C¨ªrculos de amistadesJOSEP MARIA MONTANER
Una de las cuestiones que analiza la encuesta metropolitana que cada a?o elabora el Instituto de Estudios Metropolitanos es la de los h¨¢bitos culturales y sociales. Y dentro de ellos se hacen preguntas sobre las redes de solidaridad: ?a qui¨¦n se recurre primordialmente cuando se necesita alguna ayuda de cualquier tipo? Aunque las respuestas son complementarias -familia, vecinos, amigos-, se constata que entre los sectores m¨¢s humildes y que, en parte, proceden de la emigraci¨®n, predomina la recurrencia a los c¨ªrculos familiares; se trata de familias que poseen una estructura que tiende a ser m¨¢s extensa que nuclear. Entre los sectores de clase media, especialmente en los barrios populares y en bastantes ocasiones relacionados con trabajos en el sector del comercio, los encuestados tienden a primar las relaciones de solidaridad con los vecinos, por encima de los familiares y los amigos. Por ¨²ltimo, en las clases altas y los grupos sociales en los que predominan profesionales con estudios universitarios, los c¨ªrculos de relaci¨®n basados en amistades predominan sobre los familiares y de vecindad: las relaciones profesionales y las afinidades electivas han definido una red dispersa de relaciones que no se centra en los v¨ªnculos estructurales como la familia o el barrio, sino que son muy selectivos respecto a aquellos con los que se opta por relacionarse. El inter¨¦s de estas constataciones aumenta si, adem¨¢s, se?alamos que actualmente se podr¨ªa a?adir un cuarto tipo de relaciones humanas: entre los j¨®venes y en los ambientes universitarios e inmersos en el mundo de las industrias de la comunicaci¨®n y de los servicios, se crean constelaciones de amistades mucho m¨¢s all¨¢ del barrio y la ciudad. La cultura de los viajes, la gran cantidad de intercambios y becas para estudiantes, y las empresas multinacionales han generado unas nuevas redes de relaci¨®n a trav¨¦s de Internet, los correos electr¨®nicos y los chats. Cada vez m¨¢s las personas se mueven en unos c¨ªrculos de amistades que se alejan centenares y miles de kil¨®metros de sus casas. Ello nos define un nuevo marco espacial de relaciones que est¨¢ transformando las costumbres y que se?ala una especie de tendencia. Un primer estadio de movimientos concentrados dentro de las relaciones aut¨¢rquicas de los c¨ªrculos familiares. Un paso paulatino de relaciones que se desarrollan en los espacios que la vivienda y el barrio ofrece: los amigos de la escalera, los vecinos de la calle, los juegos en la plaza, los comerciantes de las tiendas pr¨®ximas, las tertulias en el bar, las fiestas del barrio o las redes de solidaridad con los ancianos que viven solos. Y un ulterior paso de proyecci¨®n de las redes de amistad hacia la elecci¨®n de personas de intereses, conocimientos y aficiones afines, que por su situaci¨®n dispersa se relacionan preferentemente por tel¨¦fono. El salto m¨¢s reciente es el que se ha producido hacia el contexto general del planeta creando redes de afinidad que ya no se concretan en el espacio de c¨ªrculo familiar de soporte y ayuda mutua, ni en los espacios comunitarios del barrio, ni en las relaciones afines siguiendo las redes de la ciudad, sino que se nutren en las conexiones del ciberespacio. Todo esto nos permite extrapolar una cierta tendencia humana hacia el ensanchamiento ilimitado de sus c¨ªrculos de relaci¨®n, con las implicaciones tan positivas de incluir personas de muy diversas culturas y lenguas dentro de la esfera afectiva. Pero al mismo tiempo, este tipo de contactos tienden a ser m¨¢s distantes y fr¨ªos, menos comprometidos y cr¨ªticos, a trav¨¦s de unos medios que quiz¨¢s con el tiempo sean capaces de transmitir todas las emociones humanas, pero que de momento a¨²n son insuficientes y parece, a veces, que fomentan m¨¢s el aislamiento en el ¨¢mbito del ordenador que la comunicaci¨®n en el ¨¢gora real. Podemos tener muchos contactos a trav¨¦s de Internet, pero vamos solos al cine. El medio enriquece las posibilidades de relaci¨®n humana, pero tambi¨¦n las puede pervertir: comunicaciones ef¨ªmeras y falsas a trav¨¦s de los chats, agencias que establecen cautelosos contactos a trav¨¦s de medios electr¨®nicos sin compromisos por ninguna de las partes, etc¨¦tera. En cualquier caso, tras la madeja de mensajes y la poluci¨®n medi¨¢tica siempre es posible establecer relaciones aut¨¦nticas, comunicarse de manera eficaz y r¨¢pida, y obtener informaciones de alt¨ªsimo valor. Nuestra sociedad se est¨¢ transformando profundamente, especialmente los valores de los adolescentes y j¨®venes que no se expresan por los medios convencionales. V¨¦anse, por ejemplo, dos tipos de reacciones distintas respecto a los tipos de relaciones que se pueden crear. Por una parte, la vuelta ancestral a la pandilla, a la pr¨¢ctica primitiva de la violencia gratuita, ejercida al azar y, a veces, con cariz racista, en aras de un confuso sentido de identificaci¨®n en un grupo, clan o raza, tal como tambi¨¦n ejercen hinchas o hooligans. En Barcelona, se podr¨ªa empezar a trazar los mapas territoriales de gangs o bandas urbanas, tal como ya hace muchos a?os sucede en Los ?ngeles y en el Bronx neoyorquino. Y por otra parte, los amplios sectores de j¨®venes amantes de la m¨²sica techno y los S¨®nar, habituados al espacio virtual, ¨¢vidos visitantes de las pantallas de ordenador, las instalaciones multimedia y los caf¨¦s Internet, cosmopolitas y civilizados. Aunque puedan tender al individualismo y al autismo, son aquellos que asumen positiva y hedonistamente los nuevos medios al alcance para disfrutar de nuevos experimentos art¨ªsticos y explorar nuevos tipos de relaciones. La superposici¨®n en los mismos territorios y sociedades de las estructuras de relaci¨®n familiar, de vecindad -ya sea cordial o conflictiva-, de amistades seleccionadas y de nuevas relaciones que dependen de grandes distancias cubiertas por medios electr¨®nicos, ha de configurar unos nuevos tipos de relaciones espaciales en nuestras ciudades. Otro reto para un urbanismo contempor¨¢neo que durante este siglo no ha sido capaz de crear espacios urbanos de la misma calidad que la calle tradicional, la plaza y el paseo, y que en este cambio de siglo parece desorientado. Y otro reto tambi¨¦n para las sociedades en general: buena parte del futuro depende de si el mundo de las comunicaciones telem¨¢ticas es capaz de ir incrementando sus mecanismos socializadores, democr¨¢ticos y humanizadores.
Josep Maria Montaner es arquitecto.
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