Sue?os de verano
Entre sue?os, con un amodorramiento que se resist¨ªa al espabile, reflexionaba sobre si su falta de preocupaci¨®n porque no se celebra ning¨²n juicio en lat¨ªn desde hac¨ªa siglos podr¨ªa obedecer a alg¨²n r¨¦probo motivo de su inconsciente, o a alguna alteraci¨®n fisiol¨®gica. O, tal vez, a alg¨²n virus mental de origen desconocido. Esa lengua desaparecida en la que hab¨ªa llegado a traducir poes¨ªas de Ovidio y componer alguna f¨¢bula a los diecis¨¦is a?os. Pensaba si necesitar¨ªa que la "normalizaran" por la locura de hablar, leer, pensar y comunicarse en la lengua de sus padres, abuelos y bisabuelos. Pues no ten¨ªa noticias de sus tatarabuelos. Casualmente en la misma en la que parece ser que escribi¨® el acta fundacional de su Villa y toda la documentaci¨®n oficial administrativa y de legislaci¨®n de su Pa¨ªs desde que se invent¨® la tinta. ?Ser¨ªa ¨¦l, tal vez, una especie de despreciable lelo, insensible ser; un salvaje ajeno a la raz¨®n, porque le trajera al fresco que los c¨®digos comunicativos de la aviaci¨®n internacional no fueran en ¨ªbero, en occitano, en bable, en quechua, o en fabla aragonesa. Incluso en su viv¨ªsima lengua, com¨²n a cientos de millones de personas en el mundo, que era el espa?ol? ?Podr¨ªa ser s¨ªntoma de una alegr¨ªa no catalogada, una enfermiza dejadez, o un pecado incalificable tener el franc¨¦s (el idioma) casi perdido, con el que justo acced¨ªa a una conversaci¨®n dom¨¦stica o callejera. Tan raqu¨ªtico ya en su entendimiento que no le iba a permitir leer ese "ejemplar reservado de Fran?ois Beauval a sus amigos bibli¨®filos", en bella edici¨®n de "Cuentos Licenciosos" del Marqu¨¦s de Sade, regalo de un amigo gallego residente en Par¨ªs. ?l, que hab¨ªa llegado a realizar estudios y examinarse de diferentes materias en la lengua de Moli¨¦re? Cre¨ªa recordar, en los vaivenes del sue?o, que fue Unamuno quien dijo, en alg¨²n escrito, que era "m¨¢s Ibaizabal que Nervi¨®n" su r¨ªa de la infancia. Pero era Nervi¨®n el nombre que estaba grabado en su memoria y escrito en sus papeles. Pens¨® que le daba igual que en el futuro, si a alguien le interesara sus renglones impresos el que le cambiaran algunos nombres de sus poemas y sus relatos. Tal vez, como a Iparraguirre que le quitaron la palabra "Espa?a" en el "Ara nun dira". Pero eso era por alevos¨ªa ideol¨®gica, no por toponimia. la verdad es que en el fondo estaba convencido que el motivo real obedec¨ªa m¨¢s a que fon¨¦ticamente parece "menos vasco" Nervi¨®n que Ibaizabal. Era posible que estuviera equivocado, pero con el precedente de que ya le hab¨ªan cambiado, sin m¨¢s sentido que el capricho fon¨¦tiko de una orkestada m¨²sika konocida m¨¢s que por la recuperaci¨®n perdida de nada, la tira de nombres de los pueblos de su provincia y comarca, su duda tend¨ªa a reducirse. La verdad es que no sab¨ªa muy bien si viv¨ªa en un pa¨ªs desestatalizado, desnaturalizado, deslenguado, desnatado, descastado o demenciado. En definitiva cre¨ªa que la pr¨¢ctica de la sensatez le parec¨ªa un ejercicio y esfuerzo devaluado en una comunidad que se le antojaba cada vez m¨¢s escenario para el espect¨¢culo subrealista, un circo donde los m¨¢rtires devoran leones, una tierra de lobitos buenos a los que maltratan los corderos, y cosas as¨ª. Un tragicomedia, a la vez donde Pepe Gotera y Otilio ya pueden oficialmente hacer txapuzas, incluso estirpar hernias en euskera a cualquier burukide. En fin, la patria de la banalidad. No sab¨ªa en entonado murmullo por d¨®nde bajar¨ªan las gabarras en la canci¨®n. Intentar, en clave de sol acoplar lucir la pantorrilla con la falda remangada desde Santurtzi a Bilbao le produjo un escalofr¨ªo en una zona interna pr¨®xima a las trompas de Eustaquio. Y a ¨¦l, en el fondo, siempre le hab¨ªa dado igual que el Athletic fuera o no el rey del f¨²tbol espa?ol. Se encogi¨® de hombros con la leve sonrisa de un ligero desd¨¦n, al recordar los pensamientos de entrevela ma?anero. Al darse cuenta que durante todo el d¨ªa hab¨ªa hablado y s¨®lo hab¨ªa o¨ªdo la misma lengua en la que est¨¢ esto escrito. Dese¨® que no intentara re?irle en la misma un se?or de gafas y apellido ex¨®tico, que tambi¨¦n sabe otra.
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