Cocina de autor
JAVIER MINA Para ser agosto no se est¨¢n portando ni el tiempo ni la realidad, o sea los pol¨ªticos. Aqu¨¦l no se sabe si por el recalentamiento del Ni?o o de la atm¨®sfera -que siendo mayor podr¨ªa tener m¨¢s juicio- baraja lluvias con noviembres para darnos la del trilero, es decir un verano que no est¨¢ debajo de ning¨²n naipe. En cuanto a los pol¨ªticos, o sea la realidad, nunca hab¨ªan tardado tanto en retirarse de la escena. Tanto es as¨ª que el propio Rubalcaba est¨¢ pidiendo a PNV e Izquierda Unida que elijan entre el sol o el Prozac para ver si dejan de dar la lata con tanta obsesi¨®n por Felipe Gonz¨¢lez y se largan de una vez a Benidorm, donde tambi¨¦n hay psiqui¨¢trico por si les falla todo. En cambio, no se ha referido al destino del propio Gonz¨¢lez cuya s¨²bita decisi¨®n de cambiar el ba?ador por la toga s¨®lo le augura las piscinas informativas del desierto agoste?o. Bueno, si estar¨¢n revueltos foros e isobaras que ya me han desviado el tema. Lo que intentaba, en realidad -pero no en pol¨ªtico-, era hablar de gastronom¨ªa, porque, claro, llega la hora de salir de viaje y no tenemos ning¨²n empacho en acarrear embutidos envasados al vac¨ªo como si en el resto del mundo no hubiera ni lo uno ni lo otro. Aunque no queramos reconocerlo, tan extravagante pr¨¢ctica oculta menos una propensi¨®n a la taca?er¨ªa -?cu¨¢nto podr¨¢ costar un bocata en rublos?- que un parad¨®jico horror vacui, es decir al vac¨ªo, porque pese a llevarlo envolviendo el choped nos espanta. Nos aterra tanto lanzarnos a unas cazuelas extra?as que si pudi¨¦ramos nos llev¨¢bamos el chulet¨®n y hasta las brasas en esos sobres de pl¨¢stico succionado. Pero se acab¨®. El mundo nos ofrece tal variedad de productos, condimentos y estilos de guisar que conviene ir quit¨¢ndose las anteojeras. Del norte, pero mucho, nos llegan las sabros¨ªsimas astas del carib¨², cuyas puntas son tan tiernas como el esp¨¢rrago si se comen crudas y al poco de abatir al animal. Quien prefiera un producto m¨¢s elaborado podr¨¢ degustar el h¨ªgado de foca a la manera esquimal, tambi¨¦n crudo pero con un grado de envejecimiento tal que el condimento -unos simp¨¢ticos gusanos- viene por s¨ª solo. En ciertas regiones de EEUU acostumbran a meter una tortuga en el cubo de los desperdicios org¨¢nicos -vulgo, cherrijana- y a com¨¦rsela una vez cebada, pero eso s¨ª, cocida. En Taiwan no les gusta lo crudo, sino lo vivo, de manera que atacan la carpa hecha piltrafas y asustada ligeramente en la sart¨¦n mientras boquea en el plato. De M¨¦jico, adem¨¢s del gusano en el mezcal y de los saltamontes fritos -fr¨ªen tambi¨¦n hormigas, gusanos y ara?as en muchas partes del globo- nos llegan las chinches vivas, unos gr¨¢ciles bichejos que corretean por la loza mientras usted se divierte intentando masticarlos. Preguntado un chef charro por lo que se com¨ªa en su establecimiento confes¨® que todo cuanto entraba por la puerta. Del sur hay poco que hablar porque no se no se cocina m¨¢s que hambre y el hambre, ya se sabe, s¨®lo conduce a comer porquer¨ªas. Bueno, en Sudam¨¦rica haber casi no hay, hambre, pero se come casi como aqu¨ª. De vez en cuando le sorprenden, sin embargo, a uno con chicha obtenida a base de escupir en un cubo y dejar fermentar las ra¨ªces masticadas de yuca o con monos que parecen beb¨¦s. Pero no hay que moverse de Europa para experimentar emociones fuertes. Ahora mismo est¨¢n descuartizando bueyes ante el p¨²blico y embadurn¨¢ndose de sangre y bebi¨¦ndola en la mism¨ªsima Austria con la vitola del arte por a?adidura. Aqu¨ª abundan las francachelas a base de burro de leche mientras que en la vecina Tudela se pirrian por la sopa de sapaburus, conque an¨ªmese. Yo mismo me dedicar¨ªa a la cr¨ªtica gastron¨®mica tras probar de todo si no hubiera encontrado otra profesi¨®n mejor, la de ide¨®logo. Parece ser que si te despiden cobras el paro aun en las condiciones m¨¢s dif¨ªciles mientras que con lo otro caes de la excelsitud al pan duro, as¨ª que voy a reservar matr¨ªcula en la primera facultad de Ideolog¨ªa que encuentre, pero antes invitar¨¦ a comer a la juez que me ha hecho ver la luz. ?Qu¨¦ tal unas ancas de rana por aquello de dar el salto? ?Y unos pedos de monja?
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