CONVIVENCIA Y EDUCACI?N
En las sociedades occidentales, la extensi¨®n universal del derecho a la educaci¨®n, la ampliaci¨®n de la ense?anza a tramos de edad cada vez m¨¢s altos -en nuestro pa¨ªs, como en la mayor¨ªa de los europeos, alcanza hasta los 16 a?os-, y la generalizaci¨®n de las ense?anzas postobligatorias no universitarias (bachilleratos y ciclos de Formaci¨®n Profesional, alcanzan a casi toda la poblaci¨®n) han transformado el panorama de los centros educativos, haciendo m¨¢s complejas las relaciones en ellos. Si a este aumento del alumnado, unimos el fen¨®meno de una multiculturalidad y de la diversidad, presente y creciente de un modo palpable en las aulas, entonces no podemos dejar de plantearnos la cuesti¨®n de la convivencia escolar desde bases muy distintas a las que se daba hace s¨®lo unos a?os, porque hoy conviven en los centros educativos ni?os y j¨®venes de ambos sexos procedentes de las m¨¢s diversas clases y ambientes sociales; tambi¨¦n crece el n¨²mero de personas provenientes de diferentes culturas -en ocasiones, muy distintas a la nuestra-, alumnos y alumnas de otras etnias, con costumbres, credos y mentalidades varias... Todo ello hace que los responsables de los sistemas educativos, dentro de la preocupaci¨®n general por la calidad de la ense?anza, tengan que prestar una atenci¨®n preferente al tema de la convivencia. No se trata s¨®lo de un problema de ¨ªndole pragm¨¢tica o de mera organizaci¨®n -que tambi¨¦n lo es- sino que, ante todo, nos encontramos frente a una dimensi¨®n de la persona que entra de lleno en el campo de lo estrictamente educativo: a convivir se aprende y dif¨ªcilmente podr¨ªamos hablar de formaci¨®n si no atendi¨¦ramos a un aspecto tan esencial para el ser humano como la preparaci¨®n para la vida en com¨²n y su pr¨¢ctica ya desde las edades m¨¢s tempranas de la experiencia escolar. Como dice Victoria Camps "la educaci¨®n es fundamental porque educar es crear h¨¢bitos, costumbres, formar el car¨¢cter. No tanto ense?ar teor¨ªas, sino producir una pr¨¢ctica". Y, efectivamente, convivir implica asumir unos valores, pero, ante todo, requiere ejercitarlos, ponerlos en pr¨¢ctica. As¨ª, pues, la convivencia escolar no s¨®lo es imprescindible para la buena marcha y funcionamiento del proceso educativo y de los mismos centros de ense?anza, sino que, adem¨¢s, el aprendizaje de la convivencia en el mundo escolar se convierte en escuela de formaci¨®n ciudadana, donde se forjan las actitudes y las pautas de comportamiento que, interiorizadas y asumidas conscientemente, constituyen la condici¨®n para una participaci¨®n activa y responsable en la sociedad. ?ste es, a grandes rasgos, el marco donde se sit¨²a el borrador del proyecto de decreto para regular los derechos y deberes del alumnado y las normas de convivencia en los centros docentes de nuestra comunidad aut¨®noma, que, desde la Consejer¨ªa de Educaci¨®n y Ciencia, se ha presentado recientemente en el ¨¢mbito docente y, l¨®gicamente, a toda la sociedad andaluza. Al elaborar este proyecto hemos partido de la idea de que la realidad educativa es un proceso de comunicaci¨®n complejo y, como tal, implica una serie de caracter¨ªsticas propias de multiplicidad de emisores y receptores; mensajes de diferente naturaleza y contenido, flujo de informaci¨®n multidireccional, diversidad de canales y medios y, como no, existencia de interferencias que pueden llegar a bloquear el hecho comunicativo o, en alg¨²n caso, a desvirtuar el significado de los menajes. Por lo tanto, cada centro educativo se convierte en una minisociedad, con relaciones de comunicaci¨®n entre los individuos y grupos que la forman; y por otra parte, todo el entramado relacional establecido en un centro educativo no es ajeno a los est¨ªmulos procedentes del entorno social y cultural y, como apunt¨¢bamos antes, no escapan a la existencia de conflictos o interferencias que son inevitables en cualquier grupo humano. Lo importante a este respecto es saber encauzar y resolver eficazmente los conflictos, pues de lo contrario ¨¦stos se enquistar¨ªan y se agravar¨ªan, haciendo in¨²til o, al menos, obstaculizando el proceso de educaci¨®n. El documento en cuesti¨®n proporciona a los consejos escolares de cada centro el marco necesario para que ¨¦stos puedan desarrollar su convivencia. Esto significa que con esta base, cada centro, teniendo en cuenta sus peculiaridades y caracter¨ªsticas, podr¨¢ perfilar el modelo de normativa que mejor refleje y preserve la vida en com¨²n de esa comunidad educativa, sirva para que los rectores de los centros puedan dirigirlos eficazmente y para que, a la vez, la Comisi¨®n de Convivencia, formada por profesores y alumnos y elegida por cada Consejo Escolar, garantice la utilizaci¨®n clara y did¨¢ctica de la normativa y d¨¦ soluciones ante las conductas atentatorias contra las buenas relaciones, necesarias para conseguir una educaci¨®n general y de calidad. Este proyecto de decreto debe ser considerado como una propuesta abierta al debate, de modo que a trav¨¦s de las diferentes aportaciones que realicen los miembros de la Comunidad Educativa Andaluza, se alcance un texto definitivo que suponga el punto de encuentro de todos los sectores que, desde diferentes responsabilidades, trabajamos por la educaci¨®n en Andaluc¨ªa.
Manuel Pezzi Cereto es consejero de Educaci¨®n y Ciencia de la Junta de Andaluc¨ªa.
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