Majarones en La Habana
La Habana maneja el elenco m¨¢s atractivo y variopinto de personajes que puedan vestir una ciudad. Personajes de cierto corte meridional y muy comunes a determinada sociolog¨ªa andaluza, pero reventados en su idiosincrasia por la compleja y contradictoria alma caribe?a. En C¨¢diz, en Huelva, en Sevilla o en M¨¢laga me he topado, en el cultivo feraz de sus calles, con personajes que en La Habana se duplican con el cicl¨®n de sus excentricidades. El caballero de Par¨ªs, La china, La Duquesa, figuran en la capital de la isla entre los primeros lugares de su hit parade, que mide, como tambi¨¦n lo mide aqu¨ª, la excentricidad, el surrealismo, la chispa, la singularidad, el esperpento o la sublimaci¨®n de una tragedia personal e intransferible. Ocurre que La Habana, teatro urbano de un drama que no soporta un acto m¨¢s, da la impresi¨®n de haberse convertido en el escenario ideal para la cantidad de raros que habitan sus galer¨ªas. No podr¨ªamos encontrar una escenograf¨ªa mejor para sus personajes y, en este punto, tendr¨ªamos que decir que no acertamos a vislumbrar qu¨¦ fue primero: si la ruina urbana que la devora en su irrefrenable multiplicaci¨®n o su galer¨ªa de raros que, con sus perfiles tan variados, expresan el derrumbe est¨¦tico y moral de un pa¨ªs inigualable. A pesar de que La Habana da la sensaci¨®n de ser una ciudad que no se sabe muy bien si la est¨¢n levantando o se est¨¢ cayendo, el dinero corre m¨¢s que nunca por la isla y las inversiones extranjeras han puesto el metro cuadrado construido en el barrio de Miramar a 1.500 d¨®lares. El otro d¨ªa conversaba en el Malec¨®n con un empleado gaditano con intereses tur¨ªsticos en La Habana. Estaba encantado con el rumbo de sus negocios y con los personajes que colorean la capital. Me dec¨ªa que le recordaba la C¨¢diz de su infancia, tan llena de picard¨ªa y relajo vecinal. Y que no le importaba quedarse en aquella isla como un cubano m¨¢s al frente, por ejemplo, de la Direcci¨®n General de Asuntos Sin Importancia. Algo tiene esa isla que no s¨®lo volea a los majarones de sus calles, sino que vuelve macand¨¦ a los empresarios y a los revolucionarios, a pesar de que el dinero los una.
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