Acuario
JOS? RAM?N GINER Yo tambi¨¦n he peregrinado hasta la Plaza Nueva para ver el acuario que all¨ª ha construido el alcalde D¨ªaz Alperi. ?Qu¨¦ gran asunto para el verano de Alicante! No hay d¨ªa que la prensa no publique sobre ¨¦l una noticia, un comentario, una carta de los lectores manifest¨¢ndose a su favor o en contra. Los alicantinos adoran esta clase de pol¨¦micas, siempre enjundiosas. Adem¨¢s, ?son tan aburridas las ciudades durante los veranos! He peregrinado, les dec¨ªa, y lo que he visto me ha parecido una obra magn¨ªfica, s¨®lida y moderna, muy bien acabada. El acero, el hierro, la madera, dan un toque futu-rista a la construcci¨®n, como quiere la moda arquitect¨®nica. Sin duda, la Plaza Nueva tiene hoy un aspecto mucho m¨¢s presentable que el de tiempo atr¨¢s. Si hay algo que defrauda en todo ello es, precisamente, el acuario. Uno acude all¨ª con la idea de los grandes acuarios y lo que encuentra es una pecera modesta, de dimensiones reducidas, carente de espectacularidad. Y estas invenciones, desprovistas de espect¨¢culo, quedan en muy poco. Tiene este acuario, adem¨¢s, un gran inconveniente. Los peces del Mediterr¨¢neo, tan sabrosos en la cocina, no resultan los m¨¢s id¨®neos para estas exhibiciones. Los nuestros son unos peces cl¨¢sicos, discretos, poco dados a llamar la atenci¨®n. Carecen, en todo caso, de la brillantez y la vistosidad con la que se adornan los peces tropicales, mucho m¨¢s apropiados para estos menesteres. El resultado es un acuario con aires de casino de provincia, donde unos animalitos muy serios cumplen con su oficio, ajenos a cualquier curiosidad. En estas circunstancias, el visitante parece contagiarse de su aburrimiento y, pasados unos minutos, escapa a la carrera en busca de un bar donde mitigar el calor con un refresco. Uno ha escuchado decir a nuestras autoridades que este acuario de la Plaza Nueva revitalizar¨¢ el centro de la ciudad, hoy tan deca¨ªdo. Mucho milagro me parece ese. Habr¨¢ que ver en qu¨¦ queda todo ello en cuanto ceda la expectaci¨®n de los primeros d¨ªas y el acuario forme parte del paisaje cotidiano. Sinceramente, dudo que el deterioro del centro urbano de Alicante se remedie con estas ocurrencias. Suponer que con cuatro sargos, unas doradas y un par de tiburones puedan enmendarse d¨¦cadas de incuria resulta, cuanto menos, una originalidad. Aunque no deber¨ªa extra?arnos. Los alicantinos conocemos en nuestras carnes hasta qu¨¦ punto la originalidad urban¨ªstica ha sido, en todo tiempo, una caracter¨ªstica de nuestras autoridades municipales. Por lo dem¨¢s, este acuario de la Plaza Nueva no es un hecho aislado. Se integra en ese proyecto querid¨ªsimo por nuestra derecha que convertir¨¢ a la Comunidad Valenciana en la reserva l¨²dica de Europa. Llegados a ese punto, y al igual que aquella ardilla de nuestros libros de historia, capaz de atravesar la pen¨ªnsula Ib¨¦rica de ¨¢rbol en ¨¢rbol, sin necesidad de apoyarse en el suelo, cualquier turista que nos visite podr¨¢ recorrer nuestra Comunidad saltando de parque tem¨¢tico en parque tem¨¢tico. Quiz¨¢ en ese momento, el modesto acuario de la Plaza Nueva juegue su papel y venga a dar la raz¨®n al alcalde D¨ªaz Alperi, hoy tan denostado por aprisionar a unos cuantos peces.
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