Un estadounidense que fue reh¨¦n en Teher¨¢n y su captor se dan la mano
Diecinueve a?os despu¨¦s del asalto a la Embajada de Estados Unidos en Teher¨¢n y animados por el prop¨®sito de normalizar relaciones que alberga uno y otro Gobierno, el antiguo agregado de prensa Barry Rosen -secuestrado por los Estudiantes de la Revoluci¨®n durante 444 d¨ªas- y Abbas Abdi, uno de los hombres que idearon la operaci¨®n, se estrecharon la mano ayer en Par¨ªs. Aunque la reuni¨®n y el mismo saludo final formaban parte de un gui¨®n previo, destinado a abrir una v¨ªa de acercamiento entre sus respectivos pa¨ªses, el acto, celebrado en la sede de la Unesco y seguido masivamente por la prensa internacional, no anula el esfuerzo personal y puede ser un primer paso en la tarea de derribar el actual muro de incomunicaci¨®n.A lo largo de sus respectivas exposiciones, a "t¨ªtulo personal", y del corto debate auspiciado por las preguntas de los informadores y del resto de los asistentes al acto, Rosen opuso sistem¨¢ticamente la responsabilidad individual, su condici¨®n de v¨ªctima, a la tesis de Abdi, seg¨²n la cual, los sufrimientos individuales quedan borrados ante el dolor y el castigo colectivos. Por indicaci¨®n de los organizadores del acto, el Centro Internacional por el Di¨¢logo, ambos renunciaron expresamente a la confrontaci¨®n directa pero no pudieron evitar exteriorizar sus discrepancias dentro del prop¨®sito compartido de buscar la reconciliaci¨®n por encima del sentimiento de rencor presente en sus respectivos pa¨ªses.
Al contrario que Rosen, m¨¢s abierto a la autocr¨ªtica, Abdi justific¨® su conducta personal y la de su Gobierno en raz¨®n del apoyo prestado por EEUU al r¨¦gimen del sha. El antiguo l¨ªder estudiantil sostuvo que el asalto a la embajada fue pac¨ªfico y que los 52 rehenes recibieron un buen trato por parte de sus secuestradores, afirmaciones que Rosen desminti¨® categ¨®ricamente, conteniendo la indignaci¨®n. Presentado por los organizadores como un hombre conciliador, Abdi descarg¨® sobre las autoridades de EEUU el peso hist¨®rico de la culpa, por el apoyo prestado al r¨¦gimen del sha, y s¨®lo admiti¨® la posibilidad del error en las filas propias a t¨ªtulo gen¨¦rico y ante la insistencia de los informadores. Su intervenci¨®n suscit¨® ya desde el primer momento la reacci¨®n airada de miembros de las organizaciones iran¨ªes en el exilio que fueron expulsados a medida que tomaban la palabra.
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