Pastelero
El mes de agosto corresponde a las manos; el alma acaba por alcanzar a Dios en el ardor del pleno sol. Lo dice Hildegard von Bingen, y tambi¨¦n a nuestro personaje de hoy le corresponden las manos. Son su rasgo m¨¢s caracter¨ªstico: fuertes, nudosas, bien dibujadas, son unas manos dignas de Chillida. Alcanzan, acogen, protegen, crean. Y Pastelero se nos casa. Est¨¢ siempre a punto de casarse, seg¨²n la canci¨®n. De ah¨ª que podamos suponerlo feliz estos d¨ªas de fiesta. El s¨ª estuvo ayer en los fuegos artificiales, y se entretuvo viendo correr a la gente ante el toro de fuego. Despu¨¦s se tom¨® un g¨¹isquito y bail¨® discretamente en la plaza Zuloaga. Latido contra latido, supo vivir el calor sin necesidad de descoyuntarse dando saltos. Es como debe hacerlo un mutilzarra, aunque est¨¦ a punto de casarse. Se retir¨® un poco tarde para lo que es habitual en ¨¦l. Pero como, en parte a causa de su oficio, es muy madrugador, ha decidido salir a dar una vuelta a horas en que supone a la ciudad a¨²n dormida. Con chaqueta y pantal¨®n de mil rayas, camisa blanca y boina azul, camina por el paseo de la Concha, que se le ofrece como si el mundo hubiera sido creado para ¨¦l y hace un momento. La Concha sabe tener este aspecto de regalo y de inocencia. S¨®lo se cruza en su camino con unos txosnis, o j¨®venes despiadadamente caprichosos, como los considera ¨¦l. Se burlan de ¨¦l, y uno de ellos le llama marujona y petarda. Piensa en su hermana, y en sus sobrinos. Cuando vio que sus hijos empezaban a hacer gaupasas, su hermana les puso un balde a la puerta de casa con un cartelito que dec¨ªa: antes de entrar, depositar aqu¨ª. Su hermana estaba harta de que se lo dejasen todo perdido. Tambi¨¦n le hab¨ªa comentado su hermana que con las gaupasas hab¨ªa descubierto en sus hijos unas facetas que hasta entonces desconoc¨ªa. Algo que ten¨ªa que ver con un mundo oculto que ella no sab¨ªa si calificar de insustancial ...o insustancial. Que un d¨ªa que hab¨ªa sorprendido a uno de sus hijos llegando al amanecer, tras preguntarle, por decir algo, qu¨¦ horas eran de llegar a casa, el chaval le hab¨ªa respondido: "que hordas ni qu¨¦ leches; eran unos guiris en pelotas roci¨¢ndose con kalimotxo para inmolarse". Que ella entonces le pregunt¨®: "?Y t¨² qu¨¦ has hecho, hijo?" Y ¨¦l: "Yo nada, les he pedido un cigarro, pero me han dicho que no cre¨ªan en eso". A lo que su hermana, sorprendida, hab¨ªa objetado: "?Creer?, pero c¨®mo van a creer en cigarrillo". Y su hijo, ya en tono agrio: "L¨¢rgate a la piltra, que sabr¨¢s t¨² de filosof¨ªas y la Natura y eso". Pastelero tiene una doble mirada: una apasionada hacia dentro, y otra sosegada hacia el exterior. No se trata de hipocres¨ªa, sino de intensidad y de educaci¨®n. Los hip¨®critas no distinguen entre dentro y fuera, sino que hacen sus distinciones en horizontal. Su amigo Xabier, que canta en el Orfe¨®n, le hab¨ªa hablado de un concierto para esta tarde con m¨²sica de Hildegarda. Favus distillans Ursula virgo fuit, le hab¨ªa cantado. Le gustar¨ªa ir, si...pero, ella. ?Ah!, est¨¢ ella, y dentro y fuera son ya decididamente lo mismo. La canci¨®n no lo trata con justicia.
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