Los lagos del Norte
Sigue el Ballet de Kiev su l¨ªnea de grandes montajes con una versi¨®n de El lago de los cisnes bastante ajustada al complejo original tradicional. La producci¨®n se plasma en unos decorados de gran peso pl¨¢stico donde se hace notar la influencia de la pintura de finales del siglo XIX (Repin, Serov, que tampoco olvida la concepci¨®n que ten¨ªa Virtzalatzse) y con un vestuario que puede calificarse de magistral, concebido por Oxana Lysik, y que basa su confecci¨®n en uno de los grandes secretos de la costura teatral rusa. El bordado sobre evanescente tul.La bailarina Elena Gorbach es sencillamente maravillosa, siempre contundente y segura sobre unos pies perfectos que son la baza en que basa su claridad expositiva de la coreograf¨ªa hist¨®rica. Su Odette es, en el gran adagio, un ejercicio de concentraci¨®n y lamento, mientras su cisne negro es potente, plena en equilibrios y giros hasta llegar a la deslumbrante burla, escena donde la bailarina debe conciliar la zafiedad del personaje como un mal gozoso, tal como dec¨ªa con estas mismas palabras Krasovskaia.
Ballet de la ¨®pera de Kiev
El lago de los cisnes. Petipa-Ivanov / Chaikovski. Versi¨®n: Anatoli Sekera: decorados: Tadei y Mijail Rindzak.Teatro Lope de Vega de Madrid, 8 de agosto
Intromisi¨®n
La revisi¨®n y montaje de Anatoli Shekera son atinados; en el primer acto hay, sin embargo, una inexplicable intromisi¨®n del pr¨ªncipe Sigfrido en la coda del pas de trois, lo mismo que resulta descabellado que aparezca vestido de blanco para competir en n¨ªveo plumaje con las aves encantadas que persigue. La idea de unir tercer y cuarto acto, como hemos visto en otras versiones que se suelen hacer en Occidente (como la de Schaufuss en Berl¨ªn o la de Alonso en La Habana), est¨¢ aqu¨ª avalada por un excelente trabajo de corte y confecci¨®n en la suite musical. La escena donde se rompe el encantamiento del brujo y el regreso de las princesas a sus cuerpos de mujer, est¨¢ aqu¨ª resuelta de hermosa manera y otro detalle es la alternancia del peque?o coro de cisnes negros como la mal¨¦fica corte del brujo.Shekera revisa tambi¨¦n las danzas del tercer acto y su reducci¨®n del paso espa?ol es de positivo car¨¢cter aun manteniendo la esencia de la "Espa?a rusa" (dixit Asafiev). Pero volvamos a Elena Gorbach y a su enorme dignidad de estrella, su notable empuje y su virtuosismo llevado con gran aplomo. Su estilo se enclava, por derecho propio, en la grandeza de la interpretaci¨®n ruso-sovi¨¦tica de las grandes hero¨ªnas acad¨¦micas del ballet finisecular, donde el artista debe aunar en su paleta el poder¨ªo t¨¦cnico con la actuaci¨®n teatral. Apenas al final del cisne negro hay esa diagonal de peque?os pasos r¨¢pidos donde se concilia gesto y cambio (pas de bourr¨¦e couru); las grandes rusas siempre han demostrado all¨ª su velocidad y control de ataque. Gorbach es de esas.
Babelia
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