializar el sue?o europeo exige salvar el Estrecho, una fosa an¨®nima de proporciones ignoradas que no disuade a los inmigrantes a la hora de emprender una traves¨ªa traicionera en barcas demasiado fr¨¢giles. Otras tentativas se realizan a bordo de pesqueros, ocultos en las bodegas de transbordadores o en camiones de mercanc¨ªas. La raz¨®n por la que se juegan la vida: un salario europeo multiplica por 10 o 15 la renta que pueden obtener en su pa¨ªs.
No hay norma que valga para impermeabilizar fronteras ante el desequilibrio econ¨®mico. A la costa andaluza, desde C¨¢diz hasta Almer¨ªa, arriban pateras ajenas al acuerdo Schengen.
La presencia de africanos, entre los extranjeros residentes en territorio espa?ol ha crecido del 2,5% en 1980 hasta el 18,3% en 1996. Madrid y el corredor mediterr¨¢neo, por la agricultura y los servicios, absorben la gran mayor¨ªa de los 98.820 inmigrantes procedentes de ?frica. Aunque lejos de otros pa¨ªses comunitarios, el flujo ha crecido notablemente en Espa?a: de 181.544 residentes regulares en 1980 se ha saltado a los 600.000 en 1997.
Hasta sus puntos de destino, los inmigrantes son trasladados en furgonetas por organizaciones clandestinas. Las aventuras individuales est¨¢n en retroceso. En Almer¨ªa, cuyo voraz desarrollo hortofrut¨ªcola se ha convertido en un poderoso im¨¢n para los inmigrantes, se han establecido m¨¢s de 11.000 africanos. Pero el sue?o europeo engendra sus propios monstruos, como el racismo, la explotaci¨®n o la discriminaci¨®n social, que los inmigrantes s¨®lo descubren al llegar a la orilla rica.
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