Cuesti¨®n de maneras
En media docena de a?os, el PP ha conseguido lo que parec¨ªa un milagro: que en Andaluc¨ªa haya un partido de derechas coherente, bien nutrido de militancia y gobernando en las principales ciudades. Es cierto que para ello ha contado con la impagable colaboraci¨®n del PSOE, que parece estar m¨¢s inspirado por Ca¨ªn que por Pablo Iglesias y cuyas candidaturas para las elecciones municipales no satisfacen la innegable demanda de los votantes de izquierdas. Sin embargo, la derecha sigue teniendo pendiente el convertirse en alternativa cre¨ªble al PSOE en el gobierno de la Junta. En eso, no parece tenerlo tan f¨¢cil. Si, siguiendo la jerga creada por el Estado de las autonom¨ªas, hubiera que ponerse a buscar un hecho diferencial que justificara la autonom¨ªa andaluza ¨¦ste ser¨ªa sin duda el del irredentismo, el del agravio comparativo respecto al resto de las comunidades espa?olas. Desde que gobierna la naci¨®n, el PP no ha hecho otra cosa que sacar punta a este sentimiento, permitiendo que gane terreno la identificaci¨®n del PSOE con la defensa de los intereses andaluces, que est¨¢ muy arraigada entre el electorado desde los tiempos del refer¨¦ndum de 1980. El agravio resulta m¨¢s evidente desde el momento en que los andaluces ven c¨®mo ese mismo Gobierno hace todas las concesiones a Catalu?a y al Pa¨ªs Vasco. Pero no es s¨®lo un problema de dinero ni de traspaso de competencias: hay cierta sensaci¨®n de que el Gobierno mantiene en Andaluc¨ªa unas actitudes que dif¨ªcilmente se atrever¨ªa a sostener en otras comunidades. No hace falta ser muy susceptible para entrever maneras m¨¢s bien prepotentes en los representantes del Gobierno de la naci¨®n. Al principio, parec¨ªa que todo obedec¨ªa a la torpeza del r¨²stico proc¨®nsul que representa a la Moncloa en Sevilla. Luego se ha visto que el propio presidente del Gobierno ha visitado Andaluc¨ªa sin comunicar protocolariamente sus viajes a la Junta, cosa que resulta ins¨®lita. Estos tropezones formales sirven para incrementar el sentimiento irredentista y fortalecen a¨²n m¨¢s la posici¨®n del PSOE, a la vez que debilita al PP, al que, inevitablemente, se termina percibiendo como un partido poco respetuoso con la autonom¨ªa andaluza, que ser¨ªa vista desde Madrid como una autonom¨ªa de segunda. La ¨²ltima batalla entre el Gobierno de Madrid y la Junta tuvo lugar el pasado lunes, durante el homenaje a Blas Infante, en el que Chaves y Arenas se intercambiaron duras palabras. Sean cuales sean las razones de Arenas, no parece que ¨¦se fuera el mejor momento ni el mejor lugar para debatir sus diferencias pol¨ªticas, si bien hay que reconocer que la falta de di¨¢logo entre Gobierno y Junta no permite, de momento, muchos m¨¢s encuentros. Que Chaves aprovechara la ceremonia para reivindicar competencias y financiaci¨®n forma parte de lo que se espera de un presidente auton¨®mico en una conmemoraci¨®n hist¨®rica. La agria respuesta de Arenas, en cambio, resulta algo estridente en un momento as¨ª. Es impensable algo similar por parte de un ministro del Gobierno en una ceremonia parecida en Vitoria o Barcelona. Los proyectos de recentramiento del PP deber¨ªan de tener en cuenta tambi¨¦n su pol¨ªtica respecto a Andaluc¨ªa.
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